Segunda Temporada-Capitulo 1

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En el transcurso de la casa de Romeo a la universidad mis lágrimas fluyen libremente, y aunque trato de evitarlo mis sollozos son cada vez más ruidosos, de vez en cuando el taxista me mira por el retrovisor con lastima, después de unos kilómetros me pasa una caja de pañuelos, en mi estado le doy las gracias con un asentimiento de cabeza, pues soy incapaz de hablar con el nudo que tengo en la garganta, no se ve que sea muy viejo, unos 40 y tantos como mucho, facciones gruesas y me fijaría en más detalles de él, pero a verdad es que no estoy de humor, hasta que habla.

-Muchacha, no sé qué es lo que te ha pasado, pero si fue por el chico que salió de la casa detrás de ti, tú solo dime y voy y lo golpeo, ya sé dónde vive -por primera vez después de lo sucedido sonrío.

-Gracias, pero no es necesario, ya lo superare... -y en cuanto lo digo sé que será casi imposible, mientras miro por la ventana empiezan los recuerdos a atormentarme, desde la primera vez que lo vi, nuestro primer beso, inconscientemente subo mis dedos a mi boca y recuerdo lo dulce que fue, y ahora alguien más probo esos labios, trato de ahuyentar ese recuerdo desgarrador,  y entonces sé que ya no habrá más abrazos, ya no habrá más besos, ya no habrá cosas para compartir juntos, desearía tener a alguien a quien abrazar, respirar su aroma y olvidarme de todo, pero la única persona que logra eso es Romeo y ahora mismo lo único que quiero es olvidarme de él.

Cuando llego a la universidad ya ha oscurecido, pero no tengo ni idea de que hora es, saco mi cartera y le entrego el dinero al taxista, pero él niega con la cabeza.

-Muchacha, no te preocupes, parece que he pasado en el momento preciso, viaje por cortesía de la casa, no te preocupes, y espero que lo olvides pronto.

-Gracias, de verdad -le sonrío. Bajo del taxi y me enfrento a la realidad: mi vida sin Romeo.

El campus está casi desierto, camino tranquilamente hasta mi habitación con las lagrimas cayendo por mis mejillas, con una sensación que no había sentido nunca, mi pecho ardiendo, al igual que mi garganta y siento los ojos hinchados por tanto llorar. Busco en mi bolso y saco la llave y un recuerdo me invade, cierro los ojos.

"Recogemos mi horario y nos dirigimos a mi habitación, edificio 4, piso 2, habitación 112, mientras vamos por los jardines vemos a algunos chicos paseándose por ahí, deben de estar ya en clases y algunos están afuera, cuando llegamos Romeo saca una llave de sus Jeans.

-Tengo que irme amor, tu maleta ya la trajo Michael mientras estábamos en dirección, no tardan en tocar la campana y tienes que ir a clases, mucha suerte nena, vendré a recogerte el viernes por la tarde-noche, nos hablamos ¿vale?

Oh no, ya se va, un pellizco de tristeza me invade.

-Vale, te quiero Romeo -me pongo de puntillas, le rodeo el cuello con las manos y le beso, un beso suave que se va tornando diferente, enredo mis manos en su cabello, el me toma de la cintura y me acerca a él, nos separamos jadeando y sin aire.

-Yo te quiero más ____, mi amor, nos hablamos, ah... y aquí están las llaves de tu convertible, ten mucho cuidado nena -me da otro beso largo, nos quedamos abrazados un momento y yo aspiro su aroma, a gel de baño y a Romeo, nada mejor en el mundo, durante ese breve segundo pienso que todo está bien y que no me quedare aquí, sino que iremos a casa y dormiremos juntos, aunque sé que no es verdad, nos separamos.

-Hasta el viernes. -murmuro.

-Estaré esperándolo nena -me sonríe- te quiero -me toma la cabeza entre sus manos y me da un beso en la frente que me quita el aliento."

Y un sollozo involuntario me arranca de mi ensoñación, todo me recuerda a él, gracias a él estoy aquí en New York, gracias a él estoy en esta universidad, y también gracias a él ahora me siento así, respiro profundo y entro a mi habitación, Kate esta en su computador, cuando cierro la puerta ella voltea, me mira de arriba abajo y se para rápidamente.

Romeo Santos y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora