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Este capítulo cuenta con contenido sobre violencia y abuso•


Cuando desperté, la luz de la mañana se filtraba débilmente por la ventana, dándome esa sensación de incomodidad en el cuerpo. Me senté en el sofá, rascándome la cabeza con el cabello alborotado, sintiendo el peso del sueño en cada movimiento. Había algo raro en el aire, algo que no cuadraba, pero no sabía qué era exactamente, sin contar que me dormí en el sofá y que también sentí un leve aroma dulce al despertar pero que luego desapareció. Mis ojos se desplazaron por el lugar y por un momento, me sentí confundido al estar en la sala y no en mi cuarto, con un silencio llenando el espacio.

Entonces, lo recordé.
La mochila de Félix ya no estaba en mesa, donde la había dejado. Recordaba haberla puesto allí anoche, cuidada por mi impermeable, pero esa sí estaba en la mesa. Me acerqué al área donde estaba, y me detuve un instante, preguntándome si tal vez había dormido más de lo que pensaba, si había dejado todo en su lugar y luego olvidado. Pero no.

Sentí una punzada de frustración.
¿Cuándo se había llevado la maldita mochila? ¿Y cómo no me di cuenta? ¿Habrá querido hablar pero me vio dormido? ¡Me vio dormir! Un poco desconcertado, empecé a revisar por el resto de la casa, y en mi mente resonaba una pregunta que no podía dejar de repetirse: ¿Felix estuvo aquí finalmente? Ese pecoso se dignó a pisar el departamento y luego irse. Recordaba vagamente el ajetreo de los últimos días, las tensiones, pero la idea de que Felix hubiera vuelto y se hubiera llevado la mochila me era... molesta, como si algo se hubiera escapado entre nosotros. Como si continuara intentando huir, no podía entender por qué no lo había notado.

Frustrado, salí al pasillo, mirando hacia la habitación de Félix cerrada, con un nudo en el estómago. Caminé hacia su puerta, con la respiración acelerada, con la esperanza de que al menos estuviera allí, al menos ver que había vuelto a ser mi compañero de cuarto. Pero al abrir la puerta, el cuarto estaba vacío. El colchón intacto, las sábanas perfectamente estiradas. No había ni rastro de su presencia.

El golpe de realidad me impactó como un puño. Mi pecho se tensó, y por un momento me quedé allí, quieto, como si todo alrededor hubiera dejado de existir. ¿Dónde se estaba quedando Felix?

Mi mente comenzó a llenarse de preguntas y dudas. ¿Había llegado en medio de la noche o madrugada sin decir nada? ¿Ya no piensa regresar nunca? Pero, lo que más me molestaba, lo que realmente me comía por dentro, era la sensación de estar perdiendo el control sobre algo que no entendía. No podía explicarme qué había sucedido, ni qué estaba pasando entre nosotros, pero estaba claro que algo estaba mal.

Al inicio cuando llegó, quise controlar todo mi territorio, pero ahora, se me era imposible saber siquiera dónde estaba ese chico, como si fuera alguien imposible de controlar o manipular.
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La tarde de mi viernes parecía arrastrarse con una pesadez insoportable. caminaba por los pasillos de la universidad, una de esas horas largas y vacías entre clases que te hacían preguntarte por qué existía tanto espacio entre el deber y el deseo de irse a casa.
Cada paso resonaba en mi mente, pero nada de lo que ocurría a su alrededor le prestaba atención. Los murmullos de los estudiantes, las miradas de las chicas, las risas que llenaban los corredores, el bullicio habitual, todo eso parecía ser solo un ruido distante que apenas alcanzaba a registrarse en mis pensamientos.

En mi cabeza solo rondaba una cosa: Felix.

Desde hacía unos días, algo no andaba bien con él. Desaparecía sin explicación, se ponía evasivo. ¿Dónde diablos estaba? me preguntaba una y otra vez. Había algo que no me cuadraba. Y aunque me molestaba, no sabía por qué. Solo... me irritaba verlo tan distante. Aún más luego de lo que pasó en la biblioteca.

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⏰ Última actualización: 4 hours ago ⏰

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Convivencia peligrosa | HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora