¿Quién soy...?
—los humanos... pueden hacer milagros.
¿Qué Soy...?
—No fue un milagro...
¿Qué es... Lo que hago aquí...?
———.
Alivio y dicha fueron representados por lágrimas que brotaron de los tres Caballeros Dorados, se irían tranquilos, les habían dejado el camino libre a los más jóvenes Caballeros.La gran luz del Cosmos atrapó a todos los que tenia a su alrededor, llevándolos consigo, la luz había atravesado el techo hasta llegar al cielo, donde se fue disolviendo al haber acabado su misión.
Todo el lugar quedó en silencio.
Los ojos de la pequeña Apéndice se llenaron de finas lágrimas que corrieron por sus mejillas, había perdido a su Maestro, que más que eso, era como un Padre para ella. Había perdido a ambos.
Una estrella fugaz pasó, a gran velocidad, por los famosos 5 Picos de China. Tanto madre, como hijo, no pudieron bloquear el mar de lágrimas que corrieron de sus ojos. El pecho les dolía, y no sabían cómo sacar ese horrible sentimiento.
El labio de Saori temblaba, haciendo que las lágrimas corrieran más rápido. Su respiración se había agitado, con un sentimiento que no había sentido desde hace casi 15 años.
Había empezado a tener miedo. Nunca, en alguna otra batalla, habían llegado al extremo de tener que usar la Exclamación de Athena como último recurso.
Estaba perdiendo a todos los que amaba. Genbu, Ikki, y ahora Shiryu, Kiki y Fudo. Le dolía más el de Aries, hace apenas que se había reencontrado con su Maestro y cuidador, como para que ahora ya no los volvería a ver. La muerte no devuelve.
Tenía miedo de seguir fallando, y ahora no quería arriesgar a los dos Caballeros a su lado.
Harbinger no cabía de la confusión y el enojo. ¿Por qué hacer eso? ¿Para que peleaban así? Él no entendía las razones de todos, quería comprender, quería saber por qué sacrificarse así nada más. Quería saber cuáles eran los verdaderos propósitos.
Un quejido los saco de sus pensamientos. —— Seiya. —— Saori no había perdido el tiempo, sin importarle la suciedad del polvo, se arrodilló en el suelo, acunando el rostro de su amigo y dando ligeros masajes para hacerlo reaccionar. —— Seiya, despierta.
Y lo hizo, mas no pasó medio segundo para que Seiya se soltara a llorar, aún con las manos de Saori en sus mejillas. Sagitario arrugó el rostro lleno de impotencia, gruñendo y llorando al no sentir el Cosmos de sus tres amigos Dorados.
—— No, Saori... Ellos no... Por favor. —— y aunque su voz apenas fue audible, era lo suficiente para que Athena apretara los ojos con fuerza. El llanto de Seiya estaba subiendo de nivel. —— ¿Qué pasará con Raki? —— continuó balbuceando. Tauro lo veía fijamente, que hasta sus ojos se habían aguadado por la forma en que Seiya rogaba. Le estaba doliendo verlo así. —— sus papás han muerto... Es sólo una bebé.
—— no te preocupes por eso, Seiya. —— ambos hermanos voltearon a ver al toro, aun con los ojos apagados. —— como buen amigo de Kiki. Yo cuidaré de la pequeña Raki.
Seiya asintió, tratando de estar convencido, pero apenas fueron segundos para que el llanto invadiera su cara nuevamente. —— ¿por qué todos se están yendo?
Una pregunta que Saori no tenía cómo responder. Y menos a alguien como Seiya.
Seiya había cambiado muchísimo, no era el mismo de hace quince años. Cuán tan fea sea la situación, Seiya siempre era aquel que buscaba una solución o el lado positivo. La alegría, astucia y fuerza era algo que ya no se encontraba en su corazón, ahora era mucho más sensible de manera preocupante.
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Problemas Familiares.
Fiksi Penggemar> Seiya el caballero de pegaso, el más leal a su Diosa Athena, decide abrir las puertas de su corazón al amor. La vida le bendijo dándole dos hermosos mellizos. Pero su felicidad se fue turbada gracias a una guerra que lo dejó encerrado en lo más p...