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Era uno de esos días cálidos en los que todo parece ir normal. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas de la casa de Sunoo, iluminando todo con una suavidad que solo la tarde podía traer. A pesar de la calma aparente, el ambiente estaba cargado de risas, bromas y, por supuesto, un toque de locura que no faltaba cuando Sunoo y sus amigos estaban juntos.

Soobin estaba en el sofá, con las piernas estiradas y su teléfono en las manos, aparentemente ignorando a todos, pero cualquier cosa que sucediera cerca de Sunoo, él lo notaba. Como siempre.

—Sunoo, ¿tienes que pasar tanto tiempo con Jungwon? —preguntó Soobin, sin dejar de mirar su teléfono. Había algo en su tono que dejaba claro que no era una simple pregunta, sino más bien un intento de mostrar un ligero toque de celos.

Sunoo levantó una ceja mientras miraba a su hermano mayor. Sabía que Soobin podía ser un poco posesivo, pero no esperaba que fuera tan obvio.

—¿Qué? —dijo Sunoo, fingiendo no entender—. No voy a dejar de pasar tiempo con Jungwon solo porque tú estés celoso. ¡Es solo mi mejor amigo! ¿Qué tiene de malo?

Soobin bufó, claramente no convencido, pero no dijo nada más, cruzando los brazos en señal de incomodidad. Sabía que no podría ganar esta pelea, no cuando Sunoo se mostraba tan confiado y divertido.

En ese momento, Jungwon entró corriendo por la puerta principal, con una gran sonrisa en el rostro, como si hubiera encontrado el santo grial.

—¡Chicos! ¡Adivinen qué encontré! —gritó mientras se dejaba caer en el sofá, dejando una bolsa de plástico llena de algo dentro.

—¡No me digas que traes más pizza! —exclamó Rino, con una cara de emoción.

—¡Sí! ¡Y no es cualquier pizza, es la *mejor* pizza de la ciudad! —dijo Jungwon, sacando una caja y mostrándola con tanto orgullo que Sunoo casi podía escuchar la música épica en su cabeza.

Rino se levantó rápidamente, tan rápido que hizo que su bebida se derramara sobre el sofá.

—¡No puedo creerlo! —gritó, mientras hacía una reverencia exagerada. — ¡Te has ganado el título de héroe!

Felix, que había llegado junto a Jeongin, no pudo evitar reír ante el entusiasmo de Rino.

—Vamos, chicos, calmados —dijo Felix, haciendo un gesto con la mano mientras se sentaba al lado de Sunoo—. Jungwon acaba de traer pizza, no una isla privada.

Jeongin, que estaba más tranquilo, se dejó caer en una silla, observando la escena con una sonrisa divertida. Sabía que en cualquier momento la situación se pondría más caótica de lo normal, porque así era el grupo.

—Creo que está muy bien. Es pizza, después de todo. —dijo Jeongin, con un tono que mostraba que él también sabía lo que iba a pasar.

—¡Nada de "calmados"! ¡Esta pizza es *legendaria* —insistió Jungwon, mostrando la caja como si estuviera exhibiendo un tesoro.

Sunoo se echó hacia atrás en el sofá, disfrutando del momento. Aunque sus amigos eran completamente caóticos, ese caos era su lugar seguro. Rió mientras miraba cómo Soobin intentaba no mirarlo demasiado, pero seguía con un ojo en él. No podía dejar de ser sobreprotector.

—Oye, Jungwon, ¿puedes dejar de traer cosas *tan buenas* todo el tiempo? Mi dieta va a estar fuera de control —bromeó Sunoo, agarrando una rebanada y metiéndola en su boca.

—¡Yo no te obligo a comer! —dijo Jungwon, tomando otra rebanada para sí mismo.

—Mejor ven a sentarte aquí —dijo Soobin, pidiendo el espacio al ver que Sunoo parecía relajarse demasiado con Jungwon—. No quiero que te sientas incómodo o algo así.

Sunoo le dio un golpe suave a Soobin en la cabeza, pero sin mucho esfuerzo, sólo porque su hermano siempre hacía todo un show de esas cosas.

—No me siento incómodo, Soobin. ¡Cálmate! —dijo, aunque no podía evitar la sonrisa traviesa que le aparecía en el rostro.

Justo en ese momento, Jay entró en la sala con una expresión algo cansada, como si hubiera tenido un largo día de trabajo, y se dejó caer en el sillón, sin preocuparse de los demás.

—¿No puedes evitar venir siempre tan tarde? —le preguntó Jungwon, aunque de una forma muy bromista.

—Si estuviera en la oficina, no me verían tan tarde —respondió Jay, mientras se recostaba cómodamente—. ¡A veces me siento como un viejo cuando tengo que hacer cosas como un adulto!

—¡No digas eso, Jay! Aún eres joven, lo que pasa es que el trabajo te tiene atrapado —dijo Felix, riendo—. Como yo, que soy el *más joven* de todos.

Jay se giró hacia Felix y le lanzó un cojín en la cara.

—¡Estás exagerando, Felix! —respondió, mientras todos se reían de la situación.

Mientras la conversación continuaba, Sunoo no podía evitar sentirse rodeado de un mar de risas y bromas. Aunque todo parecía tan... normal, no dejaba de tener esa extraña sensación en el fondo de su mente. ¿Por qué, de repente, su vida estaba siendo tan caótica?

Aunque se sentía a gusto entre sus amigos y hermanos, algo en él le decía que algo estaba por cambiar. Como si todas esas risas y bromas fueran solo una fachada. Pero por ahora, Sunoo decidió dejar esos pensamientos de lado y disfrutar el momento. Después de todo, estar rodeado de amigos y familiares era lo único que realmente importaba.

—¡Abran paso para mi pizza! —exclamó Jungwon, como si fuera el rey del universo, y todos se echaron a reír, disfrutando de la tarde, ignorando el extraño sentimiento que había comenzado a formarse en Sunoo.

Mientras tanto, fuera de la casa, en la oscuridad de la noche, algo o alguien los observaba desde las sombras.

Pero esa era una historia para otro momento.

Vampire's Game.  - Sunoo Harem ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora