Caos

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Después de una buena ducha Katsuki se mantenía callado y apenas le respondía con monosílabos al llegar a su nido.

--¿Quieres que te traiga algo? -pregunto al acariciar su cabello.

--No -suspiro cansado.

--¿Seguro? ¿Nada?

--Bueno, quiero que me dejes de mirar con pena, sabes bien que me molesta que lo hagas. Sea lo que sea que te haya dicho, olvídalo. No fue buena idea dejar que él hablara.

--Sí, creo que será mejor que olvide que me confesaste sentir celos de Uraraka -dijo divertido al ver la cara molesta y roja del rubio.

--¡Definitivamente, olvídalo! -grito mientras trataba de alejarlo, ya que se habían acostado y el pecoso lo tenía preso en sus brazos- ¡Suéltame! ¡Ni se te ocurra hacerle caso, jamás estaría celoso por algo como eso!

--Yo sé que si lo estás -dijo riendo.

--¡Que no!

--Acéptalo.

--¡Jamás!

Así le gustaba, al menos ahora Katsuki ya no se veía triste y esperaba que nada malo pase al día siguiente.

--Te a... -no pudo terminar, pues el rubio cubrió su boca muy avergonzado, entendía que le cuesta escucharlo.

--Lo sé, no seas tan meloso idiota. No necesito que me digas lo que ya sé. -dijo mientras se dejaba mimar por el alfa verdoso.

No negaría que se sentía igual, pero gracias a su orgullo no pensaba decírselo, suficiente tiene con demostrarlo.

El día paso muy rápido para desgracia del rubio, pues no estaba seguro de aguantar otra vez sin el olor a roble y ni que hablar de su parte animal que se ponía ansioso por ir con él.

--Estarás bien -dijo el pecoso quien venía a su costado caminando hasta poder llegar a su salón, pero unas chicas comenzaron a murmurar al verlo cosa que no paso desapercibido para el otro.

--Lo estaría si hubieses dejado que te marque -habló en voz baja aunque sin evitar llamar la atención.

--Jajaja, qué gracioso. Acuérdate donde estamos -regaño en un susurro al notar las miradas curiosas.

Izuku no lo hacía porque él se sintiera mal por la relación que tienen, lo hacía por qué sabía que su pareja aún no estaba del todo listo para decir la verdad de su casta y mucho menos con quién está saliendo. No mentiría, le duele no poder presumirlo, pues es parte de su instinto.

--Detesto esto -dijo entre dientes mientras apretaba su puño.

--Ya somos dos.

Al llegar al salón lo primero que los ojos del alfa rubio buscaron fue a la maldita de Ochaco, quien para su suerte no se veía diferente, pero por la actitud que tomo al ver al pecoso sus garras y dientes se dieron a relucir.

No supo a qué hora su pareja paso para ir a su asiento siendo recibido por aquella perra quien le sonreía tiernamente a la vez que liberaba pocas de sus feromonas para comenzar a marcarlo.

“Nos lo quiere quitar”

Escucho la voz de su lobo, quien al parecer estaba inquieto al ver como Izuku no se daba cuenta de la intención de la castaña.

--Así que era verdad que eso dos están saliendo -escuchó hablar a una de sus compañeras- Ahora llego con un delicioso aroma y tal parece era de ese chico.

“Mierda” -pensó, pues sabía que ese aroma se debía a que ayer la chica entro cuando Izuku lo estaba marcando con sus feromonas después de clases y tal vez el que fuera cargada para ser llevada a la enfermería empeoró la situación.

Tenía que moverse, pero simplemente su cuerpo se negaba a dar un paso más.

“Idiota, que hiciste” -se regañó, ya que él fue quien propuso... - “Carajo”

Su voz de mando, es un estúpido, obviamente la orden que le haya dado seguiría sonando en su cabeza, tal vez no lo que dijo, pero con el simple hecho de que recuerde que recibió una orden del pecoso la haría creer que Izuku quería tener algo con ella.

“Alfa”

Su respiración comenzó a fallar.

“ME AHOGO”

Todo es su culpa.

“Ayúdanos...”

Sus feromonas se descontrolaron, el parche que lo reprimía comenzó a cambiar de color al no poder retenerlo.

--Deku... -susurro, se sentía débil, iba a caer, pero una mano lo sujeto y al alzar la mirada se topó con los ojos verdes de su chico.

--Cuidado Kacchan -dijo mientras lo veía preocupado- Estás pálido. ¿Qué te paso?

Quería hablar, decirle que estaba bien, pero simplemente las palabras no querían salir.

Tenía la mirada de todos sobre él, podía sacar ventaja y decirle a todos que Izuku le pertenece, pero si su lobo no se calmaba, nada podía hacer.

--Kacchan, no me asustes -dijo al notar su leve temblor- Vamos al baño, luego te llevo a la enfermería -dijo antes de sacarlo del salón- Dime que paso.

--Casa. Nido. -respondió al estar a una distancia prudente de su aula.

--Ok, vámonos -dijo mirando para los lados antes de agarrar su cara y plantarle un beso, pues sabia que toda esa situación se le estaba saliendo de las manos, su parte animal se lo confeso y si ellos no se calman tal vez algo más grave pase que un simple ataque de ansiedad. -Amor, tranquilo, respira -saco el parche que tapaba su glándula de olor para comenzar a esparcir feromonas que lo calmen y poco a poco funcionó- Respira.

--Ya... N-No se que me paso... Gracias. 

--¿Aún quieres ir a casa? -preguntó recibiendo una negativa.

--Ya estoy mejor, más bien, ya ponte el parche. Suficiente tengo con que la maldita esa este tras de ti, y ni hablar que ahora todo el maldito salón creen que son pareja cuando no es verdad! 

--Entonces diles. -dijo acercándolo sin percatarse de la otra presencia- Cariño, por favor, esto también me está matando.

--Es que...

--¡¿Qué es lo que pasa aquí?!

Aquella voz los asusto.

Ya todo se fue a la mierda.

ContraNatural (DkBk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora