30. Éramos Muchos y parió la abuela. pt. 2

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  Cuando llegamos al centro de la ciudad, Carlos me acompañó hasta la entrada del edificio donde se encontraba la oficina de la diseñadora.

  La recepcionista confirmó mi reunión y Carlos me acompañó hasta la puerta de la habitación del encuentro.

  Él me miró con una suave sonrisa, tratando de darme confianza.

—estoy nerviosa —seque mis manos en mi pantalón y apreté el boton para ir al último piso.

  Carlos me miró con simpatía y puso una mano consoladora sobre mi hombro.

—Relájate, vas a estar bien —dijo con tono tranquilizador mientras seguíamos caminando hacia el ascensor.

  Apreté el botón y el ascensor ascendió con nosotros adentro. Durante el viaje hacia el último piso, traté de calmarme, pero la tensión y los nervios se apoderaban de mí.

  Finalmente, el ascensor llegó al último piso.

  Carlos y yo salimos y fuimos recibió por otra recepcionista, quien nos guió hasta una habitación de conferencias. La puerta se abrió con un leve chasquido, y Carlos me dio un último apretón de mano antes de despedirse.

  Entre en silencio a la sala y estaba solo ella y otros tres más.

—ahm, hola buenas tardes —dije y me quedé parada allí, incomoda, senti como todos me veian de arriba para abajo, como si pudieran ver mi interior.

  La diseñadora, una mujer robusta y elegante, levantó ligeramente la vista de sus notas y me dedicó una sonrisa cortante.

—Ah, has llegado —dijo con un toque de desdén en su voz.

  Los otros tres individuos en la habitación también me miraron de arriba hacia abajo, con expresiones de desinterés.

  Me acerqué a la mesa y me senté en la única silla vacía que había allí. Me sentía pequeña e intimidada frente a la fría bienvenida de los presentes.

  Traté de mantener la calma y reunir valor para comenzar la reunión, pero era difícil no sentir una opresión en el pecho por la tensión en el ambiente.

—bueno supongo que se tomaron el tiempo de leer algunas de las ideas que mi asistente les hizo llegar por correo —les sonreí al ver mis pequeños garabatos en la pizarra expuestos.

La diseñadora me miró con una sonrisa despectiva y levantó la mano para cortar mis palabras.

—Sí, sí, tuvimos el placer de recibir tu correo y tus... digamos, garabatos —dijo con un tono de burla en su voz.

  Los otros tres individuos en la habitación rieron ligeramente, haciéndose eco de su actitud.

  Y estos bully's chimbos?

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Please, Forward - Carlos Sainz ೀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora