"Dos mundos, Un destino."

"Mi Tortura"

Los días parecían pasar con lentitud y agónica, mientras permanecía atrapada en ese calabozo oscuro y frío, sin tener idea de cuánto tiempo había pasado y si alguien había notado mi ausencia. Las lágrimas corrían libremente por mis mejillas, reflejando toda la frustración, el temor y la desesperación que envolvían mi alma. Me sentías abandonada y olvidada, como si mi presencia no importara a nadie en absoluto.

Lucius llegó a mi celda, oscuro y sin emociones, acaricio mi rostro con un gesto condescendiente y se burló de mi situación. Él entonces me tomó del brazo y me llevó ante Voldemort, empujándome hacia delante y entregándome a él como una ofrenda.

Voldemort me miro, su mirada fría y calculadora examinando mi apariencia desaliñada y las señales de maltrato en mi cuerpo. Su voz retumbó con un tono de insidia mientras comentaba sobre mis fachas y el estado en que me encontraba.

-¿A esto te han reducido? Una sangre pura como tú merecía un mejor trato.
Observó detenidamente cada detalle de mi estado, como un depredador estudiando a su presa. Su risa macabra resonó en las paredes mientras continúaba hablando.

-Sin embargo, me gusta tu sangre...tan pura, delicada y poderosa. Sin duda eres un tesoro que estoy ansioso por probar.

Voldemort observó cómo el miedo me envolvía por completo, manteniendo las palabras apresadas en mi garganta. Su varita recorrió mi cabello, pasando suavemente por los mechones, como si estuviera palpando su sedoso tacto. Su sonrisa era fría.

-No te preocupes, pronto descubrir todo tu potencial, hasta la última gota de sangre que posees.
Lucius, quien estaba detrás de mi, comenzó a reír con un tono lleno de malicia y desprecio. Su risa retumbaba en el lugar, como si estuviera disfrutando de mi desasosiego y la situación que enfrentaba.

-Oh, qué divertido es ver cómo está pequeña 'sangre pura' se acobarda ante su señor oscuro y poderoso...
Lucius me dio una fuerte patada que me impulso y me hizo caer de rodillas frente a Voldemort. Su sonrisa maliciosa se ensanchó a medida que me veía en una posición desventajosa y humillada.
Voldemort observó cómo caía de rodillas ante él, con satisfacción y crueldad en su mirada. Su mano se extendió hacia mi rostro y agarro mi mentón con firmeza, alzando mi cabeza obligándome a mirarlo a los ojos.

-"Mírame, pequeña," susurró Voldemort con su voz fría y siseante, como la de una serpiente. Mi vista se encontró con la suya, y un escalofrío cayó por mi espalda ante la malevolencia que emanaba su mirada.
De forma repentina, sentí sus fríos dedos alrededor de mi garganta, levantándome con una fuerza sobrenatural y levantándome para estar justo a su altura. Su rostro estaba a pocos centímetros del mio y su aliento helado me hizo estremecer más aún.

-Mírame a los ojos, y no apartes la vista hasta que yo lo permita. Quiero ver tus emociones, cada pedazo de tu ser, mientras saco lo mejor de ti, susurró Voldemort con un tono que envolvía mi mente y me obligaba a obedecer. Su mano seguía sosteniendo mi cuello con fuerza imposible de resistir.
Los dos hombres, continuaban riendo a carcajadas, mientras notaban la debilidad y desesperación de mi cuerpo. Mi cabeza estaba ligeramente inclinada hacia atrás, debido al agarre inflexible de Voldemort en mi cuello. No podía evitar las lágrimas, que brotaban de mis ojos como reacción al miedo y la impotencia que me invadía.

-Eres una niña tan pura, tan inocente, tu sangre todavía no está corrompida y es inmadura. Pero necesitamos una sangre más poderosa para nuestros propósitos. Así que te daremos un poco de maldad, un poco de oscuridad, que corra por tu cuerpo."

Lo mire sin entender de que hablaba.

-Sí, mi pequeña...tu sangre es aún muy pura, pero necesito que cambie, necesito que tenga algo de esa maldad de la que careces ahora. En unos días, haré un ritual especial que te dará esa impureza que necesitada.
Pero no debes preocuparte por entender ahora. Todo se te revelará en su debido momento. Por ahora, lo único que necesitas es prepararte para el ritual que se aproxima.