Capítulo 18: Noches de ansiedad

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El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, pero por alguna razón no podía disfrutar de la belleza de ese momento como solía hacerlo

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El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, pero por alguna razón no podía disfrutar de la belleza de ese momento como solía hacerlo. 

Mi mente estaba ocupada en mil cosas que no lograba ordenar, y mi corazón parecía tambalear entre la calma y el caos.

Desde que Román y yo habíamos decidido tomar un paso atrás, todo parecía un poco más distante, un poco más difícil de comprender. 

Aunque había dicho que necesitaba espacio, no podía evitar sentir que algo se rompía cada vez que lo veía, cada vez que pensaba en él. 

En algún lugar dentro de mí, sabía que quería acercarme a él, que no quería perder lo que habíamos comenzado a construir, pero algo dentro de mí, una voz muy pequeña, me decía que no debía, que debíamos seguir siendo los mismos que éramos antes de este torbellino de emociones.

Había momentos en los que me encontraba en clase, mirando al frente, pero en lugar de concentrarme en la lección, mi mente vagaba hacia él, hacia el sonido de su risa, hacia los pequeños gestos que me hacían sentir especial. 

Después de todo lo que había pasado, sentía que no podía ser tan fácil volver a ser los que éramos antes. 

Quizás era mi orgullo, quizás era mi miedo, pero lo que sí sabía era que no quería que me afectara tanto.

Ese día, después de clases, decidí dar un paseo por el campus para aclararme un poco, solo para despejar la mente. 

Caminé por los senderos rodeados de árboles, buscando algo de paz en la quietud que a veces lograba encontrar en esos momentos. 

Pero incluso el silencio del campus no podía calmar mi mente. Todo lo que pensaba era en Román. Pensaba en su sonrisa, en su abrazo, en sus palabras.

Fue cuando pasé cerca de la cafetería que lo vi, sentado junto a un grupo de amigos, su risa llenando el aire, como siempre. 

Pero esta vez, algo era diferente. En lugar de acercarme como solía hacer, algo dentro de mí me hizo detenerme. 

Me quedé allí, observándolo a lo lejos, sin atreverme a moverme. El pensamiento de que lo había perdido me golpeó con fuerza, y mi pecho se llenó de un nudo que no sabía cómo soltar. 

No podía, simplemente no podía acercarme como si nada hubiera pasado, como si no hubiera dicho ni hecho cosas que estaban cambiando la forma en que nos veíamos.

Lo observé unos minutos más, y fue entonces cuando noté que se dio cuenta de mi presencia. Román me miró fijamente desde donde estaba, y algo en su mirada cambió, como si entendiera lo que estaba sintiendo, como si él también estuviera atrapado en este espacio lleno de confusión.

Mi corazón dio un vuelco. No podía ignorar esa sensación de querer acercarme, pero también de no saber cómo hacerlo. 

La distancia que había entre nosotros era palpable, pero también había algo más en él, algo que me decía que él también quería que las cosas volvieran a su curso.

La alianza de los corazones oscuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora