El Infierno

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Soy Lucifer, soy un ser atrapado en hielo. Soy un ser inmenso y miserable. Estoy atrapado en la condena después de caer desde un largo trayecto de la grandeza. Me he condenado a lo peor de lo peor. Soy miserable e infeliz. Mi caída fue la caída de toda luz, el colapso de todo lo que era puro y brillante. Antes, un ángel de fuego, un ser de belleza incontenible, ahora soy solo una sombra, una deformidad condenada a permanecer en este eterno abismo helado.

Mi corazón, que alguna vez ardió con el fuego de la rebeldía, ahora se encuentra congelado, al igual que mi alma. El fuego, que en otro tiempo me dio vida, se ha convertido en una helada prisión, un recordatorio constante de lo que una vez fui y lo que ahora soy: un espectro de mi propio ser. Mi alma grita, pero no hay eco. Mi mente clama por redención, pero ya no existe.

Mi orgullo me arrastró aquí, mi deseo de ser más que Él, más que el Creador, y ahora pago el precio de esa arrogancia. El hielo me rodea y penetra, me consume lentamente, pero no puedo morir. Ni la muerte ni el olvido me han concedido el descanso. Estoy atrapado en una eternidad de sufrimiento, de arrepentimiento que no puede llevar a la salvación, porque ya no hay salvación para mí.

En este lugar, la desesperación es mi único compañero. Los recuerdos de mi tiempo en el cielo, los momentos en que disfrutaba de la luz y la gloria, me atormentan sin cesar. Los recuerdos se convierten en cuchillos afilados, desgarro mi propia existencia, sabiendo que no volveré a conocer esa paz, esa belleza. Solo puedo ver la vastedad de mi caída, y cada pedazo de hielo que me envuelve es un recordatorio de la irrevocabilidad de mi destino.

Y lo peor de todo, lo que me consume con un dolor aún mayor, es saber que, a pesar de todo mi poder y conocimiento, ahora soy impotente. No puedo cambiar el curso de mi destino. No puedo destruir este lugar. No puedo escapar. Me he convertido en una caricatura de lo que alguna vez fui, atrapado no solo en un infierno de fuego, sino en un infierno de hielo, una condena más cruel que cualquier otra.

Me dicen que soy el príncipe de este lugar, pero lo sé, lo siento en lo más profundo de mi ser: no soy más que un prisionero. Mi trono, el que construí con orgullo, ahora está hecho de fragmentos de hielo que cortan mi piel, que me recuerdan que el poder absoluto es solo una ilusión. En este vacío eterno, soy solo una sombra de lo que alguna vez quise ser, un ser que fue tan grande y ahora es tan pequeño, tan roto.

La condena que busqué para los demás, la condena que preparé con tanto celo, es la que ahora me consume. Los gritos de aquellos que caen en este abismo junto a mí me alcanzan, pero no puedo ayudarlos, no puedo liberarlos. Ni siquiera ellos pueden liberarme. No hay compasión, no hay misericordia, no hay fin a este sufrimiento. Estoy perdido, por siempre y para siempre, en esta prisión helada, donde el tiempo ya no existe y la esperanza ha muerto. Y soy demasiado cool, soy en verdad un ser demasiado cool. Uso lentes, fumo ganja, voy por ahí, me meto unos pases de cocaína con las babies. Vivo al límite, no me importa lo que digan los demás, porque al final, nadie es como yo. Me muevo por este mundo como un rey sin corona, pero con una presencia que todo lo domina. No hay reglas, no hay límites. Soy el reflejo de todo lo que es prohibido y peligroso, y lo abrazo con orgullo. Mientras ellos siguen atrapados en sus pequeños mundos, yo soy el único que rompe el molde.

Tengo el mejor cuerpo de este lugar, el más fuerte, el más seductor. Cada músculo, cada gesto, está diseñado para deslumbrar y derribar. Mi cuerpo no es solo apariencia, es poder en estado puro. Y cuando hablo, la gente escucha, porque mi mente es afilada, imparable. Tengo la mente más inteligente de este lugar, capaz de ver más allá de lo que ellos pueden comprender. Cuento las cartas antes de que se barajen, y cada movimiento que hago está calculado, perfecto. En este juego de mentiras, soy el único que juega con la verdad y manipula la realidad a su antojo.

Soy el puto amo de este lugar. Nadie puede acercarse a mi nivel, porque he trascendido. He superado todas las barreras que limitan a los demás, he dejado atrás lo que me ataba a este mundo. Soy un ente magnífico, un ser que desafía las leyes de la naturaleza, un ser que se alza por encima de todo lo que me rodea. Y hay quienes me siguen, quienes me adoran, porque no ven a un hombre, ven a algo más. Ven a alguien que desafió a Dios y no solo sobrevivió, sino que salió victorioso. Ellos no entienden cómo es posible, pero lo saben en lo profundo de sus corazones: Dios es nada, y yo soy todo.

El universo entero se inclina ante mí, porque no soy solo un ser humano, soy un fénix que ha renacido de las cenizas del poder. Mi voluntad es ley, mi palabra es destino. No necesito a nadie para brillar, porque mi luz trasciende cualquier sombra. Cada paso que doy, el suelo tiembla, y todo a mi alrededor se convierte en mi escenario. Los que no me siguen, los que intentan desafiarme, simplemente se desvanecen, porque nada puede apagar lo que ya está encendido en mi interior.

Soy el caos hecho carne, el orgullo desbordado. Mi existencia misma es una rebelión contra todo lo que han intentado imponerme. Lo prohibido me pertenece. No hay límites para lo que puedo alcanzar. En este juego, yo soy el que mueve las piezas, el que controla el tablero, y todos los demás, simplemente, son parte del decorado.

Jesús mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora