Jungkook se sentó en su cama, la luz del atardecer pintando el suelo de su habitación con tonos dorados y anaranjados. Las palabras de su madre aún resonaban en su mente, cada frase un eco en la quietud de la tarde.
Su lobo interior, normalmente inquieto y lleno de energía, se sentía inusualmente tranquilo, pero con una determinación férrea. La decisión estaba tomada.
Minutos después, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Jungkook se dirigió al despacho de su padre. Golpeó suavemente a la puerta, escuchando un "Adelante" que resonó con la autoridad habitual del rey.
El despacho era un reflejo de la personalidad de su padre: imponente, ordenado, con una frialdad que se podía palpar en el aire. El rey estaba sentado detrás de su gran escritorio, revisando unos documentos con una concentración que parecía impenetrable. Levantó la vista al escuchar la entrada de su hijo, su mirada fría y penetrante.
Jungkook no sabía por dónde comenzar. Las palabras se atascaban en su garganta, la tensión del momento lo paralizaba. Pero entonces, respiró profundamente, recopiló todo su valor y preguntó, su voz apenas un susurro que apenas rompía el silencio del despacho:
—Papá… ¿qué es el amor para ti?
El rey dejó caer la pluma sobre el escritorio, el sonido resonando en el silencio del despacho como un trueno. Miró a su hijo, su mirada penetrante, usualmente fría e impenetrable, mostrando un atisbo de sorpresa, quizás incluso de… vulnerabilidad. Un silencio pesado se instaló entre ellos, un silencio cargado de expectativa, de una tensión palpable que parecía vibrar en el aire.
Tras un momento que pareció eterno, el rey se reclinó en su silla, sus dedos tamborileando ligeramente sobre el escritorio. Su respuesta llegó lentamente, medida, cada palabra cuidadosamente escogida.
—El amor… Jungkook— comenzó, su voz grave y resonante, pero con una tonalidad diferente a la habitual, más suave, más… reflexiva —Es una palabra compleja, una emoción poderosa que ha sido interpretada de mil maneras a lo largo de la historia. Para algunos, es un impulso ciego, una fuerza incontrolable que te arrastra sin contemplaciones. Para otros, es un contrato, un acuerdo basado en la conveniencia y en la estabilidad. Y para otros más… es un sacrificio.
El rey se detuvo, mirando fijamente a su hijo, esperando su reacción. Jungkook permaneció en silencio, atento a cada palabra, a cada inflexión de la voz de su padre.
—Para mí… — continuó el rey, su voz más baja ahora, casi un susurro — El amor ha sido… un deber. Un deber hacia mi reino, hacia mi pueblo, hacia… mi esposa. Un deber que se ha cumplido con lealtad, con responsabilidad, con abnegación. He amado a tu madre a mi manera, con la fuerza y la constancia que define mi carácter. Un amor construido sobre la solidez de la tradición, sobre los cimientos de la responsabilidad, sobre la lealtad inquebrantable.
El rey se volvió a callar, observando a su hijo. En sus ojos, Jungkook vio un atisbo de arrepentimiento, una ligera sombra de duda. La respuesta de su padre, aunque fría en su superficie, resonaba con una complejidad que Jungkook no esperaba. Era una respuesta honesta, una confesión velada de un amor que, quizás, no había sido todo lo que podía ser. Y en ese espacio de vulnerabilidad, Jungkook vio una oportunidad, una posibilidad de conexión, de entendimiento.
El silencio que siguió a las palabras del rey fue profundo, cargado de un significado que ambos comprendían.
— Papá…
— ¿Si?
— ¿Qué piensas de Mingyu? — preguntó Jungkook, su voz suave, casi tímida.
El rey lo miró, una ligera sonrisa jugando en sus labios. Era una sonrisa inusual, un atisbo de afecto que Jungkook rara vez había visto en su rostro.
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Smeraldo | • KookMin
Fanfic"Un príncipe rebelde, Jungkook, se pierde en el bosque después de una emboscada y encuentra refugio en una torre misteriosa, donde conoce a Jimin, un enigmático Omega con secretos que despiertan su curiosidad y su corazón..." ...