IVÁN
El momento fue fugaz. En menos de lo esperado Ana ya estaba rodeada de compañeras y en la próxima actividad. Le doy su espacio y voy en busca de algo para desayunar. En el comedor me encuentro con Vivian y Matthew.
El pequeño es el primero en verme y se agita moviendo sus piernas y brazos para que lo tome.
—Buenos días —saludo a la amiga de Ana.
—Buenos días —me responde con seriedad y sin verme.
—¿Puedo cargarlo?
—¿Puedo evitarlo? —replica, molesta.
Intento descifrar el porque de esa actitud y no me es muy difícil encontrarle una respuesta: Es por Ana, ella la protege.
—Por supuesto —indico sereno—. Pero, me gustaría y a él también
Matthew se inclina hacia mi al verme posicionarme en la silla continua a la de Vivian. Ella no puede negarse por mucho y me pasa al bebé con cuidado.
Matthew me da años de vida. Juego con él bajo la atenta mirada de Vi y con seguridad los juicios que emite hacia mi persona.
Mi desayuno llega, no voy a dejar a Matthew, por lo que como con él. Me enredo un poco, no estoy acostumbrado, pero lo logro.
—Si puede —susurra Vivian al ver que el pequeño quiere plátano—. Solo tiene que darle porciones muy pequeñitas o en papilla
Vale, acomodo al bebé en mi pierna y de alguna manera asombrosa para mí, logro hacerle una papilla. Es un desastre, pero lo logro.
Al terminar tengo restos de comida en el pantalón y en el polo de lana. Vi me quita al pequeño travieso y limpio las manchas con una servilleta.
—¿Necesitan algo?
—En realidad no, me imagino que el día de mañana regreso con usted
—En efecto
—De acuerdo, hasta luego señor Ward
Vivian se para con Matthew en sus brazos y abandona el comedor. Su actitud es de molestia y no puedo juzgarla. Es algo merecido para mí por lo ocurrido con Ana la primera noche que compartimos juntos ese beso.
Termino mi café negro, cargado y sin azúcar. Regreso al campo abierto, ahora están en otra actividad en equipos.
El hermoso día se jode cuando Joseph se me acerca, aprieto mi mano puño y tengo unas inmensas ganas de estrellarlo en su cara al verlo pararse a mi costado derecho.
—¿Qué tal te ha parecido mi trabajo?
Coloco mis manos en los bolsillos de mis pantalones y me encojo de hombros.
—Eres bueno —acepto—. Un poco presumido y egocéntrico
—Vaya, ¿Quién me lo dice? —escupe, burlón—. El ejemplo se predica, lo sabes, ¿verdad?
Tenso la mandíbula, su comentario pone mi sangre a hervir y mi cuerpo se prepara para reaccionar.
—Claro, aunque quien te culpa por resbalar
Regreso a verlo y clavo mis ojos en él.
—Habla claro, Müller. ¿O te faltan pantalones? —gruño.
Espero su contestación, sin embargo, saca su teléfono, lo coloca frente a mi y observo las imágenes.
Somos Ana y yo en primer plano. La foto es después de que rodamos y ella termino sobre mí. Estamos besándonos, mis manos apretándola contra mí. La foto me gusta. Lo que no me gusta es que este imbécil lo sepa.
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Arriésgate
RomanceIván Ward lo tenía todo. Un hijo privilegiado, un hermano querido, un hombre atractivo, con una gran capacidad intelectual y autentica carisma. Sin embargo, la vida juega de forma extraña, un segundo, marca la diferencia entre lo que considerabas tu...