dua puluh lima

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La noche parecía haberse adueñado de la ciudad

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La noche parecía haberse adueñado de la ciudad. Las luces titilaban como pequeñas estrellas solitarias, y el aire fresco de la madrugada se sentía como una caricia helada en la piel de Sunoo. Aunque había regresado a su apartamento después de la extraña confrontación con Heeseung, el miedo no lo dejaba en paz. La sensación de que algo lo observaba, que algo lo acechaba, seguía presente. El sonido de su respiración pesada parecía un eco en sus oídos.

Se paró frente a la ventana, mirando al vacío. Las calles vacías, las sombras que se alargaban, todo parecía más siniestro de lo habitual. A veces pensaba que podía escuchar un crujido leve, como si alguien se acercara, pero al volverse, nada estaba allí. *Debe ser mi imaginación*, se repetía una y otra vez.

Pero había algo que no podía ignorar: la advertencia de Heeseung, esas palabras que le quemaban en la mente. "Te estamos observando, Sunoo. El juego acaba de comenzar". ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué juego? ¿Y por qué él? ¿Por qué él estaba en medio de todo esto?

—No... no puede ser. —Sunoo cerró los ojos con fuerza, intentando sacarse esos pensamientos de la cabeza. Pero por más que lo intentaba, la inquietud seguía ahí, como una sombra pegada a su piel.

De repente, la puerta del apartamento se abrió lentamente, dejando pasar un chorro de aire frío. Sunoo dio un brinco, casi cayendo de la sorpresa. La figura de Soobin apareció en el umbral. Su hermano estaba allí, con la misma expresión protectora y celosa que siempre.

—¿Por qué estás tan pálido? —Soobin preguntó, frunciendo el ceño mientras observaba a Sunoo, que intentaba disimular su nerviosismo.

—Nada, estoy bien... solo un poco cansado. —Sunoo sonrió, aunque su voz sonaba temblorosa. —¿Y tú qué haces aquí a estas horas?

Soobin caminó hacia él, su mirada fija en su rostro. Había algo en su comportamiento que Sunoo no comprendía del todo. Un impulso protector, sí, pero algo más. La forma en que lo miraba le hizo sentir como si su hermano pudiera ver a través de él, como si supiera que no estaba bien.

—Solo quiero asegurarme de que estés bien. —Soobin se acercó más, poniéndole una mano en el hombro, dándole un apretón breve pero firme.

Sunoo sintió un nudo en el estómago. En ese momento, la puerta se cerró con un golpe sordo, haciendo que ambos se sobresaltaran. Pero lo que más le sorprendió fue el sonido que siguió: el sonido de unos pasos firmes, como si alguien estuviera caminando lentamente por el pasillo del apartamento.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Sunoo, mirando a Soobin, con el corazón acelerado.

Soobin asintió, pero su rostro no mostraba sorpresa. Era como si hubiera esperado algo así.

—Sí, pero no te preocupes. —Soobin caminó hacia la puerta, pero antes de salir, se detuvo. —Mantente aquí. No abras la puerta bajo ninguna circunstancia.

Sunoo asintió, aunque la sensación de pavor lo envolvía. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué Soobin parecía tan tranquilo, como si ya hubiera estado preparado para eso?

La tensión se acumulaba en el aire. Sunoo se sentó en el sillón, mirando la puerta. Los segundos parecían eternos. Y entonces, escuchó una voz, suave, pero que cortó el silencio de la habitación.

—Sunoo... ¿estás solo?

Sunoo se quedó inmóvil, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La voz era familiar, pero al mismo tiempo, no lo era. No la reconocía del todo. Con un nudo en la garganta, se levantó y se acercó a la puerta lentamente, temblando.

—¿Quién... quién está ahí? —preguntó, intentando sonar firme, aunque su voz estaba rota por el miedo.

No hubo respuesta. Solo un silencio espeso que llenó la habitación. Sunoo, con el alma en un hilo, giró la perilla de la puerta, pero algo lo detuvo. Un sentimiento inexplicable lo invadió. No debía abrirla. No ahora.

La puerta se abrió de golpe.

—¡Sunoo!

Era Jungwon. Estaba empapado de sudor, con la respiración entrecortada. Parecía haber corrido.

—¡Rápido, ven conmigo! —gritó, empujándolo hacia atrás mientras cerraba la puerta detrás de él.

Sunoo miró a su hermano, a Soobin, que entraba en la habitación con una expresión más sombría. Todo pasó demasiado rápido, como si no tuviera tiempo para entender lo que sucedía.

—¡Están aquí! —Jungwon dijo, mirando a todos con una mirada desesperada. —Nos están buscando, Sunoo. Debes irte. No hay tiempo.

Sunoo trató de hablar, pero su mente estaba llena de caos. Los vampiros, Heeseung, el extraño susurro, todo se desmoronaba en su mente. Estaba atrapado, no solo por el miedo, sino también por algo mucho más oscuro.

—¿Qué está pasando, Jungwon? —preguntó Sunoo, su voz apenas un susurro. —¿Qué están haciendo?

—No es seguro aquí. —Soobin dijo, acercándose rápidamente. —Te llevaremos a un lugar seguro. Ahora. Vamos.

Pero cuando Sunoo miró por la ventana, vio algo que lo hizo helarse por completo. En el horizonte, una figura se movía en la oscuridad, con una silueta alargada y una presencia que lo hizo sentir como si se estuviera desvaneciendo en la sombra.

*Es él...* pensó Sunoo, mientras sus piernas flaqueaban bajo el peso de la realidad.

—¡Rápido! —Jungwon casi lo arrastró mientras Soobin preparaba una mochila con lo esencial.

La figura fuera de la ventana se acercaba. Y Sunoo supo que esta vez no había escape.

Vampire's Game.  - Sunoo Harem ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora