El Íncubo.

Capítulo 2

Enamorarse no estaba en sus planes...
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En este mundo existen seres que hacen demasiado daño con tas solo mirarte, con tocarte, con hablarte. Seung hyun nunca imagino encontrarse a un ser mitológico frente a él, nunca fue fanático de aquellas historias de terror y fantasía donde el príncipe rescatada a la princesa, donde el sapo resultaba ser humano y mucho menos donde la bruja era la mala que tenia poderes sobrenaturales.

No, el no era de aquellos a los que engañaban tan fácilmente. Pero su vida había cambiado, tenia consigo a un incubo, alguien que lentamente lo estaba matando.
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-Ji yong, deja de manosearme. ¡vamos a dormir porque tengo que trabajar mañana!. -Insistió el mayor de ambos, realmente quería dormir y descansar, pero el pequeño a su lado le estaba torturando.

-Ya estas duro -Advirtió -¿Estas seguro?, ¿Quieres que me quede quieto?-La mano de ji yong subía y bajaba por toda la extensión del miembro de seung, quien se estaba conteniendo.

-Ji yong, Deja de hacer eso por favor. -Mordió su propio labio, cerrando sus ojos intentando no pensar en nada mas.

-Quiero que lo metas, te necesito dentro y lo sabes.-Observo al mayor fijamente, quitándose la playera a rayas rosas que traia puesta como pijama -quiero...-Bajo los pantalones del mayor quien estaba distraído.

-Ji yong por.... -jadeo cerrando sus ojos al sentir aquel rose de ambos miembros.

-Lo siento, Prometo no quitarte tantas fuerzas. -murmuró sentándose sobre el miembro de su mayor, autopenetrandose asi mismo.

-Joder... ¡Ji yong! -Jadeo al sentir aquella estreches del mas bajo.

Sus manos cobraron vida por aquel delgado cuerpo de su pequeño hasta llegar a su cadera.
El menor sabia provocarle desde que le conoció hasta el día de hoy, habían pasado exactamente 3 semanas en las cuales esto se repetía cada vez que su cuerpo lo pedia energía.

-se que te gusta, a mi me encanta..-murmuró comenzando a moverse sobre su mayor, aferrándose a su abdomen para impulsarse.

-Como tu no te vas a morir... -respondió sin pensar en lo que había dicho, nunca pensó que aquello le dolería al menor.

-Lo siento... Yo, No se que me diste, no se porque te eh contado todo lo que soy. -Suspiro bajándose de él mayor, aquella erección reciente había desaparecido, su cara se había vuelto triste tan solo quería desaparecer.
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3 días habían pasado desde aquel incidente, Seung no sabia nada de ji yong y le comenzaba a desesperar aquella situación. Debería estar contento, se había liberado de la muerte, había burlado a su destino.

--¿Dónde estas Ji? -Lanzó aquella pregunta al aire sin esperar ninguna respuesta.

-¿Me extrañas? -Preguntaron a espaldas del mayor, unas manos ajenas a él se apoderaron de su cintura, apoyando su cuerpo sobre la espalda.

-Ji... ¡Has vuelto! -Se giro de inmediato, cargandole entre sus brazos sin pensarlo dos veces.

-Te extrañe mucho, pero volví por ti mi seung. Juro no matarte, encontraremos juntos una solución. -Respondió haciendo un ligero puchero.

-Te vez tan bonito Ji, no me importa morir. -Le saco la lengua al menor, tomando sus mejillas para besar sus labios una y otra vez.

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-Me enamore y no de una mujer... ¿como lo voy a embarazar?
-¿Qué?, ¿eres bisexual? ¡Tengo un hijo bisexual!
-No me reproches, asi soy y debes aceptarme.
--Te acepto así, pero tu problema es tan complicado, yo pude salvarme gracias a ti, pero la única manera en que salves a tu pareja es que él quiera embarazarse.
-Madre... Es ¡Hombre!, no puede.
-Recuerda que eres incubo... Y yo puedo ayudarte.
-se nota que es un hombre que le gusta dar, pero no recibir.
-Yo te ayudare, pero no pidas milagros, debes tener un hijo con él.
-otra solución debe haber.
-Debes morir, y eso no se lo permitiré.
-lo se, pero no quiero morir.
-entonces un bebé es la solución.
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-Oppa... ¿Puedo ukearte?-Pregunto besando sus labios

-¡NO! -Negó el mayor deteniendo aquellos besos -Deja de bromear Ji

-Anda mi amor, Hay que hacerlo asi, no te robare energias... Bueno si y te cansarás el doble, pero si lo hacemos en el día adecuado todo saldrá bien. -Se colgó del cuello de su mayor, dando ligeros saltitos.

-NO QUIERO JI YONG. -Negó un par de veces para luego hacerle cosquillas.

-Entonces tendré que violarte. -sonrió alejándose de seung, caminando hacia la cocina por algo de comida.

-¡ya lo veremos! -Alardeo siguiendo al pelirosa.

-Cuando gimas abre ganado corazón. -Se abrazo a la espalda de su mayor.

-Odio cuando haces esto. -Dejó los ojos en blanco al sentir aquellos brazos rodearle.
Ji yong tenia esa capacidad de desaparecer y aparecer en lugares diferentes, algo que él mayor odiaba profundamente.

La tarde de aquel día fue algo odiosa para el mas alto, quería salir de aquella casa tras el tercer intento de violación de su menor.
-no seung... Mmhh...-jadeo él pelirosa al sentirse acorralado por su mayor -Deja, no... -Nego al sentir sus manos jalando ligeramente sus tetillas.

-¿Porque no?, tu me tocaste primero. -Dio una ligera nalgada, aprovechando que ji yong estaba desnudo.

-yo... Solo estaba bromeando, mejor hay que bañarnos... -suplico escapándose de aquel agarre, yendo por su bata para colocarse esta.

-ven mi amor... -Quito aquella bata para acercarse a su cuerpo, restregando la erección que su menor se había encargado de provocar.

- Se supone que no deberiamos... Seung.. -Jadeo tratando de huir de su mayor.

-Ji...-Posicionó su miembro en la entrada de su menor, para luego en un solo movimiento penetrarle.

-¡Joder!

Si el menor quería tener algo con su mayor lo había logrado, pero no había logrado ser el activo esta vez. No sería tan facil aquella tarea que se había propuesto a lograr, le sería difícil acercarse a su mayor si terminarían así.

Las manos del mas bajo se aferraron a la pared de aquel baño, en el cual resonaban gemidos y jadeos por parte de ambos. Los movimientos del mayor se hacían constantes y cada vez mas rapidos, tal como lo pedia su pequeño incubo.
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-siempre terminamos así... ¿estas cansado?

-Lo sabes amor... Siempre termino asi por nuestras bajas pasiones.

-amor... Perdóname

-¿porqué? ¿Qué hiciste?

-te voy... Te are mio...

Confesó el menor de ambos al posicionarse entre sus piernas, mirando fijamente a su mayor quien negaba sin fuerzas. No podía hacer nada, ni siquiera moverse, tal vez esto lo había planeado su menor desde un principio, pero de aquella forma por fin seria dominado por su incubo.
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