Del portal emergió algo... pequeño. Era una rana. Apenas del tamaño de mi garra, con un color verde opaco y verrugas que parecían brillantes bajo la luz púrpura de la grieta. La rana croó débilmente mientras caía al suelo, completamente desorientada. Me quedé mirándola, desconcertado.
— ¿Este es el kaiju? — pregunté, con incredulidad evidente. — ¿De verdad? Todo este teatro para una rana diminuta.
El extraño inclinó la cabeza ligeramente, como si mi pregunta le hubiera resultado ridícula.
— No, Ryu. Esto... — señaló a la rana, que ahora se alejaba lentamente a saltos. — ...es lo que le estaba dando de comer al kaiju.
Antes de que pudiera reaccionar, movió una de sus manos y el portal se movió rápidamente hacia abajo, como si lo estuviera manipulando directamente. Sentí un tirón repentino, como si la gravedad misma me hubiera atrapado, y mi cuerpo fue arrastrado a través de la grieta. Todo se volvió un remolino de luz púrpura y sombras deformadas. Intenté resistir, pero era inútil.
Cuando la sensación de vértigo desapareció, abrí los ojos. Me encontraba en un lugar enorme, con muros altos de piedra que me rodeaban en un círculo perfecto. Parecía el Coliseo Romano que había visto en series y películas, aunque este parecía mucho más nuevo, como si lo hubieran construido ayer. Las paredes estaban impecables, y el suelo de arena era uniforme, excepto por algunas marcas de combate que ya estaban allí.
Levanté la vista y allí estaba él, el extraño, sentado en lo alto, en un lugar elevado que parecía diseñado para un emperador.
— Bienvenido al Coliseo. — dijo, con su voz resonante que hacía eco en el sitio. — Aquí es donde demostrarás si podrás ganar.
De repente, un chirrido metálico rompió el silencio. Miré hacia un costado y vi cómo una de las enormes rejas de metal comenzaba a levantarse lentamente, el sonido de los engranajes resonando por toda la arena.
La reja terminó de levantarse, y lo que salió de allí me sorprendió.
Era como una hormiga gigantesca, de al menos cuatro metros de largo, con un cuerpo amarillo opaco que brillaba ligeramente bajo la luz del Coliseo. Sus mandíbulas eran enormes, capaces de aplastar roca, y sus patas terminaban en puntas afiladas que arañaban el suelo arenoso mientras avanzaba. Sus ojos eran pequeños, negros y sin vida, como los de una máquina.
Instintivamente, activé mi Visión de Poder, esperando medir su nivel de poder. Las cifras flotaron sobre su cabeza: 5.100. No era un poder insignificante, pero tenía seis veces el poder del Krakenillo.
La criatura emitió un chirrido agudo, un sonido que hizo vibrar el aire del Coliseo. Sus patas delanteras se levantaron ligeramente, y sus mandíbulas se abrieron y cerraron con un chasquido metálico.
No esperé a que hiciera el primer movimiento. Aproveché mi ventaja, concentré toda la energía acumulada en mi habilidad Carga y desaté mi Rayo de Energía. El rayo la alcanzó de lleno en el costado, explotando en una onda de energía pura que hizo que la criatura retrocediera, levantando polvo y arena en el proceso.
El impacto dejó una quemadura profunda en su exoesqueleto amarillento, pero no fue suficiente para detenerla. La criatura se sacudió, mostrando signos de irritación, antes de avanzar de nuevo, más rápido esta vez.
Antes de que pudiera reaccionar, saltó hacia mí, con las mandíbulas abiertas.
El salto del kaiju fue más rápido de lo que esperaba. Apenas tuve tiempo de esquivar por completo antes de que sus mandíbulas se cerraran con un chasquido aterrador, atrapando mi flanco izquierdo.
Ryu
PV: 290/300Aunque su mordida no fue lo suficientemente fuerte como para atravesar mis escamas.
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Reencarne con un Sistema Kaiju
FantasiaEn un mundo donde los Kaijus pueblan el mundo, Ryu, un joven humano, despierta reencarnado en un Kaiju obteniendo un sistema.