Capítulo 18

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Damián se encontraba frente a la pintura que hizo Celeste. La miró profundamente por un rato. Se perdió en la visión de ella, en el remolino de colores, en cada uno de los sentimientos que le transmitían aquella obra de arte. Rozó con su pulgar la esquina inferior derecha del lienzo, donde se encontraba su firma. Sonrió con tristeza y suspiró. La había cagado en grande, había perdido a Celeste. Pensó que sería fácil pasar por aquello porque a fin de cuentas sabía que pasaría de esa manera. Pero no lo era, se había enamorado de ella, tan profundamente que sentía que a ella le pertenecían su corazón y su alma. Era como caer de un declive, y saber que al final del abismo, vivirás.

Inesperadamente, a Damián se le erizaron los vellos de la nunca y supo al instante que Celeste había llegado. Se sorprendió, porque había supuesto que no iría para no verlo. Sin embargo, cuando volteó su torso para mirar la entrada, notó que ella había ido con la artillería pesada. No estaba sola. Sus padres estaban con ella y una tercera persona. Sebastián.

Apretó los puños a los lados como reacción inmediata. Observó cómo Celeste recorrió la mirada por todo el lugar hasta que se encontró con sus ojos. Se quedaron mirando fijamente lo que pareció una eternidad hasta que Sebastián le susurró algo al oído y ella sonrió y apartó la mirada. Eso le dolió a Damián como si le colocaran agua hirviendo en su piel.

Decidió alejar de su mente aquella visión de Celeste con Sebastián, por lo que se dirigió a la parte trasera de la galería. Salió a la noche y respiro aire frió y fresco. Miró al cielo estrellado y se imaginó que si pudiera medir como se sentía con respecto a Celeste, aquel cielo no alcanzaría. Cerró los ojos y a su mente vino su primo, Diego. "Ya cumplí mi promesa, amigo mío". Extrañaba a Diego cada día. A pesar de que no se habían visto continuamente, él fue su mejor amigo y hasta su confidente. Recordó cómo le hablaba de Celeste, él realmente la había amado. La llamaba, su novia de "cabello negro". Y siempre le decía frases como: "Mi novia de cabello negro y yo fuimos al zoológico". ¿Cómo esperaba sentirse bien con sus sentimientos cuando Diego la había amado primero? Sentía que lo traicionaba. No debió acercarse a ella más de lo debido. Pero luego lo pensó mejor y decidió que, no importa si hubiera hecho las cosas de una manera diferente, todo hubiera terminado igual, con él enamorándose de Celeste, no imaginaba como podía no hacerlo.

―¿Damián? ―la voz de la chica de sus pensamientos, detuvo sus reflexiones. Sin embargo, no volteó a verla. Ella se acercó hasta él y se paró a su lado―. Necesito explicaciones.

Damián no se hizo el tonto porque sabía a qué se refería.

―Diego compró ese anillo para ti ―comenzó sin ninguna dilación―. El día del accidente, yo estaba de visita y me pidió buscar el anillo. Así que fui hasta la joyería y lo hice, luego esperé tres horas enteras en un centro comercial en el que se suponía que nos encontraríamos. Como sabes, nunca llegó. En los minutos antes de su muerte, en el hospital, me hizo prometer que te lo daría porque era tuyo ―su voz se rompió un poco al final.

―¿Por qué me compró un anillo?

―Él estaba loco por ti, quería pedirte matrimonio.

―¿Pedirme matrimonio? ―Su voz se escuchó asombrada―. Pero sí solo teníamos 16 años.

Damián sonrió.

―No quería casarse de una vez. Sólo quería que te comprometieras con él.

―Es una locura.

―No pienso así. Hubiera hecho lo mismo ―dijo sin mirarla, pero sintió la mirada de Celeste en él.

Reconstruyendo tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora