Los años habían pasado y el mundo de Sasuke y Hinata había cambiado de muchas maneras, pero a la vez, muchas cosas permanecían igual que siempre, incluso más fuertes. Aún estaban juntos y esa certeza era el núcleo de su vida. A pesar de los retos y las decisiones difíciles que habían enfrentado desde su época de adolescentes, su amor había perdurado, fortaleciéndose con cada obstáculo superado y cada momento compartido.
Era una mañana tranquila de primavera y el cálido sol inundaba la casa donde vivían juntos desde hace unos años. Los rayos se filtraban por las ventanas, tiñendo la sala de un dorado suave y acogedor. Sasuke, ahora con un semblante más sereno y una sonrisa que había aprendido a mostrar sin reservas, preparaba el desayuno en la cocina. Su habilidad en la cocina había mejorado gracias a las lecciones de Hinata, y aunque al principio había sido un poco torpe, se había vuelto sorprendentemente hábil. De hecho, era una de las actividades que más disfrutaban hacer juntos, aunque no siempre estuvieran de acuerdo en los ingredientes.
Hinata apareció en la puerta, con una mirada adormilada y una sonrisa tranquila, mientras se acomodaba un mechón de cabello que le caía sobre el rostro. Observaba a Sasuke con cariño, sintiéndose agradecida por todas las mañanas como aquella, sencillas y perfectas a su manera.
—Buenos días, Sasuke —murmuró con suavidad, acercándose a él para saludarlo con un beso en la mejilla.
Él le devolvió la sonrisa mientras le pasaba una taza de té que había preparado a su gusto. A pesar de los años, todavía prestaba atención a cada pequeño detalle de ella.
—Buenos días, Hina. ¿Dormiste bien?
Ella asintió mientras tomaba un sorbo de su té y lo observaba, maravillada de cómo el paso del tiempo había cambiado algunas cosas en ellos, pero cómo otros aspectos, como su devoción mutua, solo habían crecido. El amor que sentía por él había madurado, y ahora era un sentimiento sereno y profundo, sólido como la tierra bajo sus pies.
Mientras compartían su desayuno, se oyeron pasos rápidos en el pasillo, seguidos de una vocecita alegre.
—¡Papá! ¡Mamá! —Una niña de grandes ojos y cabello oscuro entró en la cocina, corriendo y lanzándose directamente a los brazos de su padre. Sasuke la levantó con facilidad y la sentó en su regazo, sonriendo con ese amor que solo él y Hinata comprendían tan bien.
Himawari tenía seis años y poseía la calidez de su madre junto con la determinación de su padre. Sus ojos brillaban con curiosidad y energía, en su corta vida ya había demostrado tener un carácter firme, pero cariñoso, siendo un balance perfecto de ambos.
—¡Hoy vamos al parque, ¿verdad?! —preguntó emocionada, mientras abrazaba a su padre con una gran sonrisa en su rostro.
—Claro que sí, Hima —respondió Sasuke, acariciándole la cabeza con una sonrisa—. Prometimos que hoy pasaríamos todo el día juntos.
Hinata los miraba con ternura mientras recogía los platos del desayuno. Se sentía tan agradecida por la vida que habían construido juntos. Ver a Sasuke tan entregado a su hija y ser testigo de la relación que ambos tenían la llenaba de paz y alegría. Recordaba cuando, años atrás, pensaba que su relación estaba condenada al fracaso y sin embargo, allí estaban, formando una familia sólida y feliz.
Más tarde, en el parque, Sasuke y Hinata se sentaron juntos en una banca mientras su pequeña jugaba en la estructura de juegos. La risa de su hija llenaba el aire y Hinata se recargó en el hombro de Sasuke, quien entrelazó su mano con la suya, observando con calma el paisaje frente a ellos.
—¿Quién diría que llegaríamos hasta aquí? —murmuró Hinata, recordando los días llenos de dudas y miedos que habían quedado atrás.
Sasuke sonrió, asintiendo. —Hubo un tiempo en el que pensé que lo perdería todo, que no sabíamos cómo encajar el uno en la vida del otro. Realmente creí que me dejarías, pero ahora sé que cada esfuerzo valió la pena.
Hinata lo miró, conmovida por la sinceridad en sus palabras. Cada paso que habían dado, cada sacrificio, los había llevado a ese momento. Ya no había dolor, sino una paz compartida y un amor que había florecido y crecido, como las flores que rodeaban el parque en aquella primavera.
Mientras observaban a su hija jugar, Sasuke en un gesto reflexivo, le dio un suave apretón a la mano de Hinata.
—He estado pensando en algo —dijo él de repente—. Tal vez deberíamos hacer una pequeña escapada, solo los tres. Alejarnos de todo por un momento.
Hinata se giró hacia él, sorprendida y encantada con la idea.
—¿Un viaje? ¿Tienes algún lugar en mente?
Sasuke asintió, su mirada fija en el horizonte, como si estuviera pensando en todas las posibilidades. —Podríamos ir al campo, o a la playa. Algún lugar donde podamos desconectar. Pasar tiempo en familia.
Hinata asintió, y la emoción se reflejó en su sonrisa. Era exactamente lo que necesitaban. Un tiempo fuera del bullicio, un tiempo para ellos, para conectar y compartir recuerdos nuevos.
Días después, estaban en la playa, viendo el atardecer. La arena se sentía cálida bajo sus pies, y Himawari correteaba, dejando huellas diminutas junto a las de sus padres. El aire salado acariciaba su piel, y el sonido de las olas acompañaba cada uno de sus pasos.
Sasuke y Hinata caminaron tomados de la mano, recordando cómo sus vidas se habían entrelazado de formas que nunca imaginaron, cómo habían pasado de ser dos personas con miedos y cicatrices a una familia unida, en paz.
Al caer la noche, encendieron una pequeña fogata en la playa y se sentaron alrededor de ella. La pequeña estaba acurrucada en el regazo de Hinata, escuchando con atención mientras Sasuke le contaba historias de su niñez, y aunque él no era el mejor narrador, el brillo en sus ojos transmitía una calidez que su hija entendía perfectamente.
Hinata observó a Sasuke, sintiendo cómo su amor por él solo crecía con el tiempo. Había aprendido a entender sus silencios, sus miradas, sus sonrisas discretas, y sabía que él también la comprendía de la misma manera. Después de todo lo que habían vivido, ahora podían mirarse en silencio y saber exactamente lo que el otro sentía.
Cuando Himawari se quedó dormida, Sasuke la tomó en brazos y juntos, regresaron a la cabaña en la que se alojaban. Hinata observaba cómo él la acomodaba en la cama con ternura, y un sentimiento de paz y gratitud llenó su corazón. Allí estaba su vida, su amor, su futuro y el hombre que había demostrado estar dispuesto a todo por ella.
Sasuke se acercó y tomó la mano de Hinata, guiándola a la terraza. Desde allí podían ver las estrellas en el cielo despejado, un espectáculo silencioso y perfecto, que parecía reflejar todo lo que sentían.
—Hinata, gracias por no rendirte —dijo él, mirándola con una intensidad tranquila y genuina—. Gracias por confiar en mí, por darnos esta oportunidad.
Hinata sonrió, sintiendo cómo cada una de esas palabras la tocaba profundamente.
—Gracias a ti, Sasuke. Gracias por insistir, por ser tan terco por buscarme. —Rio suavemente, recordando aquel tiempo en el que él había luchado tanto por encontrarla.
Se miraron en silencio, el amor en sus ojos reflejando todos los momentos, los buenos y los difíciles, que los habían llevado hasta allí. En ese momento, bajo las estrellas y con el sonido de las olas de fondo, Hinata supo que no importaba lo que el futuro trajera; mientras estuvieran juntos, siempre encontrarían la forma de superar cualquier cosa.
Sus labios se unieron y se sintió completa.
Y así, en esa noche silenciosa y hermosa, Sasuke y Hinata, junto a su pequeña hija sintieron que, por fin habían encontrado su lugar en el mundo.
Notas de la autora: Ahora sí, ya está. No sé muy bien de donde salió este capítulo, pero creo que era necesario para cerrar esta historia.
Muchas gracias por todo.
Dejen sus comentarios y pensamientos.
Ya nos leemos en otra historia.
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Mi Chico Ideal [✔]
ФанфикEllas solo quería lo mejor para Hinata, así que harían que su amor secreto se hiciera realidad. No importaba si se trataba de Uchiha Sasuke, ellas harían que ese amor ideal se volviera verdadero. ¿El problema? Que Hinata jamás había dicho que él er...