El Camp Nou, como siempre, estaba lleno hasta los topes. Mientras el FC Barcelona se preparaba para enfrentar al Espanyol en un derbi cargado de tensión. Desde el palco VIP, mi mirada estaba fija en el campo, esperando ver cómo mi marido, Javi, se desenvolvía en un partido tan complicado.
Desde mi sitio podía ver como los aficionados del Barça se acomodaban en sus asientos, sin mucho interés por lo que pudiera hacer el Espanyol. A fin de cuentas, el equipo de casa era el gran favorito. Pero yo confiaba en el equipo. Sabía que, a pesar de las dificultades que estaban teniendo en la temporada, su determinación no conocía límites.
El primer pitido del árbitro retumbó en el estadio, y rápidamente quedó claro que la tarea para el Espanyol sería ardua. En el minuto 10, un remate de Lewandowski, tras un centro milimétrico de Raphinha, abría el marcador. El gol era solo el principio de lo que sería un primer tiempo demoledor para el Espanyol.
El segundo llegó en el minuto 20, esta vez una jugada colectiva de los azulgranas, culminada por un tiro cruzado de Gavi que se coló en la esquina inferior del arco. El Camp Nou estalló de júbilo mientras el Espanyol intentaba reorganizarse. Javi, con el balón en los pies, no lograba encontrar espacios; la defensa del Barça se cerraba cada vez más y las opciones de ataque eran mínimas.
Pero la peor parte llegó en el minuto 27. El Espanyol celebraba lo que parecía un gol de Vélez, pero el árbitro levantó la bandera de fuera de juego. La repetición en las pantallas del estadio confirmaba lo que todos sospechaban: el delantero estaba ligeramente adelantado. Alivio para el Barça, frustración para los visitantes.
Apenas unos minutos después, el Espanyol volvió a gritar gol, esta vez con un disparo de Javi tras una jugada personal. El estadio, por un segundo, se quedó en silencio. Sin embargo, el árbitro volvió a levantar su bandera. Otro fuera de juego, esta vez mucho más claro. El Barça respiraba tranquilo, pero los jugadores del Espanyol comenzaban a perder la compostura.
Cuando el árbitro pitó el final de la primera parte, el marcador reflejaba un 2-0 favorable al Barcelona. El Espanyol, aunque competitivo, parecía estar en desventaja no solo en el marcador, sino también en la moral. Miré a Javi desde el palco. Aunque su rostro mostraba frustración, no dejaba de ajustar su camiseta y de motivar a sus compañeros. Era el capitán, y no pensaba rendirse.
La segunda parte comenzó con una sensación diferente. El Espanyol, aunque herido, salió al campo con más determinación. El Barça parecía relajarse, creyendo que la victoria ya estaba en sus manos. Y fue en ese momento cuando llegó la chispa de esperanza.
En el minuto 63, Javi logró desmarcarse de su defensor, aprovechando la pasividad de la defensa azulgrana. En un control impecable, se adelantó al portero Ter Stegen, quien intentó reducir el ángulo, pero Javi, con la frialdad que siempre le ha caracterizado, le picó el balón por encima y lo mandó a la red. ¡GOL! El estadio, en su mayoría azulgrana, estalló en un rugido de incredulidad. Javi acababa de marcar un golazo en el Camp Nou, y su rostro reflejaba la alegría de haberlo logrado.
El gol fue como una inyección de confianza para el Espanyol, que ahora se veía con opciones, pero la esperanza fue breve. El Barça, sintiendo el golpe, reaccionó rápidamente, y aunque el Espanyol lo intentó con varias jugadas peligrosas, la defensa culé no dio más oportunidades. En el minuto 82, un remate potente de Dani Olmo, tras un centro preciso de Koundé, cerró el marcador con un 3-1 definitivo.
Al final del partido, los jugadores del Espanyol salieron cabizbajos. Javi, como capitán, fue uno de los primeros en ir a saludar a la afición visitante, aplaudiendo el apoyo, aunque el resultado no fuera el esperado.
-Javi se dirigió hacia la zona de entrevistas en el campo. Lo vi hablar mientras el periodista le hacía las preguntas.-
P (Periodista): Javi, un partido difícil hoy, ¿cómo lo viste desde dentro del campo?
-Javi respiró hondo, como siempre lo hacía antes de hablar, y miró a los ojos al periodista.-
J: Sabíamos que iba a ser complicado, el Barcelona es un equipo muy fuerte. Pero también sabemos que no podemos rendirnos nunca. El gol que marqué, aunque fue bonito, no sirve de mucho si no conseguimos el resultado. Esto es fútbol, y hay que seguir trabajando.
P: ¿Qué se puede sacar de positivo del partido, a pesar de la derrota?
J: El esfuerzo. El equipo luchó, no nos dimos por vencidos. Si seguimos trabajando así, los resultados van a llegar. El Barça no nos pasó por encima, estuvimos ahí, y si no hubiéramos tenido esos goles anulados, quién sabe...
-Tras las preguntas Javi se dirigió al vestuario.-
Salimos del estadio con una mezcla de sentimientos. Orgullosa de él, pero consciente de que, a veces, los pequeños detalles deciden el destino de un partido. El ambiente era agridulce. El Camp Nou aún resonaba con los ecos de la victoria del Barça, pero en nosotros pesaba el sabor amargo de la derrota. Javi caminaba a mi lado, con la mirada fija al frente, pero yo podía ver en su rostro la mezcla de frustración y cansancio. Sabía que ese momento, aunque solo fuera una derrota más, significaba algo más para él, era el capitán y el equipo seguía al borde del descenso. -
-Me acerqué a él y, con una sonrisa cálida, le tomé suavemente la mano.-
L: Javi cariño, hicisteis un gran partido. Ese gol, fue impresionante. No cualquiera puede marcar así.
-Él giró la cabeza y me miró, agradeciendo mis palabras, pero su semblante seguía serio. Sabía que sentía que el equipo no había logrado el resultado que merecían.-
J: Lo sé, pero no sé… Podría haber hecho más. El equipo podía haber jugado mejor. Los goles anulados… Fue todo tan injusto.
-Lo miré, comprendiendo perfectamente lo que decía. En el fútbol, los detalles marcan la diferencia.-
L: Amor, siempre lo das todo en el campo, y eso no pasa desapercibido. A veces los resultados tardan en llegar, pero el esfuerzo nunca es en vano.
-Javi paró por un momento, miró al frente, y luego me miró con una ligera sonrisa.-
J: Gracias amor. Lo que me dices, me ayuda mucho.
-Lo vi calmarse un poco, y aunque la derrota seguía presente, esa chispa en sus ojos estaba volviendo. Sabía que, a pesar de la tristeza por el resultado, su fuerza mental y su carácter lo llevarían mucho más lejos. -
-Mientras caminábamos juntos hacia el coche, sabía que, más allá del marcador, lo importante era el apoyo incondicional que siempre nos dábamos. Porque, al final, lo que realmente importa es estar juntos, en la victoria y en la derrota. Y eso, Javi lo sabía mejor que nadie.-
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El futbolista del que me enam⚽ré
RomanceLorena tiene 26 años, es periodista deportiva y está casada con su futbolista favorito, Javier, el cual tiene 31 años y además de jugar al fútbol en La Liga española es empresario. Ella lo conoció mucho antes de que él supiera que ella existía, conc...