Capítulo #17

51 16 3
                                        

Perdón por errores ortográficos.

Emily Prentiss.

A medida que Liam me arrastra de nuevo hacia la casa, el temor comienza a morderme los talones. Es extraño cómo la adrenalina y el miedo pueden hacer que el mundo a tu alrededor se vuelva borroso.

Mis pasos resuenan en el suelo, y la calma que intenté mantener comienza a desmoronarse. La sensación de impotencia me consume. No tengo idea de lo que Ian tiene planeado para mí, pero algo me dice que no será nada bueno.

Liam no suelta mi brazo ni un segundo. Es como si fuera su único propósito en la vida evitar que escape, que me suelte de su agarre y corra. Pero sé que no puedo escapar. Si intento hacerlo, Declan tenía razón, los hombres de Ian están por todas partes, y no hay manera de llegar más allá del muro sin que me detengan. Lo cual es jodido.

Me lleva hasta la entrada trasera, donde la puerta se abre con un ruido metálico. A medida que cruzamos el umbral, el aire de la casa se siente pesado, cargado de una tensión que parece emanar de cada rincón. La casa de Ian tiene una energía oscura que no puedes ignorar, algo malvado se esconde aquí, y yo soy parte de esa sombra ahora desgraciadamente.

Ian está en la sala, de pie junto a un sofá, mirándome con una calma inquietante. Su expresión no muestra ni una pizca de empatía; es como si estuviera observando a una pieza más de un juego que no le interesa, que simplemente necesita mover. En su rostro se dibuja una leve sonrisa mientras me acerco.

Cuando mis ojos se encuentran con los suyos, noto algo que no había percibido antes. Hay una mirada calculadora, un destello en sus ojos que va más allá de la fría desconfianza con la que me observa.

Ian no solo me está evaluando como un simple peón en su juego, sino que algo más parece moverse detrás de esa fachada. Algo que me hace estremecer. Hay una mezcla de interés en su mirada que no puedo ignorar. Me observa con una intensidad inquietante, y una parte de mí se da cuenta de que, más allá de su poder, de su control, le parezco realmente atractiva, no me lo estoy imaginando, no se lo imagino el buro, su atracción por mí es real.

O al menos lo suficiente como para desear algo más. Algo más cercano, algo más íntimo. Yo sabía que esa posibilidad existía cuando lo empecé a trabajar, pero un aparte pequeño de mí, realmente esperaba que no fue real.

Todo esto me da la sensación de que Ian no solo me quiere para sus planes, sino que en su mente retorcida, también podría tener otros deseos, deseos mucho más oscuros. Y aunque lo que me aterra es su frialdad, también me doy cuenta de que, para él, no soy solo una herramienta. En su retorcida percepción, me ve como algo más, algo suyo.

El FBI sabía que esto podría pasar, pero no les importo, de igual manera me metieron a la boca del lobo.

—Te estaba esperando, Emily.— Su voz es suave, pero la amenaza en ella es palpable. —¿Sabes por qué te hice venir aquí? No es solo porque eres importante, me eres útil. Y eso, querida, es algo que pocas personas tienen el privilegio de ser para mí.

Siento cómo la presión aumenta en mi pecho. Ian está jugando un juego que no quiero jugar. Pero mi mente trabaja rápido. Necesito encontrar una manera de usar su arrogancia en su contra. Si algo he aprendido a lo largo de los años, es que los psicópatas como él siempre piensan que tienen todo bajo control, y es precisamente esa creencia la que los convierte en presas fáciles si se juega bien.

— ¿Qué quieres de mí, Ian? - Mi voz sale más firme de lo que me siento, pero lo que más quiero es que no me vea como una víctima. No lo soy, aunque ahora me encuentre en una situación completamente vulnerable.

Él da un paso hacia mí, casi desafiando mi mirada. Su cara se acerca a la mía con esa expresión de suficiencia que siempre tiene. Pero esta vez, algo en sus ojos cambia, como si estuviera evaluándome con una nueva perspectiva. Y como si mi cercanía lo quemara. Como si estuviera no solo observando a la mujer que tiene delante, sino que evaluando cuánto puede sacar de ella, cuán lejos puede llegar.

NO SOY ELLA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora