Capítulo 8

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Dos semanas. Más de dos semanas habían pasado desde la cita con Damián y él no había hablado con Celeste. No es que a ella le importara. Claro que no. De hecho le daba igual, le daba tan igual que no le dedicaba ni un solo pensamiento en ningún momento. Por supuesto que no le importaba. Era un idiota. Y solo había sido una cita. No es que pensara en la cita. Ya no se acordaba. No. ¿Quién era Damián? Nadie que a ella le interesara.

―¡Maldición! no me importa ―exclamó Celeste para sí, mientras se dirigía a su auto. Las clases ya habían terminado.

­―¡Cele, espera!

Sebastián, un compañero de clases venía medio corriendo hacia ella. Cuando llegó hasta ella tenía la respiración acelerada. Era un chico apuesto. De cabello castaño claro con unos ojos marrones muy bonitos. Tan diferentes a los de Damián. "Basta de pensar en él"

―Te gustaría... Espera un momento ―respiró profundo para calmarse―. ¿Te gustaría salir conmigo este sábado?

­―Salir como salir ¿en una cita?

―¿Quisieras que fuera una cita? ―Sebastián la miró divertido.

­―No me molestaría.

―Entonces sí, salir como en una cita ―contestó sonriendo. Celeste notó que tenía una sonrisa bastante bonita.

¿Por qué no? Así demostraría que Damián no le importaba. Y que había seguido adelante. No es que tuviera que demostrar algo.

­―Sí claro, me gustaría.

―¿En serio? ―Sebas tenía la sorpresa grabada en su rostro.

―Claro, ¿por qué te sorprende tanto?

―Bueno es que te lo he pedido por lo menos tres veces y nunca habías aceptado.

Celeste abrió los ojos un poco con sorpresa y luego frunció el ceño. Como es que no se acordaba de Sebastián. Recordaba a algunos chicos que le habían pedido salir y también recordaba rechazar a cada uno de ellos. Pero hasta ahora no se daba cuenta que ni siquiera había visto sus rostros. Comprendió que se había cerrado tanto en sí misma desde la muerte de Diego, que el mundo había avanzado, el tiempo había avanzado pero ella no. Ella se había quedado atrás. En su propio mundo. Encerrada en su propio ser. Y ya era hora de avanzar con el resto, vivir con el resto. Celeste miró a los ojos de Sebastián.

―Lo siento... Yo...

­―No importa Cele, lo que importa es que hoy has aceptado. Te recojo a las 7, ¿de acuerdo?

­―Si a las 7 me parece perfecto ―y sonrió y luego se despidió.




―Así que... ¿te gusta Celeste? ―Damián había visto a Celeste hablar con Sebastián mientras iba de camino a su auto y no pudo evitar quedarse a observar. Vio que Sebas le sonreía, y ella quedó ligeramente deslumbrada por su sonrisa. Y luego... ella sonrió también. Había apretado los puños ¡Maldición! No debería importarle. Pero lo hacía. Ella debería sonreírle a él así. Por eso no pudo evitar entrometerse un poco antes de que Sebastián se fuera.

Sebas entrecerró un poco los ojos.

―Bueno no veo cómo puede eso importarte, pero sí me gusta desde hace un tiempo.

Damián trago duró y trató de controlarse para no saltarle encima a golpes.

­―Uhmm bueno no es que sea de mi incumbencia, pero ella no te conviene. Ya sabes que no es la misma desde la muerte de Diego.

Reconstruyendo tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora