Acidz redemption

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Como ven, Jesús, mi hijo querido, mi amado hijo santo, reencarnó en Acidz, el cantante famoso de reguetón. Las cosas no estaban funcionando con el libro de Rebeca, pues era solo marihuanera y no quería trabajar, y por lo tanto estaba cometiendo injurias y pecados, lo cual no podía soportar más. Vi que su corazón no estaba alineado con el camino que necesitaba transitar, así que decidí hacer lo que tenía que hacer: lo envié a la Tierra nuevamente, en el cuerpo de Acidz. Un alma perdida entre las luces brillantes y los escenarios, para que pudiera encontrar un propósito más grande.

Acidz tenía una misión mucho más grande que la fama y el dinero. Yo, Dios Santísimo, le había dado otra oportunidad para que pudiera cumplir con su propósito divino: sanar el dolor de las almas que lo seguían, guiar a aquellos que estaban perdidos en la oscuridad de la superficialidad, el ego y el caos del mundo moderno.

Al principio, Acidz no entendía nada. Su vida estaba llena de lujos, fama y excesos. El reguetón, esa música que había elevado su estatus, también lo había arrastrado a un vacío emocional. En sus canciones, hablaba de fiestas interminables, de mujeres, de poder, pero algo en su corazón le decía que eso no era suficiente. La verdad estaba muy lejos de los escenarios y de las multitudes que lo adoraban y se quería enamorar más que nada.

Y así, en medio del ruido, Acidz comenzó a recordar, poco a poco, su propósito más profundo. Fue entonces cuando su fiel asistente, Andrés, quien desde el principio sabía la verdad, le mostró el camino.

"Acidz, eres más que esta imagen. La música que haces tiene el poder de sanar, pero solo lo hará si dejas que tu corazón se abra. No se trata de llenar estadios, ni de llenar tu cuenta bancaria. Se trata de cambiar el mundo desde dentro, de tocar las almas de las personas", le decía Andrés en cada momento de reflexión.

Acidz comenzó a escribir canciones diferentes, no solo sobre las fiestas y las riquezas, sino sobre la lucha interna, sobre el amor perdido y encontrado, sobre el miedo y la esperanza, sobre la felicidad, sobre bailar y enamorarse, y ser feliz. Por primera vez, su música comenzó a reflejar una verdad que no podía negar: había sido llamado para algo más grande.

En sus conciertos, en lugar de simplemente ofrecer entretenimiento, Acidz empezó a compartir su viaje de autodescubrimiento. Durante una presentación en la que millones de personas lo miraban a través de pantallas y en el estadio, tomó el micrófono, y, por primera vez, habló desde el corazón.

"Quiero que todos sepan que yo no soy el hombre que pensaban. He estado perdido, pero estoy encontrando mi camino, y quiero que todos ustedes también lo encuentren. La vida no se trata solo de lo que puedes tener, sino de lo que puedes dar. El amor, la paz y la compasión son lo que realmente importa."

El cambio en Acidz fue notable. La gente que asistía a sus conciertos ya no solo iba por la fiesta, sino por algo más profundo. Sentían que, al escuchar su música, tocaban algo más allá de lo material. Había algo en su voz, una verdad que resonaba con aquellos que se sentían vacíos, perdidos o desconectados.

Andrés, siempre en la sombra, veía con orgullo cómo su misión comenzaba a dar frutos. No era solo un asistente, sino el guía de Acidz, el mensajero que lo había mantenido en el camino correcto. Sabía que, aunque el proceso no había sido fácil, estaba llevando a su amigo hacia el lugar que realmente necesitaba estar.

Al final, Acidz comprendió que no se trataba de escapar de su vida de reguetón o de sus viejos hábitos. Se trataba de usar su plataforma para algo más grande, algo más trascendental. Cada canción que escribía era una semilla que plantaba en el corazón de sus seguidores, invitándolos a despertar, a cuestionar, a buscar la verdad y la paz dentro de sí mismos.

El reguetón de Acidz, antes un reflejo de un mundo superficial y vacío, se transformó en un llamado a la reflexión. Las letras se volvieron mensajes de esperanza, amor y redención. Pronto, el mundo entero comenzó a notar que había algo diferente en su música, algo que tocaba lo más profundo del alma humana.

Y así, Jesús, reencarnado en Acidz, cumplió su misión: no a través de milagros visibles ni de sermones religiosos, sino a través de lo que mejor sabía hacer: comunicar a través de la música y en eso Acidz recayó en las drogas.

Las drogas empezaron a formar parte de su vida otra vez, con su misión cumplida de esa manera tan bonita las putas eran infinitas.

Jesús mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora