❥Prisión Dorada
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El camino hacia la mansión de Jungkook fue largo, pero el silencio que reinaba dentro del lujoso auto lo hacía sentir aún más interminable. Jimin estaba sentado en la parte trasera, sosteniendo a su hijo dormido en brazos, mientras Jungkook permanecía al frente, impasible. La fría distancia entre ellos se sentía más densa con cada kilómetro que avanzaban.
Jungkook no había dicho ni una palabra desde que habían salido del casino, y Jimin no se atrevía a romper el silencio.
Finalmente, el auto llegó a la majestuosa mansión de Jungkook, una imponente estructura que se alzaba en la oscuridad, iluminada solo por las luces del jardín. El lugar era más grande y lujoso de lo que Jimin había imaginado, pero en vez de sentirse impresionado, solo sentía más miedo. Sabía que ese lugar no sería un refugio, sino una nueva prisión.
Cuando entraron, la casa estaba tan silenciosa como el camino que los había traído. Un par de empleados los recibieron en la puerta, inclinándose levemente hacia Jungkook. Jimin bajó del auto con su hijo en brazos, sintiéndose fuera de lugar, como si ya no perteneciera a ningún sitio en ese mundo.
Jungkook se giró hacia él, su expresión impasible, pero sus ojos reflejaban una frialdad cortante.
—Escucha bien —dijo, su tono autoritario resonando en el amplio recibidor—Aquí hay reglas muy claras. No puedes moverte libremente por la casa. Te quedarás en una habitación específica, y no quiero que te vean vagando por otros lugares. Si desobedeces, lo sabré de inmediato. Hay cámaras por toda la casa —su mirada se volvió aún más intensa—Y siempre estoy observando.
Jimin asintió, temblando, mientras apretaba a su hijo más cerca de su pecho. Sentía como si hubiera sido condenado, como si no hubiera escapatoria.
Jungkook se volvió hacia sus empleados, que lo observaban con respeto absoluto.
—Escuchen todos —dijo, su voz firme y cortante—Este hombre —señaló a Jimin sin siquiera mirarlo—No es alguien a quien deban tratar con respecto. No es más que un invitado temporal. No lo miren como a un señor, ni le permitan que les dé órdenes. Es incluso más inferior que ustedes —declaró con una crueldad que hizo que el pecho de Jimin se apretara—¿Está claro?
Los empleados asintieron rápidamente, sin cuestionar sus palabras. Jimin bajó la cabeza, el dolor en su corazón siendo casi insoportable. Cada palabra de Jungkook era una puñalada a su dignidad. Nunca había sido tratado con tanta humillación, ni siquiera por Seojoon. Pero ahora, estaba completamente a merced de un hombre que no solo lo despreciaba, sino que se aseguraba de que todos los demás lo vieran como alguien insignificante.
Jungkook hizo un gesto hacia uno de los sirvientes.
—Llévalo a su habitación. Asegúrate de que no salga sin mi permiso.
El empleado asintió, y Jimin lo siguió, sus pasos lentos y pesados. No podía alzar la cabeza, no podía mirar a Jungkook. El peso de la humillación y el dolor lo oprimían, y cada paso hacia esa habitación lo hacía sentir más pequeño, más impotente.
Al llegar a la habitación asignada, que aunque era lujosa y espaciosa, se sentía como una celda, Jimin colocó cuidadosamente a su hijo sobre la cama. Se sentó en el suelo, abrazándose a sí mismo, las lágrimas corriendo silenciosamente por su rostro.
La magnitud de lo que había perdido lo aplastaba, y el miedo de lo que aún podía perder lo ahogaba.
Había entrado a la casa de Jungkook buscando protección, pero lo que había encontrado era un infierno disfrazado de lujo. Y ahora, estaba atrapado, sin ninguna salida, rodeado por las sombras del hombre que había sellado su destino.
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❥𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 ℛ𝑒𝓎𝑒𝓈 𝐲 𝐉𝐨𝐤𝐞𝐫𝐬 ♛|Kookmin| +18
De Todo❧ Jimin y Seojoon están juntos desde hace más de cuatro años, comparten un hijo de apenas un año, el cual, para su suerte, es la viva imagen del chico rubio. Algunos acontecimientos trágicos y desafortunados obligan a Jimin a caer en las manos de Je...