Capítulo 13

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Celeste sintió que algo le había pegado en la cabeza y luego caído al suelo. Bajó la mirada para buscar lo que sabía que encontraría. Le pelotita de papel había rodado a un lado de su pie izquierdo. Se agachó y la levantó ya con una sonrisa en su rostro. Escondió sus manos bajo la mesa para que el profesor de geografía no se diera cuenta de lo que hacía. Empezó a desenrollar pelota lo más silenciosamente que podía pero al parecer no fue lo suficiente silencioso porque el profesor de geografía ya la estaba mirando.

―Srita. González.

Celeste se detuvo y subió su mirada inocente.

―¿Sí, Profe?

―¿Quiere compartir conmigo el mensaje?

Celeste negó con la cabeza, Damián podía haber escrito cualquier cosa.

―Realmente no.

El profesor no dijo nada, solo estiró su mano en señal. Celeste suspiró y le entregó la bolita de papel. Sólo esperó que el mensaje no dijera nada vergonzoso.

―Bien, veamos lo que dice ―dijo el Prof. mientras desenvolvía la bola de papel―. "Quisiera ser esa silla porque tu trase..."

Se interrumpió y Celeste ya estaba roja. Idiota, no podía poner hoy una de sus frases románticas. Se escuchó por toda la clase risitas bajas. El Prof. Oviedo carraspeó y le devolvió el pedazo de hoja arrugado.

―En mi clase no quiero este tipo de comportamiento, ¿está claro?

Ella asintió y miró hacia atrás, hacia donde se encontraba Damián. Lo fulminó con la mirada, él solo le devolvió una sonrisa brillante que iluminaba toda su cara. Bajó la mirada hacia la hoja y leyó toda la frase, "Quisiera ser esa silla porque tu trasero se ve increíblemente caliente hoy", y más abajo decía: "Eres más hermosa que el atardecer Celeste". Ella suspiró, era un idiota pero era un idiota cursi y romántico. Y ella lo adoraba con cada pedazo de su pequeño cuerpo.

Al sonar el timbre como señal de que las clases habían terminado, Damián se le acercó por detrás mientras ella recogía sus cosas.

―Lo de tu trasero es cierto ―le susurró en su oído.

Cele se estremeció, sus oídos eran muy sensibles.

―¿Y lo demás no?

―Lo demás es la verdad absoluta.

Ella sonrió pero se volteó y le dio un pequeño golpe en el hombro con el puño cerrado.

―Idiota, ahora que pensará el Prof. Oviedo.

―¿Qué te encuentro increíblemente sexy? ―le dijo mientras enarcaba una ceja. Celeste resopló.

Llevaban ya una semana como novios oficiales y Celeste no había sido más feliz. Le encantaba estar con él, siempre la hacía sonreír y le encantaba hablar con él de cualquier cosa. Aunque había momentos agridulces por su grupo de fans femeninas en el Colegio, Damián sólo era amable con cada chica. Celeste no podía evitar sentirse celosa de vez en cuando pero sabía que Damián no era ese tipo de chico, ni antes ni después de su noviazgo. No era ese chico guapo que se acostaba con cada chica fácil. Nada más lejos de la verdad. Aunque él sonreía y era amable y nuca rechazaba una conversación, él era un caballero y lo escondía con su encanto y humor irreverente.

―¿Qué has comido para poner esa cara? ―le preguntó Caro a Carlos, mientras caminaban todos en grupo hacia la salida. Carlos tenía en su rostro una cara de fastidio y algo temeroso. Al momento todos se dieron cuenta la razón.

Reconstruyendo tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora