❥𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 ℛ𝑒𝓎𝑒𝓈 𝐲 𝐉𝐨𝐤𝐞𝐫𝐬 ♛|Kookmin| +18

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❥El dolor del recuerdo

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Yoongi, con una calma inquietante, empujó a Jimin hacia una silla que estaba colocada en el centro de la habitación. Le dio una última advertencia con la mirada, indicándole que no se moviera. Jimin, temblando y con el rostro lleno de lágrimas, se sentó. Sus ojos se encontraban entre la desesperación y el miedo, pero no dejaba de mirar a Jungkook, buscando algo, alguna señal de que todo esto acabaría.

Yoongi caminó lentamente, sus pasos resonando en la fría fábrica abandonada. Cada uno de ellos parecía hacer eco en el pecho de Jungkook, que lo observaba con furia contenida. Estaba atrapado, sí, pero su mente estaba clara. No iba a ceder.

Se detuvo frente a Jungkook, mirándolo con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

— ¿Sabes, Jungkook? A veces hay que recordar un poco del pasado. Esos momentos que parecen olvidados, pero que siguen vivos en el fondo, esperando el momento adecuado para resurgir...—dijo Yoongi con voz suave, como si le hablara a un amigo. La sonrisa en su rostro se ensanchó, como si se estuviera deleitando con el dolor que estaba a punto de infligirle.

Jungkook lo miró con desdén, su respiración agitada por la frustración, pero no dijo nada.

Yoongi hizo una pausa, observando el rostro de Jungkook con atención, como si pudiera ver todos los recuerdos de su vida reflejados en él.

—Mi venganza, Jungkook, comenzó cuando tú perdiste a tu hermano. Aquella noche... fue el principio de todo. Yo me juré a mí mismo hacerte sufrir tanto, que desearas la muerte. Esa promesa, esa necesidad de verte quebrado, es lo que me ha mantenido en pie hasta hoy.

Jungkook frunció el ceño al escuchar esas palabras. El dolor por la pérdida de su hermano había sido su herida más profunda, un dolor que nunca había podido superar por completo. Y ahora, Yoongi lo usaba en su contra.

—Esa noche, cuando decidí que tu hermano sería mi venganza, no sabía si podrías soportarlo... así que lo secuestré.— hizo una pausa pensando en sus próximas palabras. —No sabías quién lo tenía, ¿verdad? Lo buscaste por todos lados, preguntaste a tus aliados, pero nadie te dio respuesta. Nadie te ayudó, y eso fue lo más hermoso, ver cómo el hombre que siempre tuvo todo a su alcance, se quedaba solo en su búsqueda.

Jungkook apretó los dientes, el dolor del recuerdo comenzaba a nublar su visión, pero no podía dejar que Yoongi lo viera vulnerable. No podía.

Yoongi se detuvo frente a él, sus ojos brillando con una satisfacción oscura, como si estuviera presenciando la derrota de su enemigo antes de que sucediera.

—Hasta que un día... un paquete llegó a tus manos. Nadie te advirtió de lo que venía. Abriste esa caja, ansioso por saber, por encontrar respuestas, y cuando la abriste... allí estaba. La cabeza de tu hermano. Lo que quedaba de él.—Yoongi susurró estas palabras con una calma fría que heló la sangre de Jungkook. — Fue un evento doloroso, traumático, ¿verdad? Pero te aseguro, Jungkook, que no fue nada comparado con lo que estoy a punto de hacerte ahora.

El aire en la sala se volvió pesado. Jungkook sintió cómo el suelo bajo sus pies se desvanecía, cómo el pasado y el presente se entrelazaban en un solo dolor. Su respiración era más profunda, más pesada, mientras la rabia se acumulaba en su interior.

Yoongi se dio la vuelta y se acercó a Jimin, que había estado en silencio, escuchando todo. La expresión de horror en su rostro era palpable, y sus manos temblaban.

Jungkook vio todo eso, y en su pecho algo comenzó a arder, algo que era más grande que el odio, más fuerte que el miedo. No podía permitir que eso sucediera. No podía dejar que Yoongi lo destruyera.