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Al día siguiente debía admitir que no se quería ni levantar, aunque era casi medio día, los recuerdos de la noche pasada buscando desesperadamente el aroma de un alfa, específicamente el de Hyunjin, lo abrumaba.
Sentía que se quería tirar de un puente, esa sensación de tener que depender del aroma de alguien que no le agradaba pero a la vez olía increíblemente bien lo estaba confundiendo mucho y él sólo era un omega necesitado en búsqueda de superar su tratamiento.

Félix se despertó envuelto en las sábanas de Hyunjin, aún saturado por su aroma tan característico que se mezclaba con la suavidad de la cama. Se sentía extrañamente embriagado por la fragancia del alfa, una mezcla de algo masculino y dominante que lo envolvía como una manta cálida. Aún confuso por lo que había hecho la noche anterior al vestirse con ropa ajena, decidió que necesitaba más de ese aroma, algo que lo conectara más a esa presencia que tanto le daba la paz que ocupaba desde el segundo que se retiró los parches.

Con determinación, se levantó de la cama y comenzó a explorar el cuarto de Hyunjin en búsqueda de algo más. Abrió el armario, revelando una colección de ropa que era totalmente representativa de él: camisetas con diseños de marca, finas, o también sin mangas, sudaderas cómodas y pantalones que parecían hechos para resaltar su figura atlética o también holgados y baggys . El simple acto de tocar su ropa lo hizo sentir algo que no quería reconocer.

Mientras exploraba, encontró una estantería con varios relojes y anillos, cada uno más impresionante que el anterior, y su mente divagó en pensamientos sobre la personalidad de Hyunjin. Esa mezcla de lujo y comodidad, todo lo que representaba el alfa, lo hizo sentir una punzada. ¿Pero a quién lo podía culpa? Era un efecto de su tratamiento.

Sus ojos se posaron en la mesita de noche, y al abrir el cajón, sus mejillas se sonrojaron al descubrir los boxers de marca que usaba, algunos nuevos y otros desgastados, algo marcados. Tela suave que lo envolvía, la idea de que esa ropa íntima perteneciera a Hyunjin lo hizo dudar por un momento. Sin embargo, la curiosidad pudo más que la razón, y siguió buscando en el cajón.

Fue entonces cuando sus dedos encontraron una caja con condones y un frasco de lubricante. El corazón le dio un vuelco.
Felix se sentía juguetón desde ayer y esa sensación de hacer algo prohibido lo emocionaba. Sin pensarlo, tomó un condón, abriéndolo y lo sostuvo en su pequeña mano, sintiendo el frío del látex entre sus dedos.

Con el ritmo acelerado de su corazón, se dirigió de nuevo a la cama. Se sentó en el borde, dejando que el aroma del cuarto de Hyunjin lo envolviera por completo. Sin pensar en las consecuencias, empezó a bajarse los pantalones deportivos que había tomado prestados de él, sintiendo la tela deslizándose por su piel.

Con la respiración entrecortada, se puso el condón en la mano, metiendo dos dedos en el interior de este. La sensación de poner sus dedos en látex era extraña. Acarició el interior con suavidad, sintiendo el roce del condón contra sus dedos.

Félix se quedó sentado en el borde de la cama, sintiendo el calor que irradiaba su cuerpo mientras luchaba con su propia mente.
No quería admitir que, siendo un omega, había algo de él que se sentía resbaladizo desde la noche anterior al sentir el bombazo de feromonas ajenas, su orgullo no lo permitía. Aquel aroma penetrante de Hyunjin seguía flotando en el aire, recordándole la experiencia de haber dormido entre sus sábanas, rodeado por la esencia de un alfa que lo hacía dudar de sí mismo. Era un olor que lo atraía de una manera que no podía explicar, una necesidad que lo empujaba a buscar más de lo que no podía tener.

La realidad de su condición se hizo aún más evidente. Su naturaleza omega, ansiosa por la cercanía de un alfa, lo dejaba vulnerable a las tentaciones que trataba de evitar. Sin embargo, esa vulnerabilidad se mezclaba con la curiosidad y el deseo que lo abrumaban. Sabía que lo que hacía era un paso peligroso; meterse en el mundo del alfa y sus posesiones solo podía traer problemas y discusiones, pero cada vez que su mente se llenaba de recuerdos de la noche anterior, se sentía más inclinado a seguir explorando.

Convivencia peligrosa | HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora