Tesoros escondidos (Rafe Cameron)

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   Madison Iseman como Filippa Groff Genrette

Drew Starkey como Rafe Cameron

 Qué manera de empezar el año para Filippa. Grandes cambios se acercaban, y ella los podía sentir en el aire. El latido acelerado en su pecho, la tensión en sus dedos, la sensación de no estar lista. El coche se detuvo con suavidad, y, aunque lo sabía, el sonido de las ruedas al parar en seco aún la hizo sobresaltarse. Habían llegado.

—Te irá de maravilla, mi dulce Fili —dijo su abuelo, con una sonrisa tranquila en el rostro y una mano cálida sobre su hombro. El chofer abrió la puerta trasera con un gesto impecable. Filippa se giró para mirarlo, buscando consuelo en esos ojos azules que, a pesar de ser tan serenos, no podían calmar el torbellino que sentía en su interior.

—Seguro —respondió, aunque ni ella misma se creyó sus propias palabras. Su voz sonó más vacía de lo que le hubiera gustado. Asintió con la cabeza y, sin dar más explicaciones, se giró para salir del coche.

El aire fresco de la mañana la recibió, cortante, como si intentara devolverle la claridad que no encontraba en su mente. Respiró hondo, como si de alguna manera pudiera prepararse para lo que venía. Tomó su mochila con ambas manos, apretando las correas con fuerza, como si de esa forma pudiera aferrarse a algo sólido, algo que la anclara en ese momento.

Miró el gran cartel que decía "Secundaria Kildare" rápidamente, y una leve sensación de nostalgia la invadió. Había ansiado tanto regresar a su hogar, pero ya no era lo mismo. Muchos años habían pasado, ella había crecido, y los que fueron sus amigos probablemente ni la recordaban.

Bajó la cabeza tragando saliva, aferrándose a ambas tiras de la mochila en sus hombros, e intentó ignorar la cantidad de murmullos alrededor. Se había arrepentido, no quería estar ahí.

Aunque en realidad sí. Toda su vida la había pasado en un lugar que no consideraba su hogar, viviendo con la única relativa paterna que conocía, su tía Lilian, en una ciudad a más de mil kilómetros de distancia de su hogar nativo: Outer Banks, en la isla de Kildare.

Siempre se había sentido fuera de lugar en la ciudad, como que no encajaba. Siempre quiso regresar a casa y saber por qué la habían alejado tan abruptamente. Porque, aunque su padre nunca lo dijo, Filippa sabía que había sido algo deliberado. La mandó lejos, como si fuera un objeto molesto del que podía desprenderse. Ella era solo una niña de doce años cuando ocurrió, perdida y asustada, pero Chandler jamás le dio una explicación.

Para él, parecía que todo había sido muy sencillo. Ella lloró, suplicó quedarse, pero Chandler no escuchó. Ni siquiera la miró a los ojos cuando la dejó al cuidado de Lilian. Filippa había intentado comprenderlo, pero los años solo alimentaron el rencor. Ni las visitas ocasionales de verano, ni los regalos esporádicos enviados por correo habían servido para aliviar esa sensación de abandono.

Lilian, su tía, había sido su única familia real en todos esos años. La trató como una hija, pero incluso así, nunca dejó de sentir que le faltaba algo, que había sido arrancada de su hogar. Lilian era una mujer fuerte y amorosa, pero nunca intentó justificar las decisiones de su hermano, Chandler, y esa omisión alimentó el resentimiento de Filippa hacia su padre.

Cuando Lilian falleció tras años de lucha contra el cáncer, Filippa quedó sola. Sin la estabilidad de su tía como su tutora, Chandler no tenía otra opción más que llevarla de vuelta a casa, aunque no lo hiciera por voluntad propia. Filippa lo sabía. Si dependiera de él, la habría enviado a otro lugar, cualquier lugar donde no tuviera que lidiar con ella.

Pero su abuelo no lo permitió. Fue él quien insistió, quien luchó para que Filippa regresara a Kildare, quien dejó claro que ya era suficiente de mantenerla lejos. Chandler cedió, pero no sin reservas. No se esforzó en recibirla ni en acomodarla en la casa familiar. Para él, Filippa seguía siendo un recordatorio doloroso, una sombra de su esposa fallecida y de la vida que nunca pudo recuperar.