Capítulo 17:
El corazón de una reinaEstaba atrapada en un mar helado, frío; y me pareció horrible que alguna vez hubiera podido asociar ese suspiro sepulcral con mi hogar, con Valtaria.
Recobré la consciencia cuando Levi me llevaba en brazos, sus latidos eran ensordecedores, parecían llamarme a la vida.
Podía reconocer los techos en arco del Palacio Negro, reconocí tambien el olor a cuero y cedro de Lysander cuando fue él quien me tomó en brazos.
Luego quedé sumida en la inconsciencia.Al despertar podía escuchar voces gritando en la habitación donde me encontraba.
──Vete, Vatory, has hecho suficiente ──La voz suave, moderada incluso en su leve amenaza, era Lysander.
──¿Crees que yo quería esto? ──La voz grave y gutural de Levi Vatory tambaleó un momento.
──Estás siendo completamente inapropiado, Vatory, no vuelvas acercarte a ella.
──¿Por qué? ¿Por la corona, Sinester? ¿Es eso?
En mi delirio febril, quise aferrarme para conocer la respuesta.
──Feryal es la emperatriz de Valtaria y tu comportamiento hacia ella está fuera de los límites.
──Al menos sabemos que alguien en esta habitación siente algo por ella.
Al despertar, la tormenta había amainado, la habitación olía a rosas y lavanda, observé el largo cabello de Sneg tendido sobre mis piernas.
Me costó lograr que el cuerpo me respondiera, no podía reconocer un solo centímetro que no doliera, pero me las ingenié para estirar los dedos y acariciar los cabellos blancos de mi hermano.
Él alzó la mirada con rapidez, su rostro se encendió al verme, tenía una palidez cetrina y profundas ojeras lilas debajo de sus ojos cristalinos.
──Pajarito.
Tenía en la boca un gusto a resina, mi pelo era un nido descontrolado de paja y el sudor se me pegaba como una segunda piel; aun así, Sneg me estrujó entre sus brazos, besó mis mejillas y mi frente, mientras agradecía a la diosa Aella por traerme de vuelta.Cerré los ojos para disfrutar de la calidez de su preocupación.
──Cinco días ──exclamó con su usual teatralidad──. Ay, Feryal, quieres acabar conmigo.
──Papá ──intenté, mi garganta todavía estaba áspera y seca.
──Tranquila, despacio.
Él me recostó con suavidad, de vuelta entre los almohadones de plumas.
──Llamaré a tus doncellas para que comas y bebas, papá está rezando en el templo.
Cuando desperté Lysander no estaba a mi lado, no sabía si en algún momento de mi convalecencia lo había estado.
Pasaron dos días hasta que me permitieran levantarme sin que nadie se me tirara encima.
Aproveché el momento en que los demás creían que dormía, me coloqué un vestido de muselina celeste, de esos que eran fáciles de colocar sin ayuda, para ir detrás de… ¿qué?, ¿quién?No lo sabía, pero no me gustaba la idea de seguir siendo una prisionera en mi propia habitación.
Fui sosteniéndome por la pared, los rayos del atardecer lamían los corredores de piedra caliza del palacio, mientras yo intentaba poner toda mi fuerza para mover un pie a la vez.
Había estado días en cama y nadie se acercaba a visitarme.
──¿Qué haces?
Exhausta, recosté mi espalda contra la pared, en busca de algo de estabilidad. Contemplé a Levi Vatory de pie al final del pasillo, vestía su armadura liviana con el emblema de serpiente en su pecho, tan imponente como siempre.
Tomé impulso para alcanzarlo.Él se apresuró para atraparme en sus brazos, acarició mi cabello y lamenté haber sido obstinada.
──¿Dónde están los demás?
El gesto de Levi cayó al notar el sentido de mis palabras, quizás porque entendía por quién preguntaba.
Sostuvo mi mentón hacia él.
──¿Cómo estás?
──Bien si no te metí en problemas.
──No, cariño, no lo hiciste.
El calor me subió a las mejillas, por un momento creí que la fiebre volvía.
──Príncipe Vatory, yo…
──Me voy, Feryal ──Detuvo cualquier intento de explicación──. Debo volver a servir a mis tierras.
Un nudo se me formó en la garganta, ¿por qué? Siempre supe que sería así, su estancia no duraría demasiado en una Corte extranjera, sin embargo, no podía evitar la melancolía.
Él me miró un largo rato, en silencio, sus ojos ámbar parecían oro en el atardecer, por un momento creí que me besaría, mis mejillas enrojecieron por la forma en la que no quise apartarme.
Levi Vatory me dejó un beso sobre la frente. Una despedida.
Luego se alejó, al sonido de los pasos que llegaban.
Lo observé marcharse mientras escuchaba las exclamaciones y órdenes de mis doncellas al encontrarme levantada.
Por la noche, Lysander fue atento al preparar mi almohada, vigiló hasta que estuviera dormida, y veló por mí el resto de mi descanso.
Pero mi corazón seguía estrujado, creí que siempre permanecería así, dormido, latiendo a medias, aprueba de traiciones y frío ante las dolencias, el corazón de una reina.