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❥Un encuentro demasiado íntimo


La luz del amanecer apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas cuando Jimin escuchó el sonido de la puerta principal. Se levantó rápidamente, sin haber dormido en toda la noche, atento al más mínimo movimiento de su hijo.

Las horas se le habían hecho eternas, pero por fin había llegado el momento de saber si su hijo mejoraba.

El médico, tal como lo había prometido, llegó puntualmente. Llevaba consigo una pequeña maleta de cuero con más medicamentos que había mencionado la noche anterior. Al entrar, Jimin lo recibió con una mezcla de ansiedad y esperanza.

—¿Cómo está el niño esta mañana? —preguntó el médico, yendo directamente al punto, mientras se inclinaba para examinarlo.

—La fiebre ha bajado un poco... pero no he podido dormir. Tenía miedo de que volviera a subir —respondió Jimin, con la voz quebrada y sus ojos rojos por el cansancio.

El médico asintió, comprensivo, y comenzó a tomar la temperatura del niño mientras revisaba su pulso y su respiración. El ambiente en la habitación era silencioso, tenso. Jimin lo observaba todo con el corazón en un puño, incapaz de relajarse hasta recibir un veredicto.

Finalmente, tras unos minutos que se sintieron eternos, el médico se incorporó con una leve sonrisa en su rostro.

—Las noticias son buenas —dijo con calma—La fiebre ha bajado considerablemente y su cuerpo está respondiendo bien al tratamiento. No parece estar débil y sus signos vitales son estables.

Jimin sintió cómo su pecho se aflojaba, como si hubiera estado conteniendo la respiración todo ese tiempo. Un suspiro de alivio escapó de sus labios mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, esta vez no de miedo, sino de gratitud.

—Gracias... —murmuró, sin poder evitar soltar un sollozo, mientras acariciaba suavemente el cabello dorado de su hijo—Gracias por salvarlo.

El médico sonrió con amabilidad y colocó una mano en el hombro de Jimin, reconociendo el enorme peso que ese padre había estado soportando.

—Deberá seguir tomando el medicamento por unos días más, solo para asegurarnos de que no haya recaídas. Vigílalo de cerca, pero estoy seguro de que todo estará bien —dijo el médico—Si ocurre algo fuera de lo normal, no dudes en llamarme.

Jimin asintió, aún abrumado por el alivio. Su hijo estaba a salvo, al menos por ahora. El miedo que lo había atenazado toda la noche comenzaba a disiparse, aunque seguía presente la incertidumbre sobre lo que vendría después.

Jungkook, quien había permanecido ausente durante todo el proceso, entró a la habitación justo cuando el médico se disponía a salir. Su mirada fría se posó sobre Jimin y su hijo, y aunque no mostraba ninguna emoción, su presencia era tan imponente como siempre.

—¿El niño está bien? —preguntó, en tono indiferente.

El médico asintió, sin mirarlo directamente a los ojos, con una leve reverencia antes de marcharse.

—Todo ha salido bien, señor. Seguiré monitoreando su progreso.

Jungkook no respondió, simplemente hizo un leve gesto con la mano para despedir al médico y luego se quedó observando a Jimin. La tensión en el aire era palpable.

—Como te dije anoche, Jimin... —murmuró Jungkook, caminando lentamente hacia ellos—Todo tiene un precio. Ya sabes lo que tienes que hacer para pagar esta deuda.

❥𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 ℛ𝑒𝓎𝑒𝓈 𝐲 𝐉𝐨𝐤𝐞𝐫𝐬 ♛|Kookmin| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora