Aether:La ciudad de Atenas se extendía ante mí, inmutable, como siempre. Desde mi oficina, el bullicio de las calles, las luces que parpadeaban en la distancia, todo me parecía distante, ajeno. La vida seguía su curso mientras yo permanecía atrapado en una niebla densa de pensamientos que me ahogaban. Podía ver las luces reflejándose en el vidrio de la ventana, pero en mi mente solo había sombras. Sombras de una vida que, aunque parecía tener todo lo que deseaba, estaba vacía.
Una llamada rompió el silencio, sacándome de mis pensamientos oscuros. El sonido del teléfono sonaba insistentemente, como si el destino estuviera tratando de darme una última oportunidad antes de que todo se desmoronara. Miré la pantalla y vi el nombre de Markos. No era una llamada común. Él nunca me llamaba sin una razón de peso. Y lo sabía. La ansiedad me recorrió al instante. Algo no estaba bien.
— Aether...— la voz de Markos llegó temblorosa, una grieta en la habitual firmeza que siempre me transmitía. Había algo en su tono que me heló por dentro.
Lo supe al instante. Algo había ocurrido. Algo grave.
— ¿Qué ha pasado?— mi voz sonó más tranquila de lo que me sentía en ese momento. Una máscara que había aprendido a poner frente a todo el mundo. Pero dentro de mí, algo se retorcía, como si el aire en mis pulmones se hubiera vuelto más denso, más espeso.
Markos vaciló. El silencio entre nosotros era insoportable, como si las palabras no pudieran encontrar su camino.
— Rhea...— finalmente, la palabra llegó. Y en ella, todo lo que necesitaba saber. Todo lo que temía escuchar. Mi madre.
Mi mente se detuvo por un segundo. Mi madre... Rhea, la mujer que me había dado la vida, que me había formado, que me había enseñado lo que significaba ser parte de esta familia y lo que significaba sobrevivir a ella. La mujer que, a pesar de todo el caos que nos rodeaba, había sido mi única constante, mi único refugio. La idea de que algo le hubiera pasado me sacudió como un golpe directo al corazón.
— ¿Cómo? — fue lo único que pude decir. La pregunta salió en un susurro. Quería entender. Quería saber cómo, por qué, cómo había sucedido algo tan monstruoso.
Markos tomó aire, y su voz se volvió aún más grave. Como si también se preparara para soltar una verdad que no podría deshacerse.
— Fue un ataque. Un ataque organizado. Uno de los enemigos de tu padre. Ellos... ellos han dado la orden de eliminarla, Aether. Lo sentimos...
Mi respiración se aceleró. Todo lo que había creído que era una constante en mi vida, todo lo que me mantenía cuerdo en medio del caos, ahora se desmoronaba frente a mí. Mi madre, Rhea, la mujer que siempre había sido la roca en medio del caos de la mafia, ahora era una víctima más. Y lo peor de todo era que mi padre, Dionisios Konstantinou, el hombre que había construido su imperio sobre cadáveres, no había podido protegerla. No había podido proteger a la única persona que había hecho que el monstruo que era yo siguiera respirando.
Una ráfaga de furia me recorrió, tan violenta como la tormenta que siempre se había gestado dentro de mí, pero que nunca había tenido la oportunidad de liberar.
— ¿Dónde está? — pregunté, con un tono que apenas reconocía. Algo había cambiado en mi voz, una peligrosidad que nunca había mostrado antes. El miedo, la incertidumbre, el dolor. Todo eso se estaba transformando en algo mucho más oscuro.
Markos dudó. Como si quisiera encontrar las palabras adecuadas, pero sabía que no las había.
— No lo sabemos aún, Aether. El ataque fue... letal. No pudieron salvarla...
Una punzada de dolor atravesó mi pecho, algo mucho más profundo que cualquier herida física. Mi madre... Rhea... muerta. Y yo, incapaz de hacer algo, incapaz de protegerla. Estaba solo. Completamente solo. Todo lo que había hecho, todo lo que había construido a su lado, se venía abajo en un segundo.
Mi mente empezó a girar. El vacío que sentía dentro de mí no se podía llenar con nada. No podía pensar, no podía actuar, pero sabía que tenía que hacerlo. Sabía que la única respuesta a lo que estaba sucediendo era una venganza. Una venganza que iba a ser mucho más dolorosa que cualquier cosa que ellos pudieran imaginar.
Mi madre, la mujer que me había dado el aliento para seguir luchando, había sido despojada de su vida por gente que ni siquiera comprendía el precio de enfrentarse a alguien como yo. Ellos no sabían lo que acababan de hacer. Nadie lo sabía.
El silencio llenó la habitación mientras procesaba las palabras de Markos. Mi respiración se volvía cada vez más pesada, como si el aire se estuviera agotando, como si todo lo que existiera en este maldito mundo estuviera apagado. Y, sin embargo, la única sensación que crecía dentro de mí era la furia. La rabia. Un deseo de destrucción que no podría detenerse.
— Prepárate.— le dije a Markos, mi voz cortante, fría, calculadora. — Voy a hacerles pagar por esto. A todos. Nadie se salvará.
Colgué la llamada sin esperar más respuestas. No había más palabras que pudiera escuchar, no había más excusas. La única cosa que importaba ahora era la venganza, y yo iba a asegurarme de que ellos sufrieran como nunca antes.
Me giré hacia la ventana, observando las luces de la ciudad que seguían brillando como si nada hubiera cambiado. Pero yo sabía que todo estaba a punto de cambiar. Todo lo que había hecho hasta ahora había sido una preparación para este momento. Una preparación para convertirme en lo que mi familia siempre había temido que fuera. Un hombre imparable. Un demonio. Y ahora, ese demonio iba a despertar con más fuerza que nunca.
No podía dejar que ellos ganaran. No podía permitir que mi madre muriera en vano. La mafia, mis enemigos, mi padre... todos pagarían el precio de esta traición. Y yo lo haría con las manos limpias, porque lo que estaba por venir no era solo venganza. Era el principio de una nueva era. Mi era.
Helloooooo nenisssss, que tal les pareció el primer capítulo? 🥴
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CRIADO PARA LA MAFIA
RomanceAether Konstantinou no es un hombre común. Criado bajo la sombra de uno de los capos más temidos de la mafia griega, su vida ha sido un campo de entrenamiento constante, un curso intensivo en crueldad y poder. En su mundo, la debilidad es sinónimo d...