09. El canto de las bestias

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Capítulo 09:
El canto de las bestias.

Luché contra el pesado sueño que me instaba a volver a cerrar los ojos y acurrucarme entre las cálidas sábanas

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Luché contra el pesado sueño que me instaba a volver a cerrar los ojos y acurrucarme entre las cálidas sábanas.

Los rayos del sol me impidieron hacerlo.

De pronto, una idea apareció fugaz en mi mente.

¿Dónde estaba Lysander?

Como pude, bajé de la cama para ir por mi albornoz, descubrí que todavía llevaba puesto el vestido de la noche anterior.

Todo volvió hacia mí en un río de imágenes, estábamos en mis aposentos después de que mis doncellas alegaron que ya había pasado demasiado tiempo agobiaba por los deberes reales.

Savina había colado una botella de vino a la alcoba, sabía que yo era la reina y tenía acceso a la bodega real, pero solo podía escuchar los severos retos de mi antigua institutriz recordándome lo impropio de ver a una dama beber.

La voz de la señora Allena sonaba tan severa en mi memoria como lo había sido entonces, todavía podía escucharla rezar en silencio por la salvación de mi alma después de alguna trivialidad ─como correr por el jardín─ que ella consideraba como otra rasgadura a mi alma condenada.

Un templo no era el lugar más libre para vivir, eso era seguro.

No quise pasar por inexperta frente a mis damas de compañía y terminé por aceptar las primeras dos copas.
Luego contar se tornó más difícil.

Mis mejillas ardieron al notar mi poca tolerancia.

Llevé una mano a una de mis sienes mientras juraba no volver a beber.

──Despertaste.

A esa hora, Savina Vatory ya estaba excelsa, fresca y preciosa como una flor con el primer rocío del alba.

Sus ojos lucían aun más zarcos bajo el sol ardiente de la mañana.

──¿Cuánto dormí?

──Pues toda la mañana, pero bien merecido, poco habrás podido dormir con el rey convaleciente a tu lado.

──Savina ──la reprendí.

Ella rodó los ojos, toda rebeldía y actitud desenfadada mientras me servía agua en un tazón limpio, parecía muy poco acostumbrada a servir a nadie.

Decidí entonces ponerme en marcha.

──Debo ir con Lysander, si despierta y no me ve ahí…

──Ah, ah, muy tarde, el saerev ya está despierto y levantado ──explicó con todo el asombro que merecía la noticia──. Esta mañana se levantó como si nada, con un temple regio, por un momento pensé que venían sus últimas horas, ya sabe, la mejoría previa al reclamo de Rella… Pero no, ya empezó con sus diligencias.

Penumbra invernal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora