Tres días habían pasado desde que Celeste se enteró que Damián era el primo de Diego. Y en esos tres días ella había salido de su habitación sólo para comer. Cuando llegó a su casa aquella noche, su madre trató de hablarle pero Celeste sólo contestó que no quería escuchar ni hablar con nadie y que no quería que la molestaran. No había recibido ninguna llamada de Damián. Sí muchas de Carolina, todas enviadas al buzón de voz. No estaba preparada para emitir palabras.
Luego de llorar unas cuantas horas en su auto, finalmente se había calmado, había secado sus lágrimas y luego manejado hasta su casa. Desde entonces, no había derramado una lágrima más. Sólo sentía entumecimiento y un apretón en el corazón constante que no aflojaba nunca, que le hacía sentir el cuerpo pesado. Cualquiera pensaría que no era para tanto sentirse de esa manera. Pero creía que Damián había jugado con ella y que la había traicionado. Él sabía cómo se sentía con respecto a Diego y su muerte, aunque nunca lo habían hablado pero lo sabía. Y sin embargo, él le ocultó algo tan importante para ella. Durante esos días se torturó a sí misma, recordando cada palabra que le había dicho, leyendo cada bolita de papel que le había lanzado durante clases. Recordando el momento en que le dijo que la amaba, había sonado tan sincero. Ella le creyó al instante. Ahora que lo pensaba mejor, si ella no se hubiera paralizado en el momento que le dijo que la amaba, tal vez no hubiera ido a su casa. ¿Hasta dónde había pensado llegar él? Se sentía tan tonta. Celeste hizo una mueca de disgusto. No le daría más el gusto. Mañana regresaría al Colegio y se disculparía con él.
Kiara llamó por tercera vez ese día a la puerta de la habitación de Celeste con unos golpecitos suaves que sacaron a Celeste de sus reflexiones.
―¿Cariño?
―Pasa, mamá. ―Ella que estaba acostada boca arriba en su cama, contestó con una voz ronca y oxidada, causada por no hablar los días pasados.
Su madre asomó la cabeza.
―¿Ahora sí podemos hablar? ―Celeste suspiró y asintió. Se sentó en la cama y cruzó sus piernas en forma de cruz. Kiara se sentó a la orilla de la cama.
―¿Quieres decirme que pasó con Damián? Carolina no sabe, lo que me sorprende y... No me sé el número de Damián ni de su casa, así que...
―Mama ―le dijo con tono acusatorio―, ¿no podías esperar a hablar conmigo?
―Cariño, soy tu madre. Las madres somos unas metidas en la vida de nuestras hijas por excelencia. Deberías saber eso ya.
Ella suspiró de nuevo.
―Fui a casa de Damián y me enteré de una noticia que no me esperaba.
Kiara miraba a Celeste con atención.
―¿Y esa noticia es...?
―Resulta que Damián es el primo de Diego. ―Kiara la miró asombrada.
―¿Diego? ¿Tú Diego?
―Sí.
―Vaya....
―Sí, vaya.... Él... Mamá, él me mintió. Me dijo que me amaba y... Nada es cierto... Yo... lo amo. Más de lo que amé a Diego. Más que... ―Ella negó con la cabeza. Tenía un nudo en la garganta.
―Celeste, cariño. Que haya omitido ese detalle, no significa que no te ame. Tal vez...
―No, no quiero escuchar nada de eso. Sólo... No ―dijo de manera rotunda.
Kiara suspiró y no insistió. Sabía por experiencia propia que cuando una se sentía traicionada por un hombre, no atendía a razones. Lo mejor era que ella se diera cuenta por sí misma. Así que no dijo nada más y la invitó a cenar. Esta vez Celeste accedió a cenar con sus padres. Marcos no dijo una palabra al respecto cuando ella se sentó en la mesa, lo que Celeste agradeció enormemente. Comió en silencio escuchando a sus padres conversar y reírse como si nada pasara. Justo lo que necesitaba en ese momento.
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Reconstruyendo tu corazón
Teen Fiction“- Me vuelves loco – dijo Damián exasperado. - Y ¿qué piensas hacer al respecto? – contestó Celeste cruzándose de brazos y arqueando una ceja. Damián la miró fijamente, dio un suspiro, se acercó a ella, demasiado cerca. Acunó su rostro con las manos...