Capítulo 9: La Noche del Juicio

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Aether:

El aire en la sala de reuniones era denso, cargado de un silencio que presagiaba el caos. Prieto Alfano se había convertido en el objetivo número uno, y mi padre y yo ya no éramos los mismos hombres que habíamos sido antes. Esta vez, la brutalidad sería nuestra única salida.

Dionisios y yo habíamos trazado el plan con precisión quirúrgica. Mi madre, para todos nosotros, estaba muerta, y la rabia dentro de mí se acumulaba como el filo de una daga a punto de hundirse en carne enemiga.

—Vamos a hacer que Prieto sienta el mismo dolor —dije, casi sin reconocer mi propia voz. —Va a pagar por cada segundo que nos ha quitado.

Mi padre asintió, pero su mirada era distante. La pérdida le pesaba en el alma, aunque se esforzaba por mostrarme la fortaleza que tanto me exigió desde que cumplí quince. Él también quería destrozar a Alfano, pero lo hacía desde el dolor contenido de un hombre que sabe que no puede derrumbarse frente a su hijo.

La primera fase del plan consistía en infiltrar sus operaciones en la costa. Su red de contrabando era uno de sus puntos más fuertes, y romper esa cadena sería un golpe directo a su poder. Para mí, no había marcha atrás. Cada movimiento, cada paso debía ser meticulosamente calculado, porque esta vez no iba a dejar que nos robaran algo más.

—¿A qué hora lo hacemos? —pregunté, mirando a mi padre.

Él se levantó de su silla y caminó hacia el mapa sobre la mesa, su dedo recorriendo las rutas comerciales de Alfano. Sabía exactamente lo que teníamos que hacer. Sabía lo que representaba para mí.

—A las tres de la mañana —respondió, y aunque su tono era firme, podía percibir la tensión en su voz—. Los hombres de Alfano están demasiado confiados, creen que no tenemos ni idea de su operación. Es hora de darles una sorpresa.

El aire de la habitación se volvió aún más pesado. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que mi padre y yo trabajamos juntos en algo tan... personal. Esta vez, no solo estábamos luchando contra un enemigo, estábamos luchando por nuestra familia, por lo que nos quedaba de ella. Y, más importante aún, por lo que perdimos.

A medida que el plan tomaba forma, algo dentro de mí comenzaba a desbordarse. Cada pensamiento, cada recuerdo de mi madre, se estrellaba contra mis muros interiores, y aunque me decía a mí mismo que estaba haciendo lo correcto, que era el único camino posible, la verdad era que estaba al borde de la locura.

Mi madre... ¿cómo había sido posible? En mi mente, no podía dejar de verla, su rostro, su risa, su abrazo. Pensé en su valentía, en cómo había enfrentado todo por nuestra familia. No sabía si lo que sentía era rabia o tristeza, o si, tal vez, ambos sentimientos se habían fusionado en algo mucho más oscuro.

Dejé que mi mente vagara por esos recuerdos mientras Dionisios se encargaba de dar órdenes a sus hombres. Cerré los ojos por un momento, buscando algo de paz en medio de este caos que me envolvía, pero la sensación de pérdida era demasiado fuerte. No podía dejar de pensar en lo que habíamos perdido, y en cómo todo se había derrumbado.

—Es hora de irnos —dijo mi padre, rompiendo mis pensamientos. Me miró, y por un instante, sentí que podía ver la misma desesperación reflejada en sus ojos.

Nos dirigimos hacia el coche, y antes de salir, mi padre me dio un último consejo.

—Aether —me dijo, mirando a los hombres que ya se preparaban para la misión—, no dejes que la ira te nuble el juicio. Este es solo el primer paso. No olvides que el enemigo está preparado para responder.

—No te preocupes, padre —respondí, mi voz resonando con una dureza que ni siquiera yo mismo reconocía—. No lo dejaré escapar.

La carretera se extendía frente a nosotros, vacía y desolada, como todo lo que habíamos perdido. Al llegar al punto de encuentro con nuestros aliados, la tensión era palpable. Los hombres estaban listos, y cada uno de ellos sabía lo que estaba en juego.

Nos dirigimos hacia el lugar donde se almacenaban los cargamentos de Alfano, un complejo en la costa que había sido custodiado por más de una docena de hombres. Pero no sabían que esa noche no tendrían tiempo de reaccionar. Cada paso, cada movimiento estaba diseñado para darles un golpe que los dejara sin respiro.

Una vez dentro, mi mente se concentró en lo que debía hacer: eliminar a los sentinelas, destruir los cargamentos y eliminar cualquier rastro que nos pudiera vincular a este ataque. Todo estaba perfectamente planificado, hasta el último detalle. Sin embargo, mientras nos acercábamos al núcleo del complejo, mi mente no dejaba de regresar a lo mismo: Prieto Alfano.

Este hombre había hecho más que solo amenazar a mi familia. Él había tocado lo más profundo de mi ser, y no descansaría hasta verlo caer de rodillas, suplicando por su vida. El plan era simple, pero efectivo: no solo íbamos a destruir su imperio, sino que íbamos a destrozar su mundo, como él lo hizo con el nuestro.

De repente, escuché el sonido de disparos. La primera ronda había comenzado. Y en ese momento, todo lo que sentí fue claridad. No había tiempo para dudas. No había espacio para compasión.

La pelea que siguió fue brutal. Mis hombres se lanzaron al ataque con una furia imparable, y yo no tardé en unirme a ellos. Vi los rostros de nuestros enemigos, y aunque sabía que eran hombres que no dudarían en matarnos, lo único que pude sentir fue una frialdad imparable. La furia en mis venas se apagó por completo, dejando solo una necesidad de destrucción, de venganza.

—No te distraigas —me dijo, y su voz era baja, pero cargada de gravedad—. La red de Alfano es más grande de lo que creemos. No puedes bajar la guardia.

Nos movimos con más cautela, pero el caos seguía. Cuando llegamos al centro de operaciones, la situación era aún más peligrosa de lo que habíamos anticipado. Las defensas mágicas de Alfano eran poderosas. El almacén, que pensábamos que destruiríamos en minutos, era en realidad solo un punto de partida. El verdadero objetivo era el corazón de su imperio: su sede secreta en la ciudad.

Lo que no sabíamos era que Alfano había preparado una trampa. Al principio, nos parecía que habíamos ganado, pero la resistencia aumentó. Los hombres de Alfano se reagruparon y comenzaron a contraatacar con una ferocidad inesperada. Los hechizos que lanzaba mi padre ya no eran tan efectivos. La energía a nuestro alrededor estaba alterada, y la magia comenzaba a flaquear. Teníamos que pensar rápido.

Entonces, escuché la voz de mi padre, firme, pero con una carga emocional que no había escuchado en mucho tiempo.

—No te olvides de lo que está en juego. Esto no es solo por venganza, es por nuestra familia, Aether.

Sus palabras me atravesaron como un rayo. Y aunque todo a mi alrededor estaba cayendo, aunque el caos parecía estar alcanzando su punto máximo, recordé lo que realmente importaba. Esta batalla no era solo sobre destruir a Alfano, sino sobre proteger lo que quedaba de nosotros. Lo haríamos, no solo por venganza, sino por la promesa de un futuro libre del miedo que él nos había impuesto.
La noche aún no terminaba. Y la guerra estaba lejos de acabar..



































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CRIADO PARA LA MAFIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora