(-) Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros (Kant)
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Hay secretos que es mejor mantener ocultos y otros que es mejor olvidar. Pero para Matteo y Ruelle, ya es demasiado tarde. Ahora, su única esperanza de sobrevivir radica en confia...
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Deslizó delicadamente las medias traslúcidas de color negro por mis piernas, me pongo de pie y las ajusto a mis caderas. Giro la cabeza hacia el balcón, siento una mirada sobre mí, pero aunque quiero esforzarme por ver de quién se trata, no lo consigo. Aún no soy un vampiro por completo, aún no he pasado por ese proceso y eso evita que mis dones se desarrollen.
Mi vida es miserable, no soy un vampiro por completo, pero tampoco un humano.
Trueno mi cuello y me coloco el sostén, cubriendo mis pechos. Tomo el vestido negro de corte A con un delantal superior blanco de manga larga y cuello de lazo. La falda, plisada y con una longitud por encima de la rodilla, le da un toque juvenil a la pieza, mientras que el corpiño ajustado acentúa la silueta. Botones negros recorren la parte frontal del vestido, añadiendo un toque de sofisticación.
Me lo coloco con cuidado, sintiendo la suavidad de la tela contra mi piel. Para completar el atuendo, me calzo unos elegantes zapatos de tacón alto, de charol negro con un pequeño detalle en la punta, una hebilla discreta. La altura del tacón es suficiente para darme altura y elegancia sin restar comodidad.
Al estar vestida avanzo a mi tocador, me observo al espejo y sonrío, mi cabello está trenzado, pues antes de dormir lo trenzo y así evitar que se enrede, las puntas están decoloradas y me hacen sentir incómoda, quiero verme bien en el uniforme, pero siento que mi cabello no ayuda, formo una mueca aún sosteniéndolo entre mis dedos, lo acaricio y sin pensarlo mucho alcanzo unas tijeras y corto la mitad de este, viendo como ese color, ese peso del pasado, cae hasta mis pies como una lluvia de recuerdos. Cada mechón que se desprende es un suspiro, una lágrima silenciosa por lo que dejo atrás, por la vida que no fue. Pero con cada corte, siento también una liberación, una ligereza que me permite respirar profundamente por primera vez en mucho tiempo. El cabello yace en el suelo, un recordatorio tangible de un pasado que ya no me define, un testimonio de mi decisión de abrazar el futuro, aunque la nostalgia me envuelva como una suave brisa nocturna.
Sonrió mirándome y asiento, se que esta decisión ha sido la mejor.
Gire mi cabeza al escuchar los pasos acercándose a mi habitación, así que rápidamente tomé el mechón de cabello que me había cortado y lo escondí en mi closet. Volví a mi tocador justo a tiempo, cuando la puerta se abrió y mi padre entró con una sonrisa.
—¿Sucede algo, papá? —pregunté, frunciendo el ceño con fingida inocencia.
—Nada —dijo con tanta calma que me sofocaba. Podía sentir que algo había descubierto. Tragué saliva con fuerza. —Ayer me enviaron un mensajero —continuó, levantando la carta entre sus manos y sonriendo ampliamente habla. —La cacería ha comenzado
Esas palabras hicieron que mis ojos brillaran con un entusiasmo perverso. Me abalancé sobre mi padre, quien me abrazó con fuerza y dejó un delicado beso en mi mejilla.
