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Parte 2

Aunque era más difícil de lo que llegó a pensar en un primer momento, porque Zee estaba otra vez con esa actitud pegajosa que tuvo cuando estaban saliendo, tantos años atrás.

Nunew logró sacar algo del dinero que le pasó Zee al comprar los productos más baratos que necesitaba, sabiendo que su esposo no revisaría la boleta ni las cosas que compró. Nat le entregó también las monedas que su papá le dejó para que se comprara algo en la salida.

Pero el omega empezó a calcular, sabiendo que, si quería llevar a cabo sus planes, necesitaba más dinero del que podría ahorrar con esa forma. Y pedirle más dinero a Zee iba a significar...

Observó su reflejo en el espejo. Tal vez si conseguía ruda... Pero eso llamaría demasiado la atención, lo sabía. Si llegaba a sangrar y Zee le llevaba al hospital, iba a enterarse de lo que hizo, y todos sus planes se irían a la mierda.

Eso lo arreglaría después. Primero, debía reunir el dinero suficiente para asegurar una vida decente en otro país. Haría lo que fuera necesario para hacerlo, incluso si implicaba empujar el desprecio y asco al fondo de su interior, y aceptar las caricias de su alfa.

Por eso mismo, aceptó salir con él el sábado a comer, sólo los dos. Como saldrían durante el día, no fue necesario llamar a nadie para que cuidara a los niños, e incluso Zee le dejó dinero a Lian, que empezó a cambiar la actitud con su padre también.

—¿Quieres que te compre algo bonito? —preguntó Zee, luego de que comieron en un bonito lugar.

Nunew miró la mano apretando la suya, poniendo una expresión pensativa. Por un instante, se sintió como unos años atrás, más joven y lleno de ilusiones, sonriéndole a Zee mientras caminaban uno junto al otro.

Pero esa imagen se desvaneció, como todos los sueños que alguna vez tuvo.

—Un arete sería lindo, hace mucho no ocupo alguno —comentó, sonriéndole. Zee le sonrió de vuelta, tan feliz porque Nunew actuaba complaciente con él.

Así que ambos fueron a un local de joyería, comenzando a ver los aretes en el escaparate. Nunew escogería el más bonito y resistente, porque así podría venderlo. Les diría a sus cachorros que lo pusieran en venta en algún sitio web.

—Estuve pensando en algo —dijo Zee, mientras Nunew se miraba al espejo.

—¿Sí? —preguntó el omega, desinteresado de la conversación.

—Sobre los bebés.

Las manos de Nunew, que estaban quitándose el arete, se congelaron. Sus ojos se dispararon hacia el reflejo de Zee, detrás de él.

—Bebés —repitió Nunew, su voz temblando.

—Sí —Zee se rio—. Estaba pensando en dos nuevos cachorritos, ¿qué tal?

Nunew sintió la desesperación en su interior, casi queriendo que apareciera la vendedora de la tienda, preguntándoles qué iban a llevar. Pero no lo hizo, y Nunew casi se arrancó el arete de un tirón.

—Quiero este —espetó, tan agresivamente que sorprendió a Zee— alfa —añadió a último momento.

Zee dejó pasar su desliz, asintiendo ya sin una sonrisa en sus labios, y fue a pagarlo. Nunew lo esperó en la puerta de la tienda, queriendo volver a su casa, con sus hijos, abrazarlos y sentirse a salvo un instante.

Cuando su esposo caminó hacia él, el omega salió de la tienda, tratando de tomar aire para no entrar en pánico.

Quiso fingir que no escuchó las palabras que Zee le soltó segundos atrás, que fue todo producto de su imaginación, pero el terror no disminuía ni un poco. Su omega interior estaba vuelto loco con lo que le dijo su alfa.

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