Capítulo 7

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Romeo está a tan solo unos metros de mi, está sonriéndome, estamos en un cuarto totalmente blanco, iluminado por una pequeña lámpara en una esquina de la habitación, no hay ni puertas ni ventanas, solo se oyen nuestras respiraciones, camino lentamente hacia Romeo, él no se mueve de su lugar ni cambia su postura, tan solo me mira a los ojos. Cuando llego hasta él me acerco a sus labios, cierro los ojos y lo beso, él me corresponde y decido abrir los ojos... pero no es Romeo... es Isaac. Volteo hacia todos lados para buscarlo, pero no está, él se ha ido, no he besado a Romeo, sino a Isaac.

-Tranquila... ya solo somos nosotros dos –la voz de Isaac me sobresalta.

No esto no es real, romeo debe de estar por algún lado, corro hacia la lámpara y la desconecto, la habitación queda a oscuras, vuelvo a conectarla con la esperanza de encontrarme a Romeo, pero no está, tampoco Isaac. Alguien me toma de la cintura y grito, su aliento toca mi cuello... Bruno me besa el cuello y toma mi mano, yo trato de zafarme de su agarre pero no puedo moverme.

-¿Dónde está ahora Romeo para salvarte? Oh es cierto, no está, al igual que Isaac -camina alrededor de mí lentamente.

Yo trato de gritar o de huir, pero no logro hacer ninguna de las dos cosas, él toca mi mejilla y va bajando.

-Tal vez podamos divertirnos... -su mano se mete bajo mi blusa y yo trago saliva-no puedes hacer nada para impedirlo... después de esto Romeo ya no querrá tocarte... ya no le atraerás... él te dejara... te quedaras sola... sola...

-¡No! –Por fin sale mi voz, pero sigo sin poder moverme, siento mis mejillas empapadas de lagrimas- No me toques... por favor no me toques...

Él se ríe y continúa. Y yo solo puedo llorar, y suplicar que no lo haga...

Despierto sobresaltada, mi corazón late con fuerza y estoy llorando, mi mano se poza en mi pecho, sobre mi corazón, intentando tranquilizarme, miro a mi alrededor, Romeo no está en la cama, me levanto buscándolo, aun es de noche y solo se filtra la luz de la luna por la ventana.

Salgo de la habitación y bajo las escaleras en busca de Romeo, y de un vaso de agua, todo está a oscuras y él no está, comienzo a inquietarme.

Después de beber un poco de agua decido ir por mi teléfono para llamar a Romeo, en el camino tropiezo en la escalera, me duele la espinilla, de repente, se abre la puerta de la entrada y me sobresalto, Romeo prende la luz, trae puesto un abrigo y los pantalones de pijama, me ve e inmediatamente corre hacía mi.

-¿Pero qué ha pasado? ¿Estas bien? -me mira preocupado, yo niego con la cabeza y lo abrazo, él me envuelve en sus brazos, mis lagrimas fluyen, empapándole el abrigo.

-______ ¿Qué fue lo que paso? –Pero mis sollozos me impiden hablar, Romeo me toma de la barbilla suavemente y me hace mirarlo a los ojos- _____ me estas volviendo loco –me da un suave beso en los labios y limpia mis lagrimas con sus pulgares- ¿Qué pasó?

Le explico la pesadilla y mi angustia al no encontrarlo.

Me abraza fuertemente-Perdóname _____, después de un rato desperté y ya no me pude volver a dormir, pero estabas tan tranquila que no quería despertarte... no debí dejarte sola.

Niego con la cabeza y lo abrazo fuertemente, inhalando su olor, huele a fresco y a tierra mojada y a Romeo.

-¿Dónde estabas? –le pregunto.

-Después de... tu sabes... -sube y baja las cejas sugerentemente y suelto una risita, él sonríe- dormí un rato y luego desperté, y ya no pude volver a dormir, y no quería despertarte, así que decidí tomar un paseo nocturno, y entonces volví y te encuentro así –se le borra la sonrisa y la sustituye una mueca de disgusto.

Romeo Santos y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora