Capítulo 2.

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La luz del sol me hacía daño a los ojos. Los fui abriendo poco a poco y el recuerdo de mi hermano se pasó por mi cabeza.

Me asomé por si algún cabrón de estos venía a morderme, pero no vi nada.

Salté y me colgué la mochila del hombro. Recogí el machete del suelo y comencé a caminar.
Miles de cosas horribles se me pasaban por la mente al pensar en George. Mi George. Esperaba que estuviera a salvo.

Oí gruñidos detrás mía y me di la vuelta.
Estaba harta. Harta de este mundo. Harta de estos bichos imbéciles.
Me acerqué y con un movimiento le corté la cabeza.

Estúpido. -pensé.

Seguí caminando sin destino fijo. Me acordé de papá y mamá. Los extrañaba también.
Un disparo me hizo salir de mi mundo. Saqué mi pistola y jalé el gatillo. Fui con sigilo hacia donde oí el ruido del arma.

De repente, gruñidos empezaron a escucharse muy próximos.

-No, joder, ahora, no.- dije entre dientes, susurrando.

Me di cuenta de que una horda de caminantes se aproximaba hacia mí. No lo pensé dos veces y me puse a correr.

Más disparos. Cada vez se oían mejor.

Pude distinguir humo entre los árboles. Fuego.
Choqué con algo. Un podrido me tiró al suelo y se lanzó sobre mí. Pude alcanzar la navaja de mi bolsillo y se la clavé en la cabeza.
Suspiré y me lo quité de encima.

-Tengo una idea.-me dije a mí misma.

Puse al caminante boca arriba y saqué el machete. Abrí su abdomen y soltó un olor horrible. Dejé de pensar en eso y empecé a restregarme su sangre y las mierdas que tenía dentro sobre mi cuerpo.

-Con esto bastará.

Gracias a este truco uno puede camuflarse entre los muertos fácilmente. Continué mi camino.

Por fin vi una gran prisión en llamas. Los caminantes iban entrando poco a poco, arrasando con vallas y cada cosa en su camino.

Me quedé quieta detrás de un árbol, observando la escena.
Pude ver a lo lejos como salía gente corriendo. Un tanque estaba allí parado, con un hombre encima que me resultaba familiar.

****
Caminaba sin rumbo, por el bosque, sola. Echaba de menos a mi hermano. Lo quería conmigo de nuevo.

Unos ruidos detrás de un arbusto me hicieron ponerme en alerta.
Saqué mi pistola y apunté.

Un hombre alto y robusto salió de su escondite. Me estaba apuntando con su ballesta.

-Suelta el arma, pequeña.-dijo.

No hice caso. Pasaron unos segundos.

-Vale, vale. Mira.-bajó la ballesta en signo de paz.

-¿Quién eres?-aún seguía apuntándole.

-Me llamo Daryl, Daryl Dixon. ¿Y tú?

No contesté, le miré desconfiada.

-Creo que es justo que me digas tu nombre, es decir, yo te dije el mío. ¿No crees?

Tampoco contesté.

-Vale, pues nada.-se dio media vuelta.

-____ Ford.-no quería volver a estar sola y aunque no debiera confiar, él me transmitía seguridad.

Everything's going to be okay. | Carl Grimes. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora