Capítulo 2

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"¡Llegaré tarde!", pensó Celeste mientras corría por los pasillos de su Colegio hacia su salón, y todo porque tardó un momento en tranquilizarse es su auto, "por Dios que ha pasado un año y medio, ¡supéralo!, él no regresará" movió su cabeza y alejó sus pensamientos. Además un idiota, porque ¿tenía que ser un hombre, no?, aparcó su auto en su puesto del estacionamiento, ¡SU PUESTO!, qué rayos le pasaba a la gente. Tardó alrededor de 20 minutos encontrando un lugar para estacionarse.

Entró a su salón, le pidió disculpas a su profesora de Castellano, quien ni siquiera se molestó en mirarla y se dirigió a su asiento al lado de su mejor amiga Caro, pero espera ¿qué?, ya estaba ocupado. ¡Oh no! ese puesto no se lo iban a quitar, ya había tenido suficiente con el del estacionamiento.

―Disculpa ―dijo carraspeando para llamar la atención del muchacho que miraba fijamente su asiento. Celeste no lo había visto nunca en el Colegio. Él la miró arqueando una ceja.

―Este es mi puesto.

Él miró hacia atrás y hacia los lados, luego la miró fijamente, había cierto reconocimiento en su mirada, pero desapareció rápidamente. Celeste se empezó a poner nerviosa. Él ladeó un poco la cabeza, había un pequeño brillo de diversión en esos ojos azul celeste.

―Uhmm y ¿tiene tu nombre?, ¿lo compraste acaso? ―hizo un gesto para que se acercara, y ella lo hizo―, soy nuevo, Dios no sabía que tenía que comprar asiento, pero que ¡tonto soy! ―le susurró bajito y dándose con su mano en la frente. Escuchó que su amiga reía por lo bajo. Celeste la fulminó con la mirada.

―Mira idiot.... ―le iba a gritar Celeste al muchacho, pero fue interrumpida.

―Srta. González, siéntese por favor. Si hubiera llegado temprano, hubiera sabido que yo le indiqué al Sr. Valero que se sentara allí ―Celeste le lanzó una mirada llena de dagas al querido Sr. Valero y se sentó al final del salón "estúpido idiota, pero ¿quién se cree que es?". Además por qué todos los profesores te llamaban por el apellido, era tan formal.





―Hola querida ―dijo el otro mejor amigo de Celeste, Carlos. Le dio un beso en la mejilla, y se sentó al lado de Caro. Estaban en la cafetería.

―Hola muñeca ―le dijo a Caro y le guiñó un ojo. Caro lo miró con mala cara. Ambos eran rubios y muy hermosos. Caro tenía los ojos grises y Carlos tenía los ojos castaños claros.

― Aléjate de mí ―dijo Caro, se levantó y se fue.

―¿Qué rayos le pasa? ―preguntó Celeste, mirando a su amiga alejarse enojada.

Carlos se encogió de hombros y comenzó a comerse su hamburguesa. Celeste le dirigió una mirada extrañada. "¿Qué les pasa a estos dos?".




Al otro lado de la cafetería, estaba Damián Valero, mirando fijamente a la chica de cabello negro y ojos castaños que hablaba con el chico rubio. Ella era realmente hermosa, tenía un lindo trasero. No tenía mucha delantera, tenía lo suficiente, pero a quién diablos le importaba ¡tenía lindo trasero y era ardiente! Y él la conocía, sabía su nombre completo, sabía su edad, sabía el nombre de sus padres. Sabía hasta donde vivía. No es que fuera un acosador, no era su intención saber cosas de ella. Dirigió su mirada al chico rubio. Había visto como le daba un beso en la mejilla. "¿Será su novio?", por alguna extraña razón apretó los puños ante tal pensamiento. ¿Pero qué diablos le pasaba? Ella estaba prohibida para él de todas maneras.

―¡Damián! ―le gritó un chico de cabello castaño oscuro, que estaba en su mesa, distrayéndole de su atención en la chica―. ¿En qué planeta te encuentras?

―¿En la Tierra, creo? ―Rodrigo rodeó sus ojos―. Ya, ya aquí estoy. ¿Qué pasa? ―le dijo Damián a Rodrigo.

―Bueno ¡Hola! Primer día de clases y tenemos un trabajo que hacer para la semana que viene ―dijo Rodrigo―, ¿qué haremos?

―Nos reuniremos en mi casa, ¿te parece? ―Rodrigo asintió―, luego te doy la dirección ―Damián se levantó de la mesa ya que había sonado el timbre, fin del receso. Antes de irse, volteó y le dijo a Rodrigo con una mirada divertida.

―No te enamores de mí, ―Rodrigo volteó los ojos y le dijo.

―Oye, estas guapo y todo, pero tienes heterosexual escrito en tu cara ―y le guiñó un ojo.

Lo primero que le dijo Rodrigo cuando le asignaron juntos el trabajo de castellano, un análisis de Hamlet -¿qué tan original es eso?-, fue que era gay, y que si tenía un problema con eso que le dijera de una vez. Damián había arqueado una ceja, lo abrazó por los hombros y le había dicho

―¿Qué diversión tiene ser homofóbico?





Damián entró a su salón de clases y ¡sorpresa! Ni su bolso ni sus cosas estaban en su puesto. Rio para sus adentros y se dirigió al asiento donde se encontraba Celeste.

―Hola nena ―le dijo, le guiñó un ojo y se apoyó frente a ella en la mesa―. Soy Damián, lamentable por tu pequeño retraso no tuviste la oportunidad de conocer mi nombre, ¿cuál es el tuyo? ―le preguntó, aunque ya lo sabía. A Celeste le pareció conocer ese nombre. ¿Pero cuantas personas se pueden llamar así? Muchas.

―Y por suerte para ti, no me interesa conocerte querido Damián ―le dijo Celeste con dulzura fingida, ¿cómo se atrevía a interrumpirla? ¡Hablaba con su mejor amiga!

―Oh nena, me rompes el corazón ―dijo Damián con dramatismo y suspirando, se dirigió a Caro―. Caro, dile a esta dulzura de persona que me ha roto el corazón.

―Cele, dice Damián que....

―¡Ya sé lo que dijo!, estoy aquí ¿recuerdas? ―dijo Celeste entre divertida y enojada―, ¿y tú ya lo conoces?

― ¡Oh claro! ―dijo Caro―. Es tan divertido ―Damián le guiño un ojo a Caro, y se fue al final del salón, donde Celeste colocó sus cosas. "Oh! este último año será divertido", pensó él, con una ligera sonrisa en su rostro. Sin embargo, otro pensamiento se coló en su mente, inmediatamente se le borró la sonrisa...

Reconstruyendo tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora