Capítulo 21

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El aire en el gran salón es denso, cargado de una tensión casi palpable. Cada paso que das parece resonar en el silencio, y el eco de tus pisadas se siente casi abrumador. No sabes qué esperar, pero la mezcla de ansiedad y resignación en tu pecho te da una idea de lo que te encontrarás al entrar. Cruzas el umbral, y la escena ante ti te golpea como una descarga de frío en la piel.

En el centro del salón, en el suelo, está Jungkook, atado con las manos a la espalda. Su postura es rígida y, aunque no puede verte, su figura proyecta una mezcla de rabia y desamparo que jamás habías visto en él. Los lazos en sus muñecas están tensos, asegurados de tal manera que, aunque intentara transformarse en lobo, le sería imposible liberarse. Lo único que puedes ver de él es su espalda y sus hombros descubiertos, tensos bajo la luz tenue del salón.

Alzas la mirada y ves a Jimin, sentado en el centro de la sala. Suga y J-Hope permanecen a cada lado de él, como estatuas de piedra, sus rostros firmes, observando a Jungkook con una intensidad que te hace entender que esta situación es de vida o muerte. Jimin es un enigma: su rostro, sereno y serio, no muestra ninguna emoción que pueda traicionar sus pensamientos.

Das un paso más, acercándote a Jungkook, y en ese momento notas las marcas que cubren sus brazos y su cuello. Son heridas frescas que no estaban allí cuando lo viste en el bosque. Los labios partidos, hematomas en sus mejillas y cuello... está claro que J-Hope y Suga se tomaron la justicia en sus propias manos antes de presentarlo ante el alfa. A pesar de todo, Jungkook no emite ni un sonido. No intenta moverse, ni siquiera se esfuerza por alzar la cabeza.

Jimin te observa en silencio, su rostro imperturbable, un enigma que solo él puede descifrar. Sus ojos oscuros no dejan escapar nada, ni la más mínima señal de lo que está pensando o sintiendo. Finalmente, con voz baja pero cargada de autoridad, rompe el silencio:

—Iroha, acércate.

Asientes y avanzas hasta quedar junto a él, aunque tus ojos no pueden evitar desviarse una vez más hacia Jungkook, que sigue con la mirada fija en el suelo. La distancia entre ustedes parece infinita. Él no intenta mirarte ni buscar una señal de apoyo, como si estuviera resignado a enfrentar las consecuencias de sus acciones solo.

—Jungkook —dice Jimin, con voz profunda y serena, aunque cargada de una frialdad que te hiela el alma—. ¿Sabes por qué estás aquí?

Jungkook no responde de inmediato, pero cuando lo hace, su voz es ronca, apenas un susurro.

—Sí... lo sé.

Jimin mantiene el silencio por un instante, sus ojos fijos en Jungkook, y luego su mirada se vuelve hacia ti. Sientes el peso de su observación, como si estuviera evaluando cada una de tus emociones, buscando alguna señal de debilidad o duda.

—Iroha, quiero que compartas lo que viste y viviste en el bosque —dice, su tono es tan frío como la expresión en su rostro—. Como beta y testigo, tu perspectiva es esencial para entender la gravedad de la situación.

La atención de todos en el salón recae sobre ti, y sientes la presión de tu rol como beta y la responsabilidad de dar una respuesta que sea justa, tanto para la manada como para Jungkook.

Respiras hondo, eligiendo tus palabras con cuidado.

Sientes la presión de cada mirada sobre ti. Sabes que cada palabra cuenta y que debes ser cuidadosa. No puedes decir la verdad completa; no puedes decir que Jungkook quería quitarse la vida y tampoco puedes sugerir que Jungkook intentó atacarte. Cada elección que hagas influirá en su destino, y estás decidida a protegerlo.

—Lo que ocurrió en el bosque fue un momento de... tensión, alfa —respondes, eligiendo tus palabras con cuidado—. Jungkook y yo discutimos. Ha estado enfrentando algo difícil, sintiéndose... fuera de lugar. Pero no percibí ninguna amenaza hacia mí. Más bien... sentí que estaba luchando consigo mismo.

LOBA | Jimin  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora