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Daerón miró la pared de su habitación mientras pensaba en todo lo que había pasado desde la coronación, habían pasado algunas semanas y él todavía no sabía cómo sentirse al respecto, él estaría siempre de la de su familia y de sus hermanos, lo que significaba apoyar el reinado de Aemond, pero incluso sabiendo eso, el Alfa sintió que su corazón se apretaba al pensar en que el y su sobrino estaban en lados opuestos de lo que sin duda sería una guerra sangrienta.

Al pensar en eso los ojos del menor se llenaron de lágrimas, él no quería esto, nunca lo quiso, él solo era un quinto hijo sin nada que heredar, al principio eso lo enojó, pero con el tiempo entendió que eso era más una bendición y más con su familia, tenía la libertad de viajar y hacer lo que quisiera sin responsabilidades más allá de ser un príncipe sin tierras, eso lo llenó de ilusión, podía irse y volver sin mayor consecuencia, también podía casarse con quien quisiera, al principio siempre se imaginó casándose con algún Omega de familia noble que fuera una buena alianza política, tener una familia y envejecer en casa, pero todo eso cambió cuando volvió a la capital y se unió a su familia nuevamente después del incidente.

Todo cambio cuando tuvo la oportunidad de conocer a sus sobrinos, en especial a Lucerys, al principio los ignoró como a toda la familia de su hermana, además casi no los veía, eso era lo mejor decía su madre, pero con el tiempo los dos fueron más concientes del otro, se empezaron a ver más hasta que su sobrino con toda la valentía decidió acercarse, al inicio fue incómodo y Daeron trato de rechazarlo cortésmente, pero el castaño no se rindió y mientras más pasaba el tiempo los dos se volvieron amigos y pasaron más tiempo juntos a espaldas de su familias, se escribieron cuando estaban lejos y cuando se encontraban entrenaban y se escapaban para volar en las noches, lejos de los ojos de la corte

Daeron no supo con exactitud cuando todo cambió solo sabe que un día los dos estaban lejos en una isla en medio del mar riendo y bromeando, estaban felices y tranquilos hablando de sus sueños y aspiraciones para su fueturo, cuando sin saber quién fue el que dio el primer paso se besaron, fue algo corto y al instante los dos se separaron, después de eso Daeron ignoró a Lucerys por una semana entera, pero el alfa un día lo acorralo, los dos empezaron a discutir, pero todo acabó cuando sus labios al volvieron a tocar, esta vez ninguno se separó y ahí comenzó su relación, los dos entendían que era peligroso y que lo más sensato era terminar antes de que lo que sea que sintieran avanzara más, pero ninguno quiso hacerlo.

Al recordar todos los momentos felices con su sobrino el alfa sonrió, pero segundos después su sonrisa murió al recordar su situación actual, el príncipe suspiró antes de enderezarse y levantarse para salir de su habitación, con cuidado camino por los pasillos con su mente en blanco,  cuando observó a su alrededor se dió cuenta que ya había llegado a su destino, por un segundo aguantó la respiración y pidió los guardias que tocaran la puerta

—Adelante— Daeron respiro hondo y entró, cuando se cerraron las puertas detras de él, hizo una reverencia

—Majestad—

—Hermano— Aemond lo miró con sorpresa —¿qué te trae por aquí?— el Omega lo miro con curiosidad Daeron se aclaró la garganta al escuchar esa pregunta, pero respiró hondo otra vez antes de dar un paso adelante mirando a su hermano los ojos con un solo pensamiento en su mente

Tengo que hacer esto

Tengo que intentarlo.

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Lucerys miró por el pasillo y al notar que no había guardias camino con cuidado, uso la oscuridad de la noche para no ser tan evidente, todo estaba mal, debía hacer algo para arreglar todo, pero lo primero que debía hacer era hablar con Daeron necesitaba saber que estaba bien, después de eso se encargaría de averiguar lo que estaba pasando

EL PRINCIPE OLVIDADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora