-Era un sábado tranquilo a finales de octubre en Barcelona. El sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación con un cálido resplandor dorado. Me desperté antes que Javi, disfrutando de unos momentos de calma. Miré por la ventana de la cocina, observando cómo las hojas caían de los árboles, creando una hermosa alfombra de colores otoñales en la terraza.-
-De repente, escuché pasos y me giré. Javi, aún en pijama, apareció con una sonrisa deslumbrante.-
J: ¿Ya despierta, dormilona? -pregunté, acercándome a ella y dándole un beso suave en la frente.-
L: Solo disfrutando de un café. -respondí.- ¿Quieres uno? -dije mirando sus ojitos azules. -
J: Claro, pero primero necesito un abrazo. -dije extendiendo los brazos.-
-Me acerqué más a él y lo abracé con fuerza. Su calidez era reconfortante, y el momento se sintió perfecto.-
J: ¡Perfecto para empezar el día! -exclamé, soltando un suspiro de satisfacción.-
-Después de desayunar, javi se fue al entrenamiento y yo estuve organizando algunas cosas para los próximos partidos. -
-Por la tarde decidimos aprovechar el buen tiempo y salir a dar un paseo por el barrio. Las temperaturas eran agradables, y el aire fresco del otoño nos animaba a salir.-
L: ¿Vamos al parque? sugerí, mientras me ponía una chaqueta ligera.-
J: Me parece bien. Podríamos llevar la pelota y jugar un rato. -respondí emocionado.-
-Al llegar al parque, el ambiente estaba lleno de vida. Familias disfrutaban del aire libre, y los niños correteaban con disfraces de Halloween.-
-Javi sonrió al ver a los pequeños jugar.-
J: ¡Mira, ahí hay una portería! ¿Te atreves a jugar un rato? -pregunté, señalando un área despejada.-
L: ¡Siempre! -dije, encantada.-
-Javi se puso a jugar con la pelota, lanzándola hacia mi.-
J: ¡Atrapa! -grité, lanzando la pelota en su dirección. -
-Logré atraparla con gracia.-
L: No está mal, ¿eh? Creo que deberías entrenar conmigo más a menudo. -dije, desafiándolo.-
J: Encantado. Pero no prometo no ganar. -respondí, riendo mientras me colocaba de nuevo en posición.-
-Después de un rato de juego, nos sentamos en un banco para descansar. La risa aún resonaba entre nosotros.-
L: Me encanta pasar días así contigo. -dije, mirando a Javi con ternura.-
J: A mí también. Estos momentos son los que realmente cuentan. -respondí, mirándola a los ojos.-
-Al caer la tarde, decidimos que era hora de comer algo. Javi me tomó de la mano y nos dirigimos a un pequeño restaurante que ambos adorabamos, famoso por sus deliciosas hamburguesas gourmet.-
L: Espero que tengan una nueva hamburguesa en el menú hoy. -comenté.-
J: Seguro que sí. Siempre tienen algo sorprendente. -dije, mirando el menú en el móvil.-
-Nos sentamos y pedimos nuestras hamburguesas favoritas, acompañadas de patatas fritas. Disfrutamos del ambiente acogedor, con decoraciones de Halloween que añadían un toque festivo al lugar. La conversación fluía entre risas y anécdotas de la semana.-
L: ¿Recuerdas aquella vez que cocinando casi incendiamos la cocina? -pregunté, riendo.-
J: ¿Quién puede olvidar eso? Y tú te pusiste a gritar ‘¡Apágalo!’ mientras yo intentaba encontrar la tapa. - recordó Javi, con una risa contagiosa.-
L: Fue un desastre total, pero nos reímos tanto. -añadí.-
-Después de la cena, decidimos dar un paseo. Las luces de Barcelona brillaban intensamente, creando una atmósfera mágica, y las calabazas de Halloween decoraban las ventanas de las tiendas.-
L: Mira que bonita -dije, señalando la Sagrada Familia iluminada.-
J: Es impresionante. Cada vez que la veo, me sorprende. - respondí, tomando su mano.-
-Mientras caminabamos, Javi se detuvo en un puesto de castañas asadas.-
J: ¿Te acuerdas de la última vez que las probamos? -preguntó, sonriendo al recordar.- ¡Estaban deliciosas!
L: Sí, no podía dejar de comerlas. -dije, emocionada.-
-Javi compró un par y me ofreció una.-
J: Aquí tienes. Espero que sean tan buenas como las de la última vez. -dije, mordiendo la mía.-
L: Son igual de buenas. -afirmé, saboreando el sabor cálido y dulce.-
-Al llegar a casa, cansados pero felices, Javi me miró con una sonrisa.-
J: Este fue un gran día. -dije, mientras nos acomodabamos en el sofá.-
L: Sí, no lo cambiaría por nada. -afirmé, apoyando la cabeza en su hombro.- Cada momento contigo es especial.
J: Te quiero. -susurré, abrazándola más cerca.-
L: Y yo a ti. Cada día a tu lado es un regalo. -respondí, sintiendo una calidez en el corazón.-
ESTÁS LEYENDO
El futbolista del que me enam⚽ré
RomanceLorena tiene 26 años, es periodista deportiva y está casada con su futbolista favorito, Javier, el cual tiene 31 años y además de jugar al fútbol en La Liga española es empresario. Ella lo conoció mucho antes de que él supiera que ella existía, conc...