Capítulo 15:
Detrás del velo
Un baile sería la ocasión perfecta para olvidar todos los resquemores de los últimos días.
Al menos ese era el pensamiento optimista que quería mantener mientras Savina me peinaba para la velada.Quizás no era el tema más alegre para distraerme, pero aproveché para contarle sobre la misteriosa mujer de rojo que vi vagando por el palacio.
──Hay tantos miembros de la Corte viviendo aquí que podría ser cualquiera.
──Sí, pero es diferente, su ropa ──intenté explicarme──… era extraña, antigua, como… los vestidos de las fóreas en Escar.
──Bueno, no me sorprendería, las vestimentas cada vez son más extravagantes para las fiestas.
Ante el escepticismo de Savina, vi que no tenía sentido insistir. Lo último que necesitaba era convertirme en una paranoica a los ojos de la Corte.
El peinado era sencillo, un semi recogido que dejaba mi cabello en caída libre.
El vestido de un rosa pálido marcaba mi torso con un escote corazón repleto de piedras preciosas enmarcado en detalles de oro, conformado por una mezcla de tul y seda que caía como un río a mis pies, un modelo que seguía el entramado común en las ciudades fajrakíes, donde el protagonismo no estaba en las telas sino en los accesorios.
Esa noche era para honrar al príncipe serpiente.Me había encargado no solo de la decoración de colores vivos; sedas y alfombras de complejos intrincados, sino que contraté también artistas del puerto de Seleari que estaban especializados en el oud, el kaman y la darbuka.
Esperaba que fuera al menos suficiente para traerle algo de sus tierras y ayudarlo a sentirse en casa.Podía dar fe de que al menos los valtenses habían disfrutado el espectáculo.
Savina seguía las órdenes de los instrumentos con una elegancia felina, incluso en los bailes más rápidos. En vano trataron varios de seguirla.
Mert y Emery habían vuelto acaloradas, después de haberse animado a seguirla, cuando el príncipe Vatory, muy solicitado esa noche, se unió a nosotras junto a la fuente.
El príncipe Levi iba vestido con una larga túnica cruzada en azul oscuro y plateado, su piel bronce resaltaba sus ojos ámbar como oro y su pelo plata le daban un aspecto fiero, imponente, era atractivo de la forma abrasadora que lo era el desierto de Fajrak.
Las doncellas lo recibieron con una reverencia de ojos brillantes y mejillas sonrojadas.
──Si me permiten, mis adorables damas, me gustaría conversar con la siraytza a solas ──dijo en un derroche de galantería──. Mi futuro matrimonio está en manos de Su Majestad.
Mert y Emery rieron como si hubiera sido lo más hilarante que escuchaban en mucho tiempo.
Sonreí al aceptar su mano para alejarnos del grupo.
Pese a que había mencionado querer hablar, él nos dirigió a la pista de baile.