―Celeste, no te pondrás eso ―comentó Carolina desde la cama de Cele con el ceño fruncido―. Pareces una monja.
Estaban en el cuarto de Celeste y esta se encontraba frente al espejo viéndose a través de él. Llevaba aproximadamente una hora decidiendo qué ponerse. Nada le gustaba. Celeste gimió.
―¿En serio está tan mal?
―Peor, las monjas se visten mejor.
Celeste la fulminó con la mirada, luego volvió a mirarse al espejo y suspiró.
―Estoy perdida.
Carolina negó con la cabeza y puso una sonrisa de suficiencia en su rostro.
―Querida, pareciera que no me conocieras lo suficiente. Por suerte para ti, soy la mejor amiga que tendrás en tu vida.
Celeste sólo la miró a través del espejo y esperó.
―Por supuesto, te traje algo para que te pongas. ¿Qué esperabas?
―Y ¿hasta ahora me lo dices? ―preguntó Celeste con el ceño fruncido. Caro la miró divertida.
―Pero Cele, me gusta divertirme. Y tú eres una fuente encantadora de diversión.
―Si no fueras mi mejor amiga y no estuviera tan nerviosa por esta estúpida cita sin sentido con Damián, te juro que usaría el hacha que está en el sótano contigo.
Carolina soltó una carcajada.
―¿Cita sin sentido? Te recuerdo que fuiste tú quien pidió esto.
Celeste volvió a suspirar.
―Lo sé. No me lo recuerdes. Me arrepiento de eso.
Pero Celeste no se arrepentía porque estaba emocionada. Le encantaba cada minuto que había pasado pensando en su cita. Su corazón cobraba vida propia cuándo pensaba en Damián. Y sabía sin ninguna duda que si la cita falsa fue genial, esta sería maravillosa. Gloriosa.
"Y besos. Muchos besos", recordaba esta frase cada minuto del día y cada vez, se estremecía por esa deliciosa promesa. No podía esperar. Sin embargo, por su mente pasaba de vez en cuando como un relámpago el nombre de Diego y se sentía un poco culpable. Aunque no sabía exactamente por qué. Pero pensaba que era mayormente por sentirse de la manera en que sentía por Damián. Había amado a Diego pero sabía cómo sabía que el día equivalía a 24 horas, que no se acercaba a lo que estaba sintiendo por Damián y eso la asustaba como el demonio.
Finalmente terminó de arreglarse y estaba pensando convertir a Caro en su estilista personal por el resto de su vida. Todas deberían tener una amiga así.
Llevaba puesto un sencillo vestido negro de mangas largas y cuello en forma de V, le llegaba un poco más arriba de las rodillas. Tenía el cabello recogido y accesorios de color rosa que combinaban con sus zapatos con tacones de 5cm del mismo color.
―Te ves hermosa Celeste. Si me gustaran las mujeres, seguro iría por ti.
Celeste la miró divertida. Iba a decir algo pero el grito de siempre de su madre la interrumpió.
―¡Celeste, el bombón de Damián llegó! ―Celeste rodeó los ojos. Ya no se sonrojaba por los comentarios inapropiados de Kiara. Ya se había acostumbrado al hecho de que a su madre le faltaba como mínimo, un tortillo.
Se percató realmente de las palabras de su madre y empezó a sudar frío. Respiró profundo para calmarse. Ya estaba empezando a hartarse de sus reacciones hacia Damián pero no podía controlarlas. Ese chico sería su perdición.
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Reconstruyendo tu corazón
Ficțiune adolescenți“- Me vuelves loco – dijo Damián exasperado. - Y ¿qué piensas hacer al respecto? – contestó Celeste cruzándose de brazos y arqueando una ceja. Damián la miró fijamente, dio un suspiro, se acercó a ella, demasiado cerca. Acunó su rostro con las manos...