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❥Tratos con el diablo


Jimin estaba al borde del abismo. La inseguridad y el miedo lo envolvían como una tormenta implacable, sofocando cualquier esperanza que pudiera haber tenido. Huir, desaparecer de la vista de quienes querían arrebatarle a su hijo, era su única opción. Pero no tenía el dinero, ni los recursos, para irse lejos y garantizar la seguridad de su hijo. Cada opción que había considerado terminaba en un callejón sin salida, y el reloj seguía corriendo.

Sabía que tarde o temprano, vendrían por él.

El terror que sentía por la idea de perder a su hijo era mucho más profundo que cualquier otra cosa que hubiera experimentado antes. Le dolía el pecho, el peso de la incertidumbre lo aplastaba con cada segundo que pasaba.

Al final, solo quedaba una persona a quien acudir, aunque la sola idea lo llenaba de impotencia: Jungkook.

Esa misma tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse, Jimin reunió el poco valor que le quedaba y se dirigió al Golden Casino una vez más. Sabía que Jungkook era cruel, que no le importaba la vida de los demás más allá de sus propios intereses, pero tal vez, solo tal vez, podría encontrar alguna forma de convencerlo. Quizá, si lo suplicaba lo suficiente, podría ayudarle.

Al llegar al casino, Jimin sintió que sus piernas temblaban. El seguridad en la entrada lo reconoció de inmediato y lo miró con desdén, como si no fuera más que una molestia. Intentaron detenerlo, pero en cuanto mencionó el nombre de Jungkook, alguien lo notificó dentro del casino.

—Déjenlo pasar.—ordenó la voz del otro lado de los audífonos de seguridad.

Jimin atravesó el reluciente vestíbulo, sintiéndose fuera de lugar entre el lujo del casino, hasta llegar a la oficina de Jungkook. El ambiente dentro era frío, la elegancia del lugar contrastaba con el peso sofocante que sentía Jimin en el pecho.

Jungkook estaba sentado en su enorme escritorio, con la misma sonrisa cruel que lo había recibido la primera vez. Sus ojos lo escudriñaron con indiferencia, como si ya supiera lo que Jimin iba a decir.

—Otra vez tú.—dijo Jungkook con burla en su voz— No creí que te atreverías a volver después de la primera vez. ¿Qué, vienes a pedirme otro favor?

Jimin respiró hondo, tratando de mantener la calma. Dio un paso adelante, con su mirada desesperada. No podía permitirse perder esa oportunidad.

—Tienes que ayudarme... —comenzó Jimin, su voz temblorosa—Seojoon... él... él apostó a nuestro hijo. Hay quienes quieren llevárselo, y no sé qué hacer. Si me quitan a mi hijo, no podré vivir... por favor...

Jungkook rió. No fue una risa amable, sino una carcajada cruel que resonó en la habitación. Él sabía todo, absolutamente todo.

—¿Ayudarte? —repitió, como si la idea fuera absurda—Las apuestas son las apuestas, Jimin. Lo sabes tan bien como yo. Si Seojoon apostó, entonces tiene que cumplir. No me corresponde a mí interferir en eso.

—Pero es mi hijo. —insistió Jimin, con lágrimas ya acumulándose en sus ojos— No es solo un juego. ¡Es mi vida! No puedo dejar que se lo lleven... por favor, Jungkook.

El pelinegro se recostó en su silla, observando a Jimin con una expresión divertida.

—¿Y qué se supone que haga yo? No tengo la culpa de las decisiones que  Seojoon tome. Las apuestas tienen consecuencias, y si tu querido Seojoon lo puso todo en juego... bueno, no es asunto mío.

Jimin sintió que su estómago se hundía. No había compasión en los ojos de Jungkook, solo burla y frialdad. Estaba atrapado en una situación imposible, sin escapatoria. Las palabras de Jungkook eran un muro inquebrantable, y Jimin se sintió más desesperado que nunca.

❥𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 ℛ𝑒𝓎𝑒𝓈 𝐲 𝐉𝐨𝐤𝐞𝐫𝐬 ♛|Kookmin| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora