Dua puluh empat

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Sunoo no podía dejar de mirar hacia atrás

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Sunoo no podía dejar de mirar hacia atrás. Cada vez que giraba la esquina de una calle, sentía que algo lo seguía, algo invisible, pero imposible de ignorar. Aceleró el paso, casi tropezando con su propio miedo. Su mente giraba como una ruleta, cada pensamiento más confuso que el anterior. *¿Por qué me pasa esto?* *¿Qué está pasando con mi vida?*

Caminaba en silencio, sin mirar a nadie, sin dejar que nadie lo viera. El pánico comenzaba a apoderarse de su cuerpo, como un peso que lo aplastaba sin compasión. Y, sin embargo, su mente no podía calmarse. A cada sombra que cruzaba su camino, a cada sonido que se desprendía de la noche, sentía que algo o alguien lo estaba observando.

Justo cuando pensaba que podría estallar de miedo, una figura apareció frente a él, cortándole el paso. Era imposible no reconocerlo. Sunoo tragó saliva. *Era él*. El extraño de antes. El hombre que lo había dejado sin aliento en medio de la calle.

—¿Estás huyendo de mí? —preguntó el hombre, su voz suave pero cargada de amenaza. Sus ojos brillaban con un resplandor rojizo, como si los mismos demonios estuvieran tomando el control de su alma.

Sunoo intentó dar un paso atrás, pero el hombre se acercó, tan rápido como la sombra que se cernía sobre él. El aire se volvía más espeso, como si el tiempo mismo se estuviera congelando.

—Es inútil, Sunoo. No puedes huir de lo que eres. Y no puedes escapar de mí, ni de lo que te pertenece.

Las palabras del extraño calaban profundo en su pecho, como cuchillos afilados. *¿Lo que me pertenece?* Sunoo trató de hablar, pero su garganta estaba cerrada. No podía decir nada. ¿Cómo iba a explicar lo que sentía? ¿Cómo iba a pedir respuestas cuando aún no entendía ni su propio miedo?

De repente, la figura del hombre se desvaneció tan rápidamente como había aparecido. Sunoo quedó allí, parado, con el corazón a mil por hora, sin saber si debía gritar, correr o simplemente quedarse paralizado en el mismo lugar.

A lo lejos, un ruido lo sacó de su trance. Un sonido metálico, como si algo pesado hubiera caído al suelo. Sunoo giró la cabeza en dirección al sonido, y allí, a unos pocos metros de él, vio una sombra que lo observaba desde la penumbra.

Era otra figura, más familiar, más cercana. Sunoo intentó reconocerla, pero la figura no dejaba de moverse, como si intentara esconderse en las sombras. Entonces, la figura avanzó hacia él, esta vez no con la rapidez de antes, sino con pasos lentos, calculados.

—Te hemos estado esperando —dijo una voz grave, pero esta vez con un tono diferente, como si estuviera disfrutando del temor de Sunoo.

Era Heeseung. Su sonrisa burlona apareció primero, seguida de sus ojos dorados, que reflejaban la luz de la luna. Sunoo trató de dar un paso atrás, pero sus pies no respondían. Estaba paralizado, entre el miedo y la fascinación.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó Sunoo, su voz apenas un susurro. —¿Por qué todo esto?

Heeseung dio un paso más, acercándose, y Sunoo sintió como si la gravedad misma lo estuviera aplastando. Podía oír su respiración irregular, y la presencia de Heeseung llenaba todo su espacio.

—Lo que quiero... —comenzó Heeseung, su tono bajo, casi un susurro, pero lo suficientemente claro como para calar en los huesos de Sunoo. —Es algo que ni tú mismo entiendes. Pero tranquilo... lo entenderás pronto. Todo tiene su momento.

Sunoo sintió como el aire se volvía más pesado, más denso a su alrededor. Una presión lo rodeaba, casi como si estuviera siendo atrapado por algo invisible.

*¿Qué está pasando?* pensó Sunoo, mientras su cuerpo temblaba de miedo, pero sus piernas no podían moverse. Estaba atrapado, entre las sombras y la presencia de Heeseung, rodeado por la oscuridad que amenazaba con engullirlo por completo.

El vampiro sonrió nuevamente, esta vez con algo de tristeza en sus ojos dorados. Era una mirada peligrosa, llena de deseo y algo más. Algo que Sunoo no podía descifrar, pero que, sin embargo, lo hacía sentir más vulnerable que nunca.

De pronto, Heeseung alzó la mano y tocó el rostro de Sunoo con delicadeza, como si fuera un objeto frágil que podría romperse en cualquier momento.

—Te estamos observando, Sunoo —dijo, su voz tan suave y fría que hizo que un escalofrío recorriera la columna vertebral de Sunoo. —No creas que puedes escapar. El juego acaba de comenzar.

Y con esas palabras, Heeseung se desvaneció en la oscuridad, dejándolo solo, sumido en una sensación de terror indescriptible. Sunoo quedó allí, en medio de la calle desierta, preguntándose si todo lo que había vivido hasta ahora había sido solo un sueño... o si realmente estaba atrapado en algo mucho más grande que él.

Pero una cosa era clara: algo estaba a punto de suceder. Algo que cambiaría su vida para siempre.

Vampire's Game.  - Sunoo Harem ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora