8. DE MIL PENSAMIENTOS, TE REÚNO

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NARRA DARIO

Ambos estamos cara a cara en el ring de boxeo, y la ira inunda cada célula de mi cuerpo. Me embarga el odio y las ganas de matar a esta escoria, no sólo de derrotarlo. Hasta el momento en que vuelva a estrechar a Victoria entre mis brazos, no me interesa en absoluto carecer de humanidad y lo único que quiero es sembrar el dolor y sufrimiento, para que todo lo que pise quede vacío y sin vida, igual que mis entrañas.

Echo un vistazo rápido a mi pulsera, que está negra, lo que significa que Victoria está nerviosa, pero ¿por qué? Las preguntas sin respuesta inundan mi mente e intento relajarme, porque después de esta pelea, hay muchas posibilidades de que mañana esté en el puto Everest y la encuentre, y haga pedazos al idiota que la secuestró.

— No sé de lo que eres capaz, pero te juro que esta noche haré que te arrodilles ante mí—. Sebastián me susurra mientras se incorpora en posición de combate.

— Si no sabes de lo que soy capaz, ¿cómo diablos tienes el descaro de hablarme? — Enarco una ceja y, de no ser por el idiota del moderador en medio del ring de boxeo, le habría lanzado el primer puñetazo que lo habría dejado en coma intensivo.

Tras mi respuesta recibo una mirada de enfado por su parte, y lo único que oigo a continuación es a Vlad.

— En unos minutos comenzará el enfrentamiento del año que nos ha pillado a todos de improviso, pero eso es lo que más os gusta ¿no? Lo inesperado. Tengo a mi derecha al campeón del mes—, levanta la mano del ruso — Sebastián Kasseinski, y a mi izquierda—, no dejo que me toque y levanto solo la mano, lanzando una mirada de asco a todos los que nos observan — ¡al campeón que causó la muerte de su oponente diez años mayor que él de un solo puñetazo! Esta noche, los dos se enfrentarán no sólo por la bonita suma de quinientos mil euros, sino también por quién conservará el título de campeón del año. Así que, damas y caballeros, las luces se apagarán, y hasta que uno de los dos aquí presentes no pueda respirar, el combate no terminará. Que tengáis una buena velada, y los de la primera fila, retroceded un poco para que no os manchéis con la sangre de alguno de estos dos—. Baja del ring, mientras la sala permanece completamente a oscuras, y se encienden tres focos justo encima del cuadrilátero que captarán cada uno de nuestros golpes.

En mi interior siento como si una tormenta se desatara, llevándose y derribando todo a su paso. Mis nervios están a flor de piel y no me interesa nada de lo que va a pasar esta noche, excepto llegar a ella. La gente ha dejado de hablar y todos han enmudecido, esperando a ver cuál de los dos es el primero en atacar, y sin pensar en nada más, me dejo llevar por la adrenalina que corre por mis venas, y me dejo arrastrar por mis malsanos impulsos de embadurnar todo de sangre que no sea mía.

No estoy esperando a que me ataque, sino que ataco. El primer puñetazo que intento darle en la cara lo esquiva, pero no esquiva mi espinilla que lo golpea en el costado del abdomen. Se limpia la nariz y no dejo que se defienda, continuando atacándole con otro puñetazo en el pecho que lo hace perder ligeramente el equilibrio y me provoca una amplia sonrisa.

— Joder, ruso. Realmente no entiendo por qué te nombraron campeón—. Arrugo la nariz y el pobre bastardo se muestra furioso, pero no me causa más que diversión cuando su puño impacta contra mi brazo.

— El que ríe el último, ríe mejor. Trata de no tener tanta confianza en ti mismo, porque como dijo Vlad, yo tengo algo extra que tú no tienes, y si sigues siendo tan grosero, usaré las nuevas normas a mi favor...

Veo cómo sus ojos se oscurecen mientras espeta lo que dice, y mis golpes se acentúan contra su jeta y en su nuca al hacerlo chocar contra las cuerdas del ring. La sangre empieza a mancharle la sien, y a nuestro alrededor, en la oscuridad donde solo se ven las puntas de los cigarros encendidos, se oyen muchos vítores y me siento como un animal en un zoo donde tengo que divertir a los demás, pero pensar en Victoria me hace mirar mi brazalete que ha adquirido un color rojo.

No puedo renunciar a ella +21  #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora