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Caminar bajo la lluvia era una distracción, pero no era suficiente para callar el ruido en mi cabeza. Cada paso que daba hacia ninguna parte se sentía como una condena, como si el peso de todo lo que había sucedido en la biblioteca se hubiera adherido a mis hombros. No había un solo pensamiento claro en mi mente, solo fragmentos dispersos de lo que había dejado atrás.

Mi muñeca me dolía con una intensidad insoportable. No era solo un dolor físico. Era un recordatorio constante de lo que había pasado, de lo que Hyunjin había hecho sin pensar, de lo que habíamos desencadenado.

Intenté no pensar en ello, pero la presión sobre la articulación me hacía recordar una y otra vez el instante en que su mano me sujetó tan fuerte que sentí como si el hueso fuera a ceder. Me estremecí. Me miré la muñeca y, aunque no la veía con claridad por mi sudadera sentí la hinchazón allí, la piel caliente al tacto, como si aún pudiera sentir su contacto. ¿Por qué me sentía tan mal? Ni siquiera cuando Hyunjin me había gritado en el pasado sentí algo similar. Nunca había sentido miedo de él como lo había sentido hoy. Ni siquiera mi lobo había reaccionado de esa forma antes. Tampoco quería que la primera vez que Hyunjin sintiera mis feromonas originales en persona fuera así...
Ese tema también me daba miedo.

Aceleré el paso, buscando algo de refugio. La lluvia era implacable, caía de forma vertical, como si todo el cielo se hubiera desbordado de repente. Me sentí miserable, empapado, y por primera vez no me importó. No estaba buscando protección del agua, sino del caos que mi corazón seguía generando. Me detuve bajo un toldo de una tienda cerrada, justo antes de una esquina. Las gotas caían con fuerza sobre la acera, y la humedad del ambiente no hacía sino aumentar la sensación de opresión en mi pecho. Cerré los ojos, apreté los dientes y tomé una respiración profunda, pero el dolor en mi muñeca me interrumpió.

El peso de lo que había pasado se volcaba sobre mí. Todo estaba tan nublado, tan fuera de lugar. Había huido. Cuando las cosas se complicaban, cuando algo me sobresaltaba, me apartaba. Pero nunca como hoy. Nunca antes había sentido un miedo tan palpable, tan real.
Ni siquiera cuando me gritó en el pasado me sentí tan vulnerable. Esa sensación de terror había sido nueva. Como si algo dentro de mí hubiera encajado en su lugar, incluso sentí mi instinto, a mi lobo agachar su cabeza, bajar sus orejas y esconder su cola, me sentía muy incómodo. Como si en un "caso hipotético", tuviera a mi destinado al frente y me hubiera apuñalado, dejándome sangrar hasta morir, ese tipo de dolor era el que sentía ahora.

Tracé con mis dedos la hinchazón, como si eso fuera a calmarlo. Sabía que no podía hacer mucho al respecto, pero tenía que intentar. Me mordí el labio, sin dejar de frotarla, esperando que el calor de mi propia mano al menos diera algo de alivio, pero el dolor solo parecía aumentar. ¿Cómo podía ser tan fuerte? ¿Por qué había llegado a este punto? ¿Por qué me había detenido de esa forma, haciéndome sentir atrapado? ¿Entonces desde el primer momento en que lo desafié el siempre fue capaz de mandarme a urgencias si quisiera o de romperme los huesos? Tipo, tenía un cuerpo fuerte y marcado, no sería de sorprenderme, pero sentirlo fue peor.

De repente, el sonido de la lluvia me pareció insoportable. Cada gota que caía sobre el techo del toldo resonaba con fuerza, como si también estuviera gritando. Era como si el mundo estuviera fuera de foco, todo se había vuelto borroso. No solo el dolor físico me afectaba, sino que todo lo que había pasado se transformaba en una maraña de confusión.

El miedo no me dejaba. Nunca había sentido ese miedo. Ni cuando había intentado escapar de su rabia, ni cuando él me había gritado o empujado. Tampoco cuando mamá me amenazaba con dejarme durmiendo en el patio en casa de los perros si seguía de desobediente, o cuando estuve por primera vez sólo en un aeropuerto listo para ir a un país donde no conocía a nadie, esa sensación había sido distinta, más superficial, más controlada. Ahora, sin embargo, era como si mi cuerpo estuviera completamente a merced de algo fuera de mi control. ¿Era el miedo lo que me había hecho huir?

Convivencia peligrosa | HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora