Maratón 2/2
NARRA DARIO
Victoria se queda como un ovillo, con las manos tapándose la cabeza.
— ¿Victoria? ¿Te encuentras bien? — Entro en la cabina de ducha y la cojo en brazos, pero ella forcejea y me golpea con las manos y los pies mientras sus ojos derraman lágrimas.
Mi mujer está teniendo ahora un episodio que yo esperaba que tuviera según me dijo el médico. Anoche mientras dormía se despertó dos veces de una pesadilla pidiendo ayuda con los ojos llorosos, y dos veces la cogí en brazos y le di dos somníferos para calmarla, pero ahora no sé qué está pasando y la impotencia me vence.
— ¡No me toques! ¡NO ME TOQUES! — Sus puños entran en contacto con mi pecho, pero rápidamente la agarro por ambas muñecas, zarandeándola, tratando de hacerla volver a la realidad.
— ¡ABRE LOS OJOS Y MÍRAME! — Le fuerzo a abrir los ojos y veo cómo los pone en blanco.
— ¡No me toques! Por favor, no me toques... ¡Lamento lo que hice! — Empieza a llorar y luego con todas sus fuerzas se zafa de mis brazos y corre a la habitación, mientras yo salgo de la ducha y marco a Gery.
Victoria llora estigmatizada mientras se cubre con la manta hasta la cabeza. Enseguida se oye la voz de Gery.
— ¡Sí, Darío! ¿Qué ha pasado?
— Te necesito inmediatamente.
— En menos de diez minutos estaré allí. ¿Se trata de Victoria?
— Sí. Estaba jugando con ella y empezó a gritar y llorar, y de repente... está actuando raro...
— Probablemente hiciste algo que desencadenó un episodio postraumático. Anoche, cuando vine a darte las pastillas para el dolor, también te di pastillas para que se las tomara a primera hora de la mañana. ¿Se las tomó?
No he dormido desde ayer. Anoche después de que Victoria y yo hiciéramos esas cosas en la piscina, la llevé arriba y después de una segunda ronda de sexo, la metí en la cama y llamé a Gery para que me trajera unas pastillas para el dolor de la herida que le acababa de hacer, y le pregunté si había algo que pudiera tener o si lo que le había pasado podía desencadenar algo mientras tanto, y me dijo que no estaba seguro, pero que depende; luego me dio unas pastillas y otras para que las tomara al menos durante una semana, pero esta mañana me dio pena despertarla porque anoche ya había tenido pesadillas, y quería dejarla descansar.
— Durmió hasta tarde y no las tomó.
— Voy para allá. Ve junto a ella en la cama y habla despacio, intentando calmarla, y cuando llegue a tu casa me cuentas cómo te ha ido.
Cuelga mi llamada mientras yo observo desde la puerta cómo su cuerpo tiembla bajo las sábanas.
Antes de ir hacia ella, abro la puerta del clóset y saco de la percha un vestido con gatitos que usa como pijama, por si Gery aparece, que no se la encuentre así, porque tendría que matarlo y además de ser un buen médico, me cae bien.
Me paso la mano por el pelo mientras me siento en la cama a su lado. Parece hiperventilar y, retirando suavemente la sábana que la cubre, empiezo a acariciarle la espalda y la cabeza.
— Victoria, cariño, soy yo—. Pego su cabeza a mi pecho y al menos me alegro de que no me golpee y ya no se muestre tan agresiva.
Sus ojos se abren y me miran, pero no me dice nada, como si su cuerpo estuviera aquí, pero su mente muy lejos.
Tiene la cara pálida, como si hubiera visto un fantasma, y lo único que espero es que ese cabrón no le atormente, porque si no, voy a volar al Everest otra vez, y voy a lanzar 1000 granadas que harán volar toda la región por los aires, para que no quede ni una sola molécula de ese malnacido en ese aire viciado donde ha estado instalado.
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No puedo renunciar a ella +21 #2
RomansaSEGUNDO LIBRO... +21 Las escenas de sexo jamás resultarán más picantes, y el amor y la obsesión jamás se asemejarán tanto. Su fuego está alimentado por un deseo infinito de venganza, y su orgullo no le permitirá dejarse ver. Cree que ha encontrado...