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ΝΟ ΤΟΜΟ NADA DE LO QUE  DIGAS
COMO UNA ORDEN








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Quell,
7956 C.R.C







Unas semanas después de la Destrucción del Malevolencia, Kaia y Anakin se encontraron trabajando juntos nuevamente después de que el Consejo Jedi los enviara en una misión para ayudar a Aayla Secura, cuya flota había sido gravemente dañada por los Separatistas.

Eso llevó a Kaia, Anakin, su padawan y su escuadrón al planeta terrestre de Quell, donde se estaba librando una batalla entre las nubes.

Cuando su Destructor Estelar, el Resuelto, emergió del hiperespacio, Anakin se volvió hacia el almirante Yularen y le ordenó: ––Prepara las cañoneras.

Los dos generales corrieron hacia el hangar donde los esperaba su escuadrón, listo para partir. ––Intenta ceñirte al plan esta vez, Skywalker -  dijo Kaia cuando estaban a punto de separarse, ya que viajarían en cañoneras separadas.

––¿No lo hago siempre? - Anakin sonrió con
confianza, lo que le valió una mirada de desaprobación del caballero más joven. Ahsoka y los clones observaron su interacción con confusión, preguntándose por qué su amado General siempre parecía estar discutiendo con sus compañeros Jedi.

––Estamos listos, Almirante -  dijo Kaia en su comunicador mientras estaba en la nave junto a la mitad de los clones de Anakin, esperando el despegue.

Sus cañoneras abandonaron el Destructor y volaron hacia la batalla que se desarrollaba más abajo, donde el Destructor del General Secura, el Liberty, se hundía en la atmósfera, apenas resistiendo el intenso fuego de cinco fragatas estelares clase Munificente.

Las cañoneras abiertas ofrecían una vista de las naves de la República gravemente dañadas.

Cuando se acercaron, el piloto gritó: ––¡Droides cohete acercándose!

Todos se vieron obligados a agarrarse para no caerse de la nave que por poco evitó ser alcanzada por los blásters. Un Superdroide pasó volando junto a su nave y les disparó, pero Kaia lo desvió rápidamente con su sable de luz, lo que hizo que el droide cayera al suelo.

Fue entonces cuando notó una figura lanzándose desde otra cañonera y no pudo evitar exclamar: ––Ese maldito idiota. - Debido a que tenían puestos sus cascos, no notó la mirada de sorpresa en los rostros de los clones.

𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀 𝐋𝐎𝐒 𝐂𝐎𝐍𝐃𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒||𝐀𝐍𝐀𝐊𝐈𝐍 𝐒𝐊𝐘𝐖𝐀𝐋𝐊𝐄𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora