13. Deseo de un hogar

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Capítulo 13:
Deseo de un hogar

La consejera me había recomendado hablar del ultimátum con el rey y exigirle a los miembros del Consejo un resarcimiento por la falta de respeto.

Lo vi como una forma innecesaria de prolongar mi vergüenza e incluir a Lysander en ella. Lo último que quería era que Lysander tratara de acercarse como si montarme fuera un deber.

Además de eso, él ya tenía suficientes disputas con las guerrillas y levantamientos anti-Raguen.

Era la reina, me encargaría por mi cuenta.

Pero mi celibato no era la única tarea que le competía al reino.

Envié una carta a madame Odetta pidiéndole ─en la manera exigente en que solo una reina pide algo─ que me enviara un informe detallado de los gastos e inversiones del teatro.

No recibí contestación hasta dos días después, de igual forma, mi atención estuvo bien repartida con los festejos próximos del festival de primavera.

Sería una buena distracción para toda la Corte. A falta de pan…

Cuando pude tomar consciencia de estar preparando mi primer gran evento, ya era la noche del festival.

Elegí realizar la ceremonia en los jardines del palacio, aquellos que lindaban con el resto de la ciudad y que en primavera florecían con exquisitas fragancias, capullos brotaban en lo más pasionales rojos, los más delicados celestes y brillantes rosas, bronce y dorado, las flores blancas como perlas despertando de un letargo.

Para acompañar la gala, las damas daban gracia de los más delicados vestidos de muselina y seda, los hombres del más lustroso cuero y terciopelo.

Por mi parte, elegí un vestido rosa que resaltaba el pálido dorado de mi cabello y que según Sneg me hacía brillar: «como una más de las flores del jardín».

Mi marido, siempre vestido con el negro y dorado de su casa, hablaba con sus hermanos cuando yo me acerqué a conversar con él.

La presentación se había brindado con un gran baile de máscaras, acróbatas y la más delicada destreza en las artes del manejo de los elementos.

Siempre era buen momento para mostrar a los Raguen como más que meras armas de guerra o demonios de cuentos.

Y el grupo de artistas veladores del fuego y aire habían dado un espectáculo a la altura.

──Moi siraytza ──Me recibió el saerev con una reverencia.

Sus hermanos acataron al unísono .

──Espero estén disfrutando la velada.

──De hecho, un espectáculo excelso, su majestad ──destacó el siempre correcto Raelar Sinester.

Penumbra invernal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora