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Parte 2

Nunew llevó su mano a su marca violentamente, como si le hubiera aplastado un mosquito allí y le hubiera picado. Al sacar la mano, no había nada allí.

Se apoyó en la encimera de la cocina, tomando aire para poder sostenerse bien al sentir cómo sus piernas temblaban de manera repentina. Qué extraño, se dijo, y sólo había una respuesta posible que no le asustara: su celo sería pronto.

Sí, el celo. El celo. Era la única respuesta.

—Maaaaaaaaaaaaami —Yeji apareció, pero se detuvo al verlo—. Fain? — preguntó torpemente, confundida, y en sus manos cargaba a Puk, que maullaba.

Fine —repitió Nunew, sonriendo con debilidad—. ¿Qué te dije del gatito, Yeji? No puedes traerlo a casa de los Liu. Dejará todo lleno de pelos.

Yeji formó un puchero. No es como si ellos se lo hubieran prohibido, sin embargo, Nunew no quería aprovecharse de la voluntad de los Liu y ensuciar más la casa. Además de que significaba más trabajo para él.

—Toma —Yeji le tendió a Puk—. Mami sad —añadió como explicación.

Nunew agarró al gatito y lo acurrucó en sus brazos, comenzando a acariciarlo. Eso provocó que ronroneara, contento, y sirvió un poco para relajar su alterado omega. Desde los últimos tres días se había estado sintiendo demasiado inestable, despertaba en mitad de la noche, como si hubiera tenido una pesadilla. Durante el día, la marca le picaba o punzaba, como había ocurrido recién, y no le dejaba en paz. Además, su omega... su omega se encontraba demasiado sensible y nervioso, asustándose por todo y sobre-reaccionando cuando las emociones le sobrepasaban. Era una fortuna que sus hijos estuvieran en el colegio, porque eso le ayudaba a que no se dieran cuenta, pero Yeji parecía percibirlo a pesar de ser pequeña.

El omega no tenía idea de qué le estaba pasando, sin embargo, tenía mucho miedo de sobre-analizarlo también. ¿Se debía acaso...?

No, cortó ese hilo de pensamientos. No había forma alguna. Wit le hubiera dicho si el alfa cambiaba de planes. Sólo era su celo a punto de estallar. De seguro ya vendría la próxima semana.

Aunque sus celos anteriores jamás fueron así. Pero no. No. No debía seguir dándole vueltas a esa idea estúpida y sin sentido.

Se inclinó, quedando a la altura de Yeji y sosteniendo todavía a Puk en sus brazos. Le pellizcó la nariz a la niña.

—La próxima semana es tu cumpleaños —le dijo el omega—, así que saldremos en un ratito más para comprarte algo lindo, ¿te parece? ¿De qué quieres que sea tu cumpleaños?

¡Dagoooooon! —gritó ella, y a Nunew no le sorprendió, porque Yeji se había obsesionado con la película de How to train your dragon las últimas semanas—. ¡Raaaaawr!

—Bueno, buscaremos cosas de Toothless —le dijo el omega, dejando a Puk en el suelo, y Yeji salió a perseguirlo en lo que Nunew terminaba de lavar los platos.

Media hora después iban saliendo en dirección a Manhattan, pues Nunew planificaba comprar las cosas de Yeji en Brookfield Place, el centro comercial más grande de Nueva York, y el regalo para su hija. Había pensado en llevar el coche para que fuera más sencillo ir con la niña, sin embargo, sería un lío subirse al bus, luego bajar al metro y después pasearse por todo el lugar, para el final tomar un taxi. De seguro se devolvería muy cargado, y con un coche era mucho más complicado manejar todas las bolsas.

Además, le servía a su niña para caminar un poco, y si se cansaba, la llevaría en brazos. Después de cuatro hijos, ya estaba acostumbrado a cargarlos.

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