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El aire en el palacio de Keldabe era pesado y tenso. Habían tenido que salir con prisa de Sundari después de recibir la comunicación de Asim, quien apenas podía mantenerse en pie debido a sus propias heridas cuando fue auxiliado al aterrizar en Keldabe. Adonai, el duque de Mandalore, había muerto en Concordia mientras intentaba capturar a Gar Saxon. Din apenas podía procesarlo y había hecho un esfuerzo sobrehumano para mantenerse firme cuando Nefer, su guardia personal, le dio la noticia.

Había reaccionado de forma cobarde, incapaz de darle la noticia a Satine, mucho menos a Bo o a la duquesa. Segundos después de enterarse, le había suplicado a Nefer que fuera él quien informara a la duquesa y le pidiera que ella se encargara de comunicar la cruel realidad a su familia. Din, por su parte, se dedicó a hacer los preparativos para salir de Sundari de manera urgente, evitando así el riesgo de ser atacados o emboscados por cualquier escuadrón que Saxon y sus aliados pudieran enviar.

Keldabe estaba en alerta máxima de seguridad. Hasta ahora, no habían recibido ninguna amenaza, pero según informes recientes, el palacio en Sundari ya había sido invadido por los traidores del clan Saxon y otras personas de las que Din no tenía idea de quiénes podrían ser.

"El consejo comenzará en cinco minutos, excelencia," informó Nefer con voz lúgubre.

Din se estremeció al escucharlo. Asintió mientras intentaba calmar el temblor de sus manos. Le dolía la cabeza y le ardían los ojos. Había llorado un poco; tal vez el duque no fuera su... Din hizo una mueca. El hombre había hecho el voto mandaloriano de adopción, a pesar de que Din ya era expósito de alguien más. La duquesa también lo había hecho; según el credo, Bo y Satine eran oficialmente sus hermanas y la duquesa era su madre, y así que cumpliría su obligación de cuidarlas, tal como le había pedido el duque.

Se colocó de pie después de haberse refugiado en un pequeño salón del palacio, impulsado por la necesidad de estar solo y procesar todo lo que sucedía. Los miembros del consejo, por seguridad, también se habían trasladado a Keldabe para evitar alguna represalia o ataque. Din realmente agradecía el gesto.

Salió del salón, y mientras caminaba, observó los cuadros colgados en las paredes. No eran holografías; estaban dibujados y pintados a mano. El mitosaurio, un enorme mapa de Keldabe en sus inicios... Din sintió su estómago revolverse. Entró al enorme salón en comapñia de Nefer quien se colocó en una de las equinas del lugar, en el cual había una mesa circular bastante grande de color negro; todo el consejo ya estaba reunido allí, incluida la duquesa viuda.

Ter tenía su cabello rubio recogido y vestía un vestido negro. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar, y la tristeza era palpable en su rostro, aunque Din también veía una gran fortaleza. Tomó asiento junto a ella mientras esperaban a Satine, quien se sentaría en lo que sería la cabecera de la mesa.

La primera ministra le sonrió suavemente; había preocupación en su rostro. La puerta se abrió de nuevo, y dos guardias entraron tras Satine, quien vestía igual que su madre: un vestido negro, el cabello recogido y los ojos azules enrojecidos por el llanto.

Todo el consejo se puso de pie y, rápidamente, llevando la mano derecha en un puño al pecho, la saludaron con un solemne "Duquesa".

Satine hizo una mueca al escucharlos, tomó asiento junto a su madre y miró brevemente a Din.

Ursa se levantó. "Majestad," expresó, refiriéndose a Satine, "mis condolencias por la pérdida de su padre. Créame que haré todo lo posible para hacer pagar a esos traidores, y puede contar con mi lealtad, confianza y apoyo en su gobierno."

La odisea de Bo-Katan Kryze y Din DjarinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora